Y ENSEÑAR LOCAMENTE

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Lloyd Biggle, Jr.

¿Hasta dónde es necesaria la presencia del docente en clase?

Desde que el mundo financiero descubrió que la educación en el mundo representaba una inversión de cincuenta mil millones de dólares anuales, ha puesto en su mira la captura de este capital. De allí su esfuerzo por transformar la educación pública en privada, más allá de poder digitar los contenidos, algo que de todas formas hace con su influencia y presiones sobre los estados, y el surgimiento de innumerables ONG dedicadas al tema educativo.
Este cuento de Lloyd Biggle, Jr., anticipa como toda buena literatura de ciencia ficción o ficción científica, algo muy distinto a la literatura fantástica, una situación actual en las variaciones que está sufriendo el sistema educativo.
Si hacemos una transposición de la tecnología que es utilizada en este relato, a lo que hoy son las clases virtuales, encontramos que más allá de las diferencias de los medios, el planteo de fondo, continúa siendo el mismo.
La pregunta que en forma inclemente nos arrostra este cuento es: ¿hasta dónde es necesario la presencia del docente en clase? ¿Puede ser reemplazado por su imagen a través de un medio digital? Tal vez, aprovechando la justificación de la pandemia, que está sirviendo de pantalla a muchos ensayos en variados campos, esta sea una más en el camino de globalizar contenidos y no solo desplazar lo presencial, sino también el de sistematizar los conocimientos hasta hacer innecesario no solo la presencia docente, sino al docente mismo.

Dejo al lector con estas reflexiones y preguntas, y lo invito a disfrutar de este excelente relato de anticipación, escrito en el año 1966.

Y ENSEÑAR LOCAMENTE

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