Una obra de relevancia para el estudio de la antropología argentina y latinoamericana

tapa americanismo germano (ara imprimir)

Manuel Dávila

Colegas del exterior contribuyeron a ampliar nuestra visión sobre las prácticas antropológicas de los americanistas germano-parlantes en nuestro país.

El americanismo germano en la antropología argentina de fines del siglo XIX al siglo XX, editado por Lena Dávila y Patricia Arenas y recientemente publicado por la Editorial CICCUS y CLACSO, constituye una obra de relevancia para el estudio de la antropología argentina y latinoamericana. El libro reúne los saberes realizados por nuevas generaciones de antropólogos y antropólogas sobre los aportes de amateurs, estudiosos, científicos y científicas germano-parlantes a la antropología local de entre fines del siglo XIX al siglo XX. Se trata de una obra federal, en la que participaron autores de todo el país, cuyos capítulos son acompañados de comentarios de investigadores e investigadoras situados en enclaves de conocimiento de Argentina, Alemania, EE. UU., Francia y Suecia. De esta manera, colegas de universidades e instituciones del exterior contribuyeron a ampliar nuestra visión sobre las prácticas antropológicas de los americanistas germano-parlantes en nuestro país.

Como sostiene Cecilia Hidalgo en el prólogo, este libro se pregunta acerca de las dificultades de dar cuenta de la emergencia de un campo de conocimientos cuando aún no existe un sistema de prácticas delimitado, un dominio de vida social separado, donde todavía no hay comunidades recortadas ni sitio o territorio científico privilegiado (por ejemplo, el laboratorio, la cátedra, entre otros). Pregunta clave cuando se trata de abordar aspectos de las trayectorias de actores que, desde diferentes procedencias, formaciones de base, intereses y orientaciones valorativas aportaron a lo que hoy llamamos antropología argentina y latinoamericana. Si bien los hemos caracterizado como americanistas germano-parlantes, sabemos que con ello no referimos una especialidad, una comunidad científica o un grupo identificable como colectivo taxonómico, sino a un espacio que reúne actores cuyas contribuciones e ideas dispares pueden hoy ser integradas a la reconstrucción de los orígenes de la antropología a escala nacional y regional.

Hacer eje en actores particulares y diversos (migrantes, viajeros, coleccionistas, amateurs y naturalistas de formación variada) ha permitido a cada uno de los autores mantener un nivel del análisis casuístico, microsocial, para ir de este modo reuniendo piezas dispersas del rompecabezas de los primeros tiempos de la antropología local. Sus identidades individuales se convierten en materia socio-histórica, pues esa identidad deja de ser estrictamente personal para darnos pistas sobre lo “con-vivido” con otros tantos contemporáneos suyos, sobre las prácticas admisibles y los supuestos compartidos.

Los americanistas germano-parlantes reunidos en este libro no responden a ningún estereotipo simple: ni del viajero vinculado a la aventura y el heroísmo del descubrimiento, ni del conquistador precursor de la expansión colonial y la apropiación de recursos, y por cierto tampoco del científico que adhiere al patrón asimétrico de una práctica que se construye en un centro distante y sólo requiere de él que recopile datos a ser analizados, sintetizados e interpretados en otra parte. Sin embargo, en la interpretación de sus trayectorias reverbera el diálogo crítico de los autores con aquellos estereotipos, con esas formas de interpretar el pasado que aún ejercen un efecto inercial y forcejean contra la voluntad de reconstruir vidas y obras con una mirada renovada en fuentes, conceptos, valores. Es notorio el esfuerzo por salir de aparatos interpretativos rutinarios sobre los orígenes de la antropología argentina que hoy resultan anacrónicos y/o parciales. Los distintos capítulos dan testimonio de momentos en los que la antropología recién comenzaba su camino hacia la institucionalización, y en el que aún convivían prácticas amateurs con profesionales. Un espacio temporal en el que todo era un modelo aún por armar. En su conjunto, cada uno de los capítulos de este libro transmiten la complejidad social, cultural y hasta subjetiva de los procesos que rodearon la consolidación de la investigación y la docencia en la Antropología Argentina en sus comienzos.

Dado que la identidad personal lejos de congelarse en un instante se “hace”, revisa y rehace una y otra vez, tales trayectorias pueden ser releídas bajo el prisma que nos da el presente. Así, el material reunido arroja nueva luz sobre lo que en distintos tiempos se ha considerado una “disciplina” o “especialidad científica”, sobre las estrategias y políticas de conocer que, sin estar codificadas en los libros de texto, han informado e informan la práctica experta. El contraste entre el desempeño de los actores relevantes en cada momento muestra lo inapropiado que sería enfocar aquel pasado con centro exclusivo en el análisis de territorios delimitados y clausurados espacialmente como nuestros actuales laboratorios, universidades o institutos. Para dar cuenta de las estrategias y políticas de producción de conocimiento de entre siglos, no bastaría con ver qué ocurría en los museos y las academias de la época, tal vez meros nodos de redes de intercambio de alcance tanto nacional como internacional. En los textos de este volumen se tornan visibles prácticas en la que convergen muchos espacios sociales y no sólo los que las modernas instituciones de conocimiento, altamente especializadas, hoy convocan.

Las prácticas que condujeron a lo que es hoy la antropología argentina son presentadas involucrando múltiples marcos conceptuales, lingüísticos, teóricos y organizacionales. Desde esta perspectiva, se pone en evidencia la diversidad etnográfica de la “maquinaria epistémica” que precedió y ha sido condición de posibilidad de la consolidación de la disciplina. En la creación de fuentes se da el poder diferencial de ser incluidos en el registro que tienen diferentes agentes (indígenas, gente común, propietarios, funcionarios del estado, entre otros), así como el peso diferencial que revisten materiales, en particular, los que serán incluidos en colecciones, taxonomías y escritos (cartas, publicaciones, registros institucionales y judiciales, etc.).  Varios capítulos muestran que aún cuando vastas cantidades de materiales son organizadas como material de archivo, ciertos agentes, conocimientos y experiencias son omitidos, a veces voluntariamente.

Los trabajos reunidos en “El americanismo germano…” estimulan la revisión de los orígenes de nuestra disciplina, a partir de una mirada crítica sobre la contribución de los americanistas germano-parlantes que fomenta y alienta a seguir debatiento, ahora con más elementos, nociones tan básicas como la responsabilidad ética y profesional de nuestras instituciones, nuestra responsabilidad personal, la orientación política y valorativa que subyace a nuestras prácticas, la confiabilidad, relevancia y admisibilidad ético-política de las evidencias que reunimos, la aceptabilidad de nuestras interpretaciones, explicaciones, inferencias y conclusiones.

https://aayllu.com/content/uploads/2021/06/Primeras-paginas.pdf

Primeras páginas del libro.

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