Un oscuro día de injusticia

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El bombardeo a la Plaza de mayo un episodio silenciado en la historia oficial.

16 de Junio de 1955, 16 de Junio 2021
Guernica primero, Barcelona después , la mancomunión entre los criminalísimos Francisco Franco, Adolf Hitler y Benito Mussolini, descargaba sobre la población civil indefensa de la España republicana, toneladas de bombas que sepultaron a miles de seres humanos con sueños libertarios y de progreso incluídos.
Menos de veinte años después, en Nuestramérica del sur, sería Buenos Aires la primera ciudad de la región quien sufría la misma devastación. Pucha…no haber tenido un Picasso para pintarla!
Menos patéticos, aunque no menos crueles ni cínicos que aquellos personajes nefastos de la historia universal, una combinación entre asesinos de uniformes y legitimadores de corbata e impúdicas sotanas con buena prensa, se cobró la vida de 355 hombres y mujeres y dejó malheridos a otros cientos que fueron sorprendidos en la Plaza de Mayo y sus alrededores.
El gobierno de Peròn tambaleaba entre las presiones de una embajada yanqui que siempre desconfía del pueblo en las calles y una oposición gorila que sin embargo no terminaba de afianzarse como alternativa electoral. Un renovado período de controvertido sesgo populista se avecinaba y las clases dominantes de la Argentina no estaban dispuestas a aceptarlo.
La Iglesia, aliada incondicional de la oligarquía, fue un pivot desestabilizador. Todo el cotillón del ataque se construyò con sus señales: los aviones bombarderos estaban pintados con una CV (Cristo Vence) y desde el Uruguay, al mando del siniestro almirante Isaac Rojas irrumpieron con sus primeros vuelos de la muerte sobre el mediodía de una gris jornada porteña.
No sòlo fueron bombas las que cayeron. Mostrando lo que son capaces de hacer cuando ven peligrar sus intereses, además tiraban tanques con nafta de avión de alta volatilidad, provocando grandes incendios y tornando aùn màs cruel y sàdico su despliegue. Una especie de adelanto domèstico de lo que sufriría el pueblo vietnamita años despùes.
El bautismo de fuego de la aviación naval argentina, no fue en Malvinas como muchos idiotas ùtiles y otros no tan idiotas presumen.


La historia oficial se encargò de invisibilizar el màs sangriento y feroz ataque contra el pueblo argentino anterior a la Dictadura cìvico-militar-eclesiàstica.
Pero ni la perspectiva histórica ni el dato testimonial deberían agotar la cuestión.
No fue un plan diabólico, no fueron locos los que lo pergeñaron ni descerebrados los que lo llevaron a cabo. Fue una declaración de guerra que no ha perdido vigencia. Que se inscribe en la remanida historia de una lucha desigual: la de un Pueblo buscando su destino frente a un enemigo poderoso que lo oprime, explota y somete.
Basta que asome un mínimo cuestionamiento a ese òrden “natural” por ellos establecidos, para que toda la ferocidad bombardee la cotidianeidad y el porvenir con su vòmito odioso de mentiroso republicanismo y violenta represión.
Pero no será sino Resistiendo que el Pueblo ganarà la batalla. Si acompaña o no el gobierno que ese mismo Pueblo vota no es una cuestión menor, pero de seguro lo decisivo es la resistencia. Si hay algo que enseña la historia no es sòlo que no se repite, sino que no la protagonizan los que renuncian a ella. Ni la resignación ni la medida de lo posible son respuestas vàlidas. Si la correlación de fuerzas no da, habrá que demostrar que se hizo lo imposible por cambiarla. Ningùn ser providencial, jefa o jefe incuestionable lo hará y mucho menos desde la superestructura. El Pueblo sólo debe confiar en sus propias fuerzas, organizadas, crìticas, politizadas, unidas. El enemigo siempre es el mismo, es insaciable y sigue al acecho.
Ismael Jalil

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