Quién gobierne el Corazón del Mundo gobernará el Mundo”
La desinformación o la abierta adulteración de las noticias, son algunas de las estrategias de manipulación mediática de las masas que obturan la comprensión del fenómeno de la guerra. Pero la investigación histórica, el análisis de las concepciones geopolíticas y de los acontecimientos subsiguientes permiten comenzar a entender la lógica de las grandes potencias para explicarnos los acontecimientos actuales.
Nos parece relevante el papel jugado por Zbigniew Brzezinki (1928-2017) asesor de seguridad nacional de sucesivos gobiernos estadounidenses (1). El mismo, siguiendo a Mackinder, quien consideraba que el control geopolítico del mundo dependía del dominio de Eurasia, acuñó la frase: Quién gobierne el Corazón del Mundo gobernará el Mundo, refiriéndose concretamente a Ucrania. La Redacción.
10 marzo, 2022
Para Brzezinski, la clave de su «geopolítica de pivote» era Ucrania, sostenía que si Ucrania se incorporaba a la OTAN este hecho la transformaría en “un puñal que apuntaría directo al corazón de Moscú, debilitando definitivamente a Rusia”.
EDITORIAL DE LA REVISTA ESTADOUNIDENSE «MONTHLY REVIEW»
Mientras escribimos estas notas a principios de marzo de 2022, los ocho años de una guerra civil limitada en él este de Ucrania se ha convertido en una guerra a gran escala. Este hecho representa un punto de inflexión en la Nueva Guerra Fría y una gran tragedia humana. Con la amenaza de un holocausto nuclear, este evento está poniendo en peligro a todo el mundo.
Para entender los orígenes de esta Nueva Guerra Fría y la entrada de Rusia en la guerra civil ucraniana, es necesario conocer las decisiones que tomó Washington cuando terminó la anterior Guerra Fría se dio forma al llamado “Nuevo Orden Mundial”.
Un tiempo, después de los acuerdos que pusieron fin formal a la guerra fría, Paul Wolfowitz, subsecretario de Defensa del presidente George H. W. Bush, expuso la nueva Política de Defensa de EEUU: « Ahora nuestra política [después de la caída de la Unión Soviética] debe centrarse en impedir la aparición de cualquier futuro potencial competidor global.»
Según Wolfowitz: «como Rusia seguirá siendo teniendo un fuerte poder militar en Eurasia, por tanto es necesario debilitar su posición geopolítica de forma permanente e irrevocable. Debemos hacer esto antes que esté en condiciones de recuperarse, por tanto, tenemos que atraer a la órbita occidental a todos los estados que la rodean y que anteriormente fueron parte de la Unión Soviética o que eran parte de su esfera de influencia («Fragmentos del Plan del Pentágono:» Prevenir de la Re-Aparición de un Nuevo Rival’,» New York Times, 8 de marzo de 1992).
El documento denominado “Orientación para la Defensa de Estado Unidos, elaborado por Wolfowitz fue adoptada por la Casa Blanca con el respaldo tanto de los demócratas como de los republicanos. De esta manera, los planificadores estratégicos del Imperio, coincidían con la doctrina de geopolítica clásica elaborada por Halford Mackinder en la Gran Bretaña Imperial antes de la Primera Guerra Mundial.
Una doctrina geopolítica que fue perfeccionada en la década 1930-1940 por Karl Haushofer de la Alemania Nazi y Nicholas John Spykman de los Estados Unidos. Fue Mackinder, quien en 1904 introdujo la noción que el control geopolítico del mundo dependía de la dominación de Eurasia (la principal masa de la tierra de los continentes asiático y europeo) al que se refirió como el “corazón del mundo”. Así surgió su conocida cita: Quién gobierne el Corazón del Mundo gobernará el Mundo
La Guerra en Eurasia
Debido a su identificación con la Alemania Nazi esta visión de la geopolítica fue ocultada a la opinión pública durante mucho tiempo. Sin embargo, los fundamentos de esta doctrina dirigida a dominar el mundo han presidido la estrategia de los principales países capitalistas, inspirando el pensamiento de figuras como Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski.
A fines del siglo pasado, con la desaparición de la Unión Soviética, y la emergencia de los Estados Unidos como Poder Unipolar, la geopolítica – y sus raciocinios de dominación mundial – fueron reconocida abiertamente por los planificadores estratégicos de los Estados Unidos, generando una post-Guerra Fría de carácter Imperial (John Bellamy Foster, «La Nueva Geopolítica del Imperio,» revista Nº 57, enero 2006).
El arquitecto más importante de esta nueva estrategia imperial fue Zbigniew Brzezinski, quien, como consejero de seguridad nacional de Jimmy Carter, planificó hasta el detalle una guerra-trampa para los soviéticos en Afganistán. Bajo su dirección se implementó, la instrucción secreta de Carter de julio de 1979, que ordenaba a la CIA, reclutar, entrenar y armar a los Muyahidines, creando una red de fanáticos religiosos, desde Pakistán hasta Arabia Saudita, para luchar en Afganistán.
La preparación militar de los Muyahidines, y de otros grupos terroristas en Afganistán, todos organizados por la CIA, precipitó la intervención Soviética, conduciendo a una guerra de guerrillas interminable que terminó por desestabilizar de la Unión Soviética.
Cuando se le consulto a Brzezinski si estaba arrepentido de haber organizado y armado al terrorismo islamista, que atacó a las torres gemelas el 11 de septiembre, respondió diciendo simplemente que “la destrucción de la Unión Soviética valió la pena” (Natylie Baldwin, «Brzezinski Mad Estrategia Imperial, 13 de agosto de 2014;).
Dado su controvertida reputación Brzezinski desapareció de los foros oficiales, pero siguió siendo el principal asesor de todas las posteriores administraciones norteamericanas. Por más de tres décadas Brzezinski, fue el pensador que articuló la gran estrategia contra Rusia. Y, a pesar que en Rusia había una sólida opinión negativa de Brzezinski, en la década de 1990, durante el gobierno de Boris Yeltsin, se instalaron en el entorno del Kremlin una serie de marionetas del estratega polaco-estadounidense.
La guerra de la OTAN que desmembró a Yugoslavia sólo fue el inicio la expansión de la OTAN hacia el este.
Washington, en el momento de la reunificación alemana, le prometió a Mikhail Gorbachov, que la OTAN no se ampliaría «ni una pulgada» hacia el Este. Sin embargo, Bill Clinton, durante la campaña para su reelección, se manifestó abiertamente favorable a la expansión de la OTAN y después de ser reelegido puso en marcha esta política expansionista de la OTAN que han mantenido todas las posteriores administraciones norteamericanas.
Poco después, en 1997, Brzezinski publicó “El Gran Tablero de ajedrez: Primacía Estadounidense y sus Imperativos Geoestratégicos” (2), en el libro explicaba que los Estados Unidos estaban «por primera vez en posición de dominar Eurasia” y poder convertirse en «el árbitro principal de las relaciones de poder» De esta manera, según Brzezinski, los Estados Unidos se convertirían en el «primer» y el «último imperio global” (Brzezinski, el Gran Tablero de Ajedrez [Basic Books, 1997].
Para que la Alianza Atlántica, bajo el liderazgo de EEUU, dominara Eurasia, era necesario en primer lugar tener primacía sobre lo que Brzezinski llamó «el agujero negro» que dejo la Unión Soviética con su salida de la escena mundial. Esto significaba reducir a Rusia hasta el punto que ya no pudiera sostenerse como estado viable.
Para Brzezinski, la clave de su «geopolítica de pivote» era Ucrania, sostenía que si Ucrania se incorporaba a la OTAN este hecho la transformaría en “un puñal que apuntaría directo al corazón de Moscú, debilitando definitivamente a Rusia”.
Advirtió, con agudeza, que cualquier intento de lanzar a Ucrania contra Rusia, sería visto por los rusos como una amenaza a su seguridad nacional, una línea roja. Entonces la «ampliación de la OTAN hasta Ucrania “requerirá del envió de armas estratégicas hacia el Este” y esta estrategia exigirá “la aprobación de Europa, especialmente de Alemania” (Brzezinski, El Gran Tablero de Ajedrez, 41, 87-92, 113, 121-22, 200).
Los Estados unidos, escribió Brzezinski, deben “apoyar sin demora la expansión de la OTAN hacia el Este incluyendo a Ucrania, un país con el que Rusia comparte 1.200 millas de la frontera. Sin tener a Ucrania del lado occidental inevitablemente Rusia caerá en los brazos de China. Y ambos países podrían formar un bloque anti-hegemónico que se opondrá a los Estados Unidos”.
El resultado sería una situación geopolítica similar a la de principios de la Guerra Fría cuando existía el bloque Chino- Soviético, aunque esta vez Rusia sería mucho más débil y China sería mucho más fuerte. La solución para Brzezinski era presionar a China a través de Taiwán, Hong Kong, y la Península de Corea, utilizando la alianza que “tenemos con Japón y Australia”. Esta alianza, más la OTAN, le daría a Estados Unidos “una posición favorable en el combate contra China y a Rusia”.
De acuerdo con la “doctrina Brzezinski”, para domeñar Eurasia había que dar jaque mate a Rusia utilizando su eslabón más débil: Ucrania. El dominio de los EEUU y de la OTAN sobre Ucrania “será una amenaza de muerte para Rusia, que probablemente a mediano plazo puede contribuir a su disolución tal como la conocemos hoy en día”. El siguiente objetivo es necesariamente China, que “debería ser desestabilizada desde su Extremo Oeste (Brzezinski, El Gran Tablero de Ajedrez, 103, 116-17, 164-70, 188-90).
