SIN CIENCIA NO HAY CONAN

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Un señor que “ama” a los perros (como el tÍtulo de la novela de Padura, aunque las comillas me pertenecen) me respondió “SOS UN POBRE HOMBRE” al envío de la foto que rezaba “SIN CIENCIA NO HAY CONAN” que gentilmente le envié desde el corazón de la marcha en la ciudad de Mendoza. La anécdota sin embargo es necesario correrla del agravio personal porque es emblemática en cuanto retrata a la gran mayoría de quienes defienden al gobierno de Javier Milei.

Defensa que se exacerba cuando planteamos la aplicación de correctivos constitucionales para que cese desde la gestión del poseído esta andanada de barbaridades que están desplegando contra el Pueblo todo. Juicio político de rango constitucional y la multitud en la calle reagrupando las desigualdades solitarias en un sólo puño, son dos ejercicios democráticos que a esta altura se tornan imprescindibles. Nada más democrática que la “renuncia” de De la Rúa gracias a la resistencia popular del 19 y 20 de Diciembre de 2001. Nada más democrático que el principio del fin del gobierno de Duhalde merced al heroico 26 de Junio de 2002 en el Puente Pueyrredón. Como acaba de decir Pedro Aznar: “La democracia no es solamente votar cada cierto número de años”. Si bien es cierto que la información proviene de relevamientos de dudosa rigurosidad, el gobierno de quien habla con su perro muerto tendría aún numerosos defensores. No me refiero a los únicos beneficiados con su gestión, los “héroes” fugadores de divisas, timberos culones de Llao Llao, sino a aquellos que se parecen al señor de Tupungato, el de la anécdota, que está jubilado como empleado del estado municipal. Lo sostienen sin argumentos, lo defienden sin otra razón que el enorme pánico o el tremendo odio a lo popular que los caracteriza. Para ellos, todos los que levantamos la necesidad de un URGENTE cambio de rumbo somos pobre gente. No ignoran, pero como son cuasi religiosos, poco les importa que haya multitud de razones para salir a las calles y permanecer en ellas hasta que lo logremos.

El 570% de aumento de los servicios a las Universidades es un ataque indisimulado no a una élite sino al Pueblo todo. Inclusive a la mayoría de ellos y de sus parientes -que entiendo deberían ser más cuidados que la memoria de un perro clonado-. Que defender a una Universidad que se inscribe en el 1% de las mejores del mundo y que invierte por estudiante 15 veces menos que la UNAM (Mèxico) y 8 veces menos que la de San Pablo, ambas consideradas las mejores de la región, forma parte del capital simbólico y material en el que se deben depositar las verdaderas esperanzas. Salvo que pensemos en las fuerzas del cielo y en un grito histérico sobre la libertad que están destinados a acrecentar el pánico social antes que el desarrollo comunitario. Les tiramos datos y argumentos para discutirlos, no utilizamos verdades reveladas, pero ellos descreen de estos mecanismos. Claro, se amparan en fraseología pseudo democrática porque son cualquier cosa menos giles y entonces acusan “ánimo destituyente” o nos identifican con la defensa de gobiernos anteriores con una lógica poco menos que absurda. Ni una cosa ni la otra.

Destituir a un mal presidente es un recurso constitucional y a los gobiernos anteriores se les reprochó entre otras cuestiones, desde la precarización laboral que permitió al actual despedir a mansalva hasta el pésimo manejo de la cuestión energética que hoy “habilita” a fijar tarifas demoledoras para las economías familiares y pequeños productores.

La mala intención es socia de la mala fe. En el fondo y utilizando una definición del gran mendocino Enrique Dussel, no son otra cosa que víctimas del proceso de colonización que los ha llevado a no repensar la “ciencia” económica y a proyectar como positivo lo que es una tragedia de la humanidad: naturalizar las barbaries del capitalismo. Es lamentable su escasa o nula capacidad de respuesta. Hay que decir que muchos de los votantes de “Jamoncito” sin embargo han reconocido la defensa de la Educación Pública como esencial. Eso permite (y obliga) a tender un puente con esa gente. Es de esperar que lo ocurrido ayer sea el comienzo de otro fin que ojalá y a diferencia de los otros, no tiña de sangre las calles. Se conseguirá con la masividad de la protesta y si la discusión la establecemos francamente.

Ayer caminé un buen rato al lado de un señor de apellido Rodríguez, un hombre muy mayor que se identificó como peronista y con el que coincidimos en la necesidad de generar lo nuevo cuanto antes. Él sin renunciar a su respetable ideal y yo sin subordinarme a lo que mande la Jefa o el Jefe de ningún movimiento que deriva siempre en el mal menor.

Justo cuando estaba reordenando estas letras, una querida amiga me mandaba un mensaje “revelador”: “Hitler – que no conocía la bondad, detestaba a los que sentían piedad porque la consideraba una debilidad- amaba con locura a su perro. Antes de sucidarse lo mató para que no sufra su pérdida”.

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