Repudio absoluto a la decisión del fiscal Rìvolo de ELEVAR LA CAUSA A JUICIO que investiga el intento de magnicidio contra la Vicepresidenta de la Naciòn.
Escribe Ismael Jalil
El intento de asesinar a Cristina Fernández de Kirchner claramente no se circunscribe a los autores materiales (los tres sicarios que afortunadamente fallaron). Y al afirmar esto, estamos diciendo que el crimen tiene un correlato político y una responsabilidad que se extiende a referentes mafiosos de la oposición cambiemita (desde la familia Caputo hasta el tándem Milman Bullrich sospechados de financiar , organizar y encubrir el crimen respectivamente).
Desde lo técnico es sabido que la elevación a juicio debe producirse una vez agotada la instrucción, en caso contrario deberían ordenarse las medidas tendientes a esclarecer toda la trama para que todos los involucrados sean juzgados legal y legítimamente. Y para que la víctima (en este caso la querellante Cristina Fernández) encuentre satisfecha la necesaria pretensión de Justicia.
Las pruebas que no se realizaron oportunamente (secuestros de telefonía celular de Millman y su patota, la citación de Bullrich en tanto en su estudio se llevaron a cabo las tareas de encubrimiento y obstrucción de prueba , por citar sólo dos de ellas) no sólo hablan de la extraña ineficacia de la investigación en manos de la Jueza Capuchetti ahora refrendada por el fiscal Rívolo, sino que corren la trama del procedimiento judicial hacia el contexto político sin el cual se invalida cualquier análisis.
Es decir, estamos ante una clara decisión política de evitar la verdad.
Lo que hay que determinar es si la misma nació en la mafia judicial ocupante del edificio de Comodoro Py o ella es simplemente (y nada menos) que la ejecutora material de una maniobra diseñada y patrocinada por la otra asociación delictiva, la que suele declamar república e institucionalidad pero está ligada a crímenes políticos diversos (la provisión de armas para el golpe sangriento en Bolivia, la desaparición y posterior asesinato de Santiago Maldonado, el fusilamiento de Rafael Nahuel, entre los más notables).
Ya es algo más que curioso que todas esas causas lleven la misma impronta de la que tiene a la Vicepresidenta como víctima. Maniobras judiciales que tienden a ensuciar la investigación, encubrimientos, fallos absurdos que confieren fueros y jurisdicciones de atracción para Comodoro Py, rechazo de medidas de pruebas indispensables presentadas por las querellas, complicidad desinformativa de los medios hegemónicos, en definitiva IMPUNIDAD.
Insistimos con que estamos ante una decisión política antes que jurídica.
Así como cuando el Estado reprime y tortura a alguien, lo está haciendo contra el cuerpo social en su conjunto, lo que la justicia (así, con minúscula despreciable) está haciendo desde aquella noche fatídica de Setiembre, lo está haciendo no sólo contra Cristina Fernández, sino contra el resto de la sociedad. Aunque la propia Vicepresidenta escriba cartas y tuitee que “me quieren presa o muerta”, lo que omite (tal vez porque forma parte de sus insalvables contradicciones y límites ideológicos) es que la justicia es de clase. Como los conceptos de ley o libertad, son una “forma de conciencia” (Marx) que corresponden a los intereses de las clases dominantes.
No faltará quien lea que detrás de su figura estamos afirmando que se plantean intereses de las clases subalternas. Y en cierta medida es así. Porque muchas compañeras y compañeros se ven representados en ella. Que su apego a la conciliación de clases probablemente demuestre lo contrario, es harina de otro costal. Para muchas y muchos compatriotas de clases subalternas ella es una indiscutida referenta. Y para las clases dominantes es un factor siempre a tener en cuenta a la hora de consolidar posiciones. Y aquí está la razón fundamental de este paso judicial impúdico. Ni siquiera la infundada condena recibida en la causa Vialidad expresa tan abiertamente esta cuestión. La intentaron matar, pero no le estaban disparando sólo a ella. Se trata de ocultar y de no llegar a la verdad. Los dejaría expuestos definitivamente.
No comparto la idea de su proscripciòn. Es un argumento atendible y con mucho sustento en boca de quienes defienden esa teoría. Pero la discusión se termina si en vez de hablar de una elección de piso y de tercios – como ella misma lo admitiera- contara con la masa de votos necesarias para establecer que en la Argentina la Justicia social, la independencia económica y la soberanía política son banderas que ondean y que no fueron arriadas por quienes sostuvieron acríticamente lo posible, la presunta desfavorable correlación de fuerzas o el mayor fracaso colectivo que fue el desmovilizador “Hay 2019”.
La Elevación a Juicio “a la que te criaste” es una prueba de que la clase dominante maneja los hilos de esa compleja trama que algunos bobos omiten. Bobos que además repiten como verdades reveladas: “la independencia de poderes, el republicanismo, la igualdad ante la ley…”
Nada de eso existe.
Lo que sólo aparenta, ha renunciado a ser.