En medio del dolor del pueblo pobre de Rosario, ciudad que lleva más de 60 muertes en lo que va del año, motivadas en crímenes por la hegemonía del poder narco, se ha desatado un impúdico show mediático basado en la hipócrita condolencia que sin embargo no escapa a la ola de fascistización que hace rato vienen instalando.
Desde las declaraciones oportunistas de una dirigencia neofascista que integran altos representantes, sobre todo de la coalición opositora JxC (Macri,Bullrich, Pichetto, Granata) hasta el desfile de opinólogos y audiencia convenientemente acicateada para concluir en la necesidad de una mayor respuesta represiva, el tema, con el episodio del ataque al negocio de la familia política de Messi, adquirió ribetes que es necesario contextualizar.
Se le atribuye nada menos que a Pablo Escobar Gaviria la siguiente sentencia: “no hay posibilidades matemáticas de que la policía termine con el narcotráfico”. Tal vez en esta afirmación se apoye la canchereada inoportuna del ministro Anìbal Fernàndez al pretender que “el narco nos ganó”. Pero en medio de semejante drama social, (PORQUE LO DE ROSARIO ES UN DRAMA SOCIAL ANTES QUE DE SEGURIDAD), detenerse solo en declaraciones para la ocasión, es contribuìr a la impostura.
La situación es mucho más compleja y tiene connotaciones geopolíticas íntimamente ligadas al desarrollo de la etapa actual del sistema capitalista en el que Rosario es un punto vital por las particularidades que ofrece su entramado portuario exportador, su vinculación con el agronegocio de la región y el despliegue siempre “eficiente” de un entramado empresarial, funcionarato de seguridad, poder judicial y ciertos referentes políticos que tienen a la democracia en jaque.
El proceso de reorganización hegemónica del capital, iniciado después de la Guerra Fría y aún no concluido, tiene en el negocio ilegal del tràfico de estupefacientes a uno de sus principales sostenedores.
Y son los EEUU primero con Nixon y luego con Reagan, quienes bajo diferentes eufemismos “enemigo público nùmero uno y guerra a las drogas”, (ver EL PAIS de Mayo de 1988) los que definitivamente consiguieron instalar la cuestión a nivel mundial para matar dos pájaros de un solo tiro.
Por un lado, el reciclado de excedente de capital y al mismo tiempo el patrullaje mundial de las sociedades conflictivas que se irían formateando a partir de la consolidación de las desigualdades que necesariamente traería la etapa actual del desarrollo sistémico,
Según datos concretos de Naciones Unidas a través de su oficina “Para el delito y la Droga” (ONUDD) la producción de cocaína creció exponencialmente en pandemia. El récord de 1982 toneladas implica un crecimiento superior al 11% respecto al último registro datado en 2019.
En cuanto a la superficie cultivada, la caída circunstancial del 7% en Colombia, se diluye frente a la envergadura del crecimiento que ha tenido en Perù y Bolivia con cerca del 15% respecto de años anteriores.
El negocio – siempre según la misma fuente- mueve entre 400 y 600 mil millones de dólares anuales. Es fácil comprender entonces la voracidad que despierta en aquellas organizaciones llamadas “carteles” o simplemente “la banda de …” en principio “ilegales” aunque resulte una paradoja si se comprende que están convenientemente “fiscalizadas” por organismos públicos, por caso la DEA estadounidense y en nuestro país con la directa integración de funcionarios del àrea de seguridad (por ej, el emblemàtico caso del Comisario Tognolli en Rosario detenido cuando ostentaba el cargo mayor en el programa de “lucha”… contra la droga).
Pero, por qué Rosario?
Rosario fue considerado en los años setenta el segundo puerto de envergadura comercial detrás del puerto de San Pablo (la principal ciudad industrial del Brasil).
El despliegue y la potencialidad que ofrecía por entonces la convertiría en un punto estratégico para el desarrollo comercial e industrial de la Argentina. Pero el quiebre institucional que significó el Golpe del 76, fue lapidario para esas proyecciones:
Hicimos el golpe para defender el capital y la empresa privada – dijo Ramón Genaro Díaz Bessone, comandante del Segundo Cuerpo de Ejército entre el 8 de setiembre de 1975 y el 12 de octubre de 1976, cuando fue reemplazado por Galtieri. Esa frase la planteó en el edificio de la Bolsa de Comercio de Rosario, en Corrientes y Córdoba, donde cientos de empresarios los aplaudieron de pie en octubre de 1977. La mayoría de las víctimas fueron jóvenes trabajadores con ideas revolucionarias que podían sintetizarse en que la felicidad sea patrimonio de todos y no la propiedad privada de unos pocos.
Casi cuatro décadas después, el capital y la empresa privada tiene formas legales e ilegales para multiplicarse, una de ellas, el narcotráfico; y los pibes, una vez más, son las víctimas fundamentales. No fue casual. La recuperación económica de la región, a partir de 2005, según coinciden estudios de la Universidad Nacional de Rosario y del Litoral, entre otras, generó un cambio de perfil: ciudad de servicios, el famoso boom inmobiliario, exportaciones sojeras y recuperación industrial vinculada a lo agrícola. (Carlos del Frade, Ciudad Blanca, Crònica Negra).
Nadie ignora que el manejo de sus vías navegables hacia y desde el Paraguay, con el transporte de millones de toneladas de productos agrícolas se realiza en condiciones de gravísima evasión y discrecionalidad absoluta (caso Vicentín por ejemplo). “Donde circula mucha plata circula mucha plata ilegal” dicen los sabios populares. La nueva versión del Estado en el que los privados han encontrado nichos para hacer ingentes negocios es la prueba contundente. Nada más apropiado que repasar el “crédito” que el radical Javier Gonzàlez Fraga como presidente del Bco Nación le dio a la organización delictiva Vicentín para entender por qué en plena pandemia el principal accionista de esa organización se paseaba en su portentoso yate por las aguas del delito.
Ni las fuerzas de seguridad, ni los empresarios vinculados a ese transporte ilegal, ni mucho menos el Poder Judicial han intervenido sino para garantizar el ilícito. No es una circunstancia menor para un país que hace rato es de tránsito