SEGUIMOS PERDIENDO LOS MISMOS DE SIEMPRE

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Balance de un año de gobierno.

Se cumple un año del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kírchner. Un balance ecuánime no puede prescindir de los elementos que lo hacen tan complejo. El gobierno del Frente de Todos que subió acompañado por el fervor y la esperanza del pueblo después de cuatro años de destrucción macrista, recibió un país endeudado  que a poco de andar se vio envuelto en el drama mundial de la pandemia. 

Para comprender los alcances y limitaciones del gobierno no podemos olvidar su marca de origen, un acuerdo por derecha  entre distintas fracciones para derrotar a Macri en las urnas, contra un fondo de ausencia de masas movilizadas en las calles. Muy distinto al proceso que precedió  al ascenso de Néstor Kírchner.

Ya el propio plan de emergencia de diciembre de 2019  aparentemente destinado a auxiliar a los más vulnerables anticipaba el posterior recorrido sinuoso de la administración del F de T. En el proyecto se incluía una partida de 4571 millones de dólares para pago de obligaciones de la deuda. Evidentemente cumpliendo así un acuerdo previo  con el FMI. Se congelaron las paritarias por seis meses con el apoyo de las cúpulas sindicales a cambio de una suma fija. Desvestir un santo para vestir otro fue la fórmula, sacarle a los sectores medios para auxiliar a los más sumergidos evitando rozar ni por accidente a los grupos económicos más poderosos del  país.

Si como lo revelara el ex funcionario de la administración Trump, Mauricio Claver, por recomendación del presidente norteamericano el FMI concedió un préstamo al gobierno de Macri contrariando  las propias normas del organismo  para apoyar a la derecha ante las elecciones presidenciales, debemos de todas formas pagar esa deuda odiosa, inmoral e impagable; ni la quita parcial, ni los plazos acordados y otros retoques cosméticos alcanzan a tapar el hecho de que una vez más los pagadores seriales seremos los trabajadores y el pueblo. Hecho perfectamente comprobable en los recortes al gasto público que exhibe el Presupuesto 2021. Lo que hemos podido verificar es que para el gobierno de Fernández más allá de los discursos, la prioridad fue y es  el  pago a los bonistas y al FMI.

La pandemia se llama capitalismo

La pandemia por el COVID 19 no hizo sino visibilizar aún más y profundizar las enormes desigualdades sociales en la Argentina. La correcta  decisión del gobierno  de implantar el ASPO (protocolo de aislamiento social preventivo y obligatorio) recomendada por un comité de médicos y científicos nunca llegó a cumplirse cabalmente en razón de una combinatoria de factores. No pudieron cumplir la cuarentena  millones de trabajadores precarizados, o que sobreviven en la economía informal  ni  los hogares más pobres, donde las familias viven hacinadas y carecen de servicios básicos como agua potable, cloacas, luz etc. Insuficientes, y a veces tardías fueron las medidas de asistencia como el IFE, el aumento de la AUH con que el gobierno intentó paliar el padecimiento de ese sector que durante estos meses no ha hecho sino aumentar. Por otra parte la presión de las patronales sobre sus trabajadorxs  para “normalizar” la actividad económica sin cumplir una sola medida de protección hacia aquellxs. Y por último el sabotaje militante de un sector minoritario pero activo, fogoneado por la oposición de derecha. Un capítulo aparte merece el enorme esfuerzo llevado a cabo por nuestrxs trabajadorxs de la salud en el cuadro de un sistema sanitario desfinanciado durante muchos años. Y no hay duda que las medidas que se tomaron, a pesar de su insuficiencia, redujeron notablemente los contagios y la mortalidad.

Con el propósito de evitar los despidos, el gobierno subsidió a grandes grupos económicos como Techint, Roggio, Rocca, Coto etc. que de todas maneras siguieron poniendo trabajadorxs en la calle. Durante el período  se perdió la enorme oportunidad de expropiar al grupo agroindustrial Vicentín que conservó su patente de corso para estafar como lo hizo,  al Estado,  durante muchos años.

Los grupos más concentrados de la economía, desde el vamos pusieron las fichas a poner de rodillas al gobierno y apoyándose en los medios hegemónicos y en un poder judicial absolutamente corrupto han desechado de modo sistemático las propuestas de diálogo y paz social hechas por el presidente. Torpedean toda iniciativa del oficialismo tendiente a algún tipo de redistribución de la riqueza, caso “bono solidario”. “En mayo pasado, el BCRA informó que 10 personas habían fugado capitales por casi 8.000 millones de dólares, en el marco de una fuga 10 veces mayor que ese monto. Vale considerar el dato, porque el monto fugado es más del doble de lo que se pretende recaudar con el discutido “aporte solidario”. Este recae sobre casi 10.000 personas y aquella cifra solo fue fugada por una decena de personas de gran capacidad económica”. (Fuente- Blog Julio Gambina- 21-11-2020.)

No existe un capitalismo donde ganemos todos

Si en años anteriores el entonces presidente Macri exhortaba al país a enamorarse de la directora del FMI Cristine Lagarde, hoy el presidente Fernández nos llama a construir “un capitalismo donde ganemos todos”. Es inútil abundar en argumentos contra estas propuestas tan poco atractivas porque el capitalismo sólo puede generar mayor desigualdad y miseria. El 44.2 % de pobreza que incluye a más de 8 millones de niñxs y jóvenes no se puede exhibir como  logro de algún tipo. Por el contrario, subraya la envergadura de la deuda social con el pueblo que es que tendría que priorizarse. Pero la realidad es muy otra. El “acuerdo de facilidades extendidas” firmado por el ministro Martín Guzmán con el FMI, medicina ya experimentada por la Argentina y más recientemente por Grecia implica enormes condicionalidades para el desarrollo económico, la reducción del déficit fiscal en primer lugar. Condicionalidad que se ve reflejada en el presupuesto 2021.

Las cúpulas sindicales más habituadas a dialogar con los capitalistas que con los trabajadores han dado su apoyo a un Pacto Social que esos mismos capitalistas rechazan y que como la experiencia histórica demuestra siempre se lleva puesto a los trabajadores.

Por cierto, el camino de las concesiones al gran capital no ha podido ser contrarrestado con la movilización popular, inhibida por los recaudos que sigue requiriendo la situación de pandemia. En tanto, la batalla cultural la venimos perdiendo por goleada. La brutal represión contra los ocupantes del predio de Guernica comandada y mediatizada como una gesta épica por el fascista Sergio Berni, fue la respuesta a la voz de orden del capital de defensa de la propiedad privada. Somos conscientes que Guernica es sólo un episodio, una de las tantas tomas de terrenos en el conurbano bonaerense que son reprimidas e invisibilizadas y seguirán porque los sectores más pauperizados en el cuadro de pandemia ven agravada su necesidad de un techo.

¿Cuál es la actitud a seguir frente al gobierno del FdeT? Al mismo tiempo que rechazamos de plano el camino de concesiones y recules con la excusa de la relación de fuerzas supuestamente desfavorable al gobierno, también lo hacemos con las miradas que prescinden del análisis de la relación de fuerzas y se refugian en un purismo que en su sectarismo  termina siendo funcional al enemigo principal. Hay una derecha desestabilizadora y golpista conformada por los enemigos históricos del pueblo argentino. Subestimarla es no haber aprendido las lecciones de la historia. Las transformaciones sociales que necesita nuestro país y Nuestra América requieren de un paciente proceso de acumulación política e ideológica, acumulación estratégica en la unidad y la lucha. Ese proceso de acumulación por abajo requiere tender puentes y vías de diálogo con las mayorías populares en el barrio, la escuela, el taller, la fábrica etc. sin actitudes sectarias ni seguidistas. Diálogo que incluya los grandes problemas del país: la necesidad de suspender e investigar el pago de la deuda, poner en discusión el modelo extractivista y de los agronegocios, la educación, la salud y el trabajo, los derechos de los pueblos originarios, de las disidencias sexuales etc.

 En esa batalla cultural se levanta hoy con fuerza sin igual  la movilización de las compañeras mujeres por la legalización del aborto seguro y gratuito. Que sea ley significará una enorme victoria del movimiento popular y sentará un mojón en la marcha hacia una nueva normalidad donde la lucha por la dignidad se haga costumbre. – 10 de diciembre de 2020.

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