Las acciones tomadas por Washington en las últimas tres décadas han seguido al pie de la letra la geo-estrategia descrita por Zbigniew Brzezinski en «El Gran Tablero de Ajedrez». Desde la caída del Muro de Berlín en 1989, la OTAN ha absorbido quince países, todos hacia el Este, (y, todos formaban parte del Pacto de Varsovia, o fueron regiones de la Unión Soviética).
La OTAN tiene un completo despliegue militar en las fronteras de Rusia y Bielorrusia. Por lo que se sabe los Misiles de la OTAN ubicados en Polonia, Rumania y Europa Central apuntan directo a Moscú y sus tropas se concentran en Estonia, Lituania, Letonia, Polonia y Rumanía. (¿Por Qué Rusia Quería Garantías de Seguridad desde el Oeste?, CNN, 10 de febrero de 2022)
En 2014, Washington planificó un golpe de estado en Ucrania para derrocar al presidente Víctor Yanukovich. Este presidente elegido democráticamente, hacia menos de un año, quería ser ingresar a la Unión Europea, pero las condicionalidades impuestas por la UE y el Fondo Monetario Internacional, obligaron a Yanukovich a volverse hacia Rusia en busca de ayuda económica. Su cambio de posición encolerizó a Occidente que decidió orquestar el golpe de estado de Maidan. El nuevo líder ucraniano fue respaldado inmediatamente por los Estados unidos.
El golpe de estado se llevó a cabo, en parte, por un movimiento neo-nazi, con fuertes raíces históricas en la Ucrania fascista de la segunda guerra mundial. En su momento la organización fascista encabezada por Stephan Bandera apoyó y participo activamente en la invasión Nazi de la Unión Soviética siendo parte de las SS ucranianas. Hoy en día, sus herederos, conforman el Batallón Azov, que ya es parte integrante del ejercito ucraniano, que ha sido rearmado hasta los dientes por el Pentágono.
El control de Ucrania por la derecha ultra-nacionalista y una rusofobia delirante llevo a una brutal represión en la ciudad de Odessa donde más de cuarenta personas que fueron quemadas vivas en el local de los Sindicato, después del golpe de estado (Bryce Verde, «Lo que realmente deberíamos saber sobre Ucrania,» 24 de febrero de 2022;
En reacción a la violenta represión contra los rusos étnicos, la península de Crimea, predominantemente de habla rusa, decidió reintegrarse a Rusia a través de un referéndum (a todo el mundo, también, se les dio la opción de ser parte de Ucrania)
En el contexto de una guerra civil entre ucranianos, la mayoría de la población de habla rusa de la región de Donbass, se independizó de Kiev formando las repúblicas populares de Luhansk y Donetsk. Las nuevas repúblicas secesionistas recibieron el apoyo militar de Rusia, mientras que Kiev ha recibido durante años armas e instructores militares occidentales, en un proceso que tiene como objetivo la incorporación de Ucrania a la OTAN (Arina Tsukanova: Por qué se anexionó la Península de Crimea, el 28 de marzo De 2017).
En la guerra de Ucrania cerca de 14.000 personas de habla rusa han asesinadas y 2,5 millones de personas se han refugiado en Rusia. Los enfrentamientos iniciales se detuvieron parcialmente con los Acuerdos de Minsk en el que participaron Francia, Alemania, Rusia y Ucrania. Estos acuerdos refrendados por el Consejo de Seguridad de ONU reconoce a las regiones de Donetsk y Luhansk el derecho de auto-gobierno, aunque deberían mantenerse dentro de Ucrania.
Sin embargo, el conflicto militar se ha mantenido. En febrero de 2022, más de 130.000 soldados de las tropas de asalto ucranianas rodearon a Luhansk y a Donetsk, rompiendo así los Acuerdos de Minsk (Abdul Rahman, ¿Qué Son los Acuerdos de Minsk? 22 de febrero de 2022)
Rusia insistió públicamente en el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk e hizo al menos dos importantes exigencias: Ucrania no debe ser parte de la OTAN y hay que terminar con la escalada militar dirigida contra la Repúblicas del Donbass.
Por su parte, Vladimir Putin declaró que estas demandas son» líneas rojas para la seguridad de Rusia” y sí se cruzan obligarían a Moscú a responder. Cuando Ucrania empujada por los Estados Unidos y la OTAN decidió cruzar esas “líneas rojas” bombardeando el Donbass, Rusia intervino masivamente en la guerra civil ucraniana, para ayudar a las asediadas Repúblicas de Donetsk y Luhansk.
La guerra, en general, es siempre un crimen contra la humanidad y hoy en día una guerra entre las grandes potencias nos amenaza con la aniquilación total. La única respuesta que debemos es darle una oportunidad a la paz.
Pero, para lograr la paz hoy se requiere encontrar una solución que garantice la seguridad de todas las partes en la guerra civil ucraniana y también que asegure la seguridad de Rusia. También, no debemos olvidar que la guerra es un mal endémica en el sistema capitalista, y que sólo el regreso a una vía socialista tanto de Ucrania como de Rusia podrá ofrecer una solución duradera.