Escribe Ismael Jalil
El viejo proyecto imperial considera a Nuestramèrica su patio trasero y en su formulación actual ya no necesita de los regímenes militares para imponerse.
Cuando nos conformamos como Misión de Solidaridad con los Pueblos hermanos de Nuestramèrica, supimos que màs temprano que tarde lo que ocurría en Chile, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perù – si bien por razones que responden a circunstancias muy particulares de cada Naciòn- ocurriría en la Argentina.
Es que el viejo proyecto imperial considera a Nuestramérica su patio trasero y en su formulación actual ya no necesita de los regímenes militares para imponerse. Hoy le alcanza con democracias procedimentales, recortadas, un eufemismo de estado de derecho en el que se esconde un auténtico estado de excepción y en dónde ella, la excepción, se ha convertido en regla.
Asì, la desigualdad se ha agigantado y tal como en su momento lo demostraron los pueblos chileno, colombiano y ecuatoriano, la respuesta popular no se hizo esperar. En su caso, tanto los hermanos bolivianos como los peruanos, por intentar combatirla desde sus respectivas presidencias populares, sufrieron la imposición de gobiernos de facto con el patrocinio de la embajada estadounidense y la complicidad de una OEA que le responde acríticamente.
En todos esos países (absolutamente en todos) la represión sobre población civil indefensa fue una constante, un denominador común. Compitieron sus fuerzas represivas por ver quién era más cruel aunque su pertrechamiento sofisticado, sus lineamientos generales en políticas represivas, respondían a un mismo modus operandi. El discurso oficial de la defensa de la democracia chocò una y mil veces contra la realidad que la negaba. Nada más que releer los diferentes informes que realizamos describiendo, dando testimonio y ofreciendo el canal para que las compañeras y compañeros de todos esos países pudieran denunciar las violaciones sufridas.
Desaparición física de personas, muertes, torturas, detenciones y allanamientos arbitrarios, grupos parapoliciales, entre otras, conforman un menú de respuestas que desde el poder fueron brindando a lo largo y ancho de un continente riquìsimo pero con enormes porcentajes de población empobrecida y una bochornosa tasa de concentración de la riqueza.
Ahí estuvimos, en Santiago, en el Alto, en Popayàn, en Juliaca, en Quito…
Hoy nos toca en nuestra Jujuy.
Porque la Argentina no ha quedado al margen de ese proyecto imperial y tiene entre varios de sus dirigentes, coaliciones y espacios políticos a meticulosos y disciplinados esbirros, secuaces que conocen al Pueblo no por sus ojos, sino por la espalda, “de allá para acà” según el sentido de sus balas como les supo reprochar Roque Dalton.
Y en Jujuy manda (gobernar es otra cosa nunca una conducta militar) un “digno” referente de esas políticas de entrega y sujeción al poder imperial. Gerardo Morales se llama quien lleva varios años en el Poder y entre sus “logros” tiene – a modo de ejemplo- educadores a los que les paga 35 mil pesos de sueldo básico, y trabajadores de la salud a quienes les remunera 26 mil pesos también de básico. Jujuy no tiene paritarias , es Morales quien al modo emperador establece los aumentos salariales. Y tiene pobrerío mayormente descendiente de pueblos originarios sometidos a la extorsión permanente por la amenaza de desalojos entre otras cuestiones.
Todo ello se da en el contexto de una provincia que cuenta con una de las reservas màs impactantes del mundo en materia de Litio (el mineral estrella de la actualidad).
Pan American Energy, Breakthroug Energy Ventures, The Engine, Lilac Solutions, Lake Resources, son de los más renombrados capitales que se han instalado en la Provincia y con quien el gobernador Morales ha hecho negocios incompatibles con la naturaleza estratégica de ese recurso a más de dudosa naturaleza ética.
Para someter a su pueblo y obligarlo a acatar el deterioro en sus condiciones de vida, al tiempo que realizaba sus negocios oscuros, la rémora de una Constitución surgida en los primeros años de la democracia argentina, se le presentaba como un impedimento insalvable.
Por ello, contando con la complicidad de un Partido Justicialista que avergüenza a quienes alguna vez vieron en esa construcción política aspiraciones liberadoras, llevó adelante con tratamiento exprés una reforma constitucional en la que limita y coarta el derecho a la protesta, estigmatiza y viola los derechos de pueblos originarios y concentra para sì la explotación del recurso estratégico de la Nación. Y acostumbrado como está a las prácticas de la coalición política que integra, desarticula el Tribunal de Cuentas de la Provincia que es quien -nada menos- controla los negocios del Poder.
La apariencia de tratamiento reglamentario, el manto de presunta legalidad no salva la cuestión central que rodea a esta reforma: la ausencia de legitimidad. Sin ella es imposible diseñar ninguna política democrática y mucho menos una reforma constitucional como la que se pretende.
El Pueblo jujeño dijo entonces BASTA! Basta de hambrear al pueblo! Basta de perjudicar los intereses de la Naciòn en beneficio de capitales gringos! .
Y salió a las calles desde hace casi un mes. Maestras y maestros, enfermeras y enfermeros, trabajadoras y trabajadores de diversas actividades fueron ocupando las calles de San Salvador con la fuerza y la convicción de quienes depositan en sus propias fuerzas la confianza necesaria para triunfar. Desde la Puna fueron bajando los Pueblos originarios, pobres y perseguidos como clase y se sumaron como hoy lo hicieron los mineros.
Morales, su régimen y sus consortes de causa de Juntos por el Cambio, jamás aceptarían el acto de dignidad que implicaba el Basta! de las clases subalternas de la Provincia. Y redobló la apuesta.
En ese escenario, propuso la reforma constitucional, haciendo caso omiso al reclamo popular, rehuyendo al debate, formalizando la ilegitimidad con actos vergonzosos de ninguneo y agraviantes de las prácticas democráticas. Y apostò (siempre con la complicidad del Partido Justicialista) a reformar la Constituciòn contra toda opinión disidente.
Y así se llegó al 20 de Junio, en el que la provocación llegó a su punto más alto cuando la apariencia de constituyente sesionó y juró (con el pueblo ardiendo en las calles), una constitución amañada, mal concebida y peor parida.
El cuadro se completa con un despliegue represivo inaudito en las calles, con todas las violaciones inimaginables a las más elementales reglas de la convivencia democrática, provocando y alimentando una represión desbordante de violencia y crueldad. Con heridos graves, detenidos arbitrariamente, allanamientos inverosímiles, con vehículos no oficiales, con amenazas a defensores de organismos de DDHH. Poco le importó a Morales coincidir con los tristemente célebres ex funcionarios de Bolivia como el detenido ex ministro del Interior golpista Murillo o el vencido ex presidente Duque de Colombia, al esgrimir que la protesta no era genuina ya que no serían jujeños los promotores y participantes de la protesta. (Según su propio Jefe de Policía “por la tonada” podían saber que no se trataba de lugareños).
Todavía hay detenidos, un trabajador hospitalizado producto de un disparo de granada de gas lacrimógeno en su cabeza y que debió ser intervenido quirúrgicamente para salvarle la vida. Un adolescente con pérdida de la visión de un ojo habla por sÍ mismo de la brutalidad y ausencia de proporcionalidad, necesidad, racionalidad en el uso de la fuerza que es monopolio del gobierno provincial. No es violencia institucional, es represión y de la más cruenta. Y continúa, porque el Pueblo Jujeño, a esta altura, el Valiente Pueblo Jujeño sigue en las calles. Hoy los cortes y la presencia multitudinaria se extienden por toda la Provincia.
Nos sobran motivos para conformar la Misiòn de Solidaridad con nuestros hermanos de Jujuy.
Nos sobran motivos para reclamar solidaridad con nuestros hermanos de Jujuy.
Nos sobran motivos para exigir al Gobierno Nacional que tome intervención y frene la cacerìa que hasta estas mismas horas sigue ejecutando el gobernador Morales.
Nos sobran motivos para hacer lo que no hacen los que tienen responsabilidades políticas pero se distraen de espaldas al Pueblo.
Y nos sobran motivos porque no estamos al lado de nuestro Pueblo, sino que provenimos de sus entrañas. No podemos no estar en Jujuy.
Como sostenía Rodolfo Walsh: “…el pueblo aprendió que estaba solo y que debía pelear por sì mismo y que de su propia entraña sacaría los medios, el silencio, la astucia y la fuerza”.
Nos sobran motivos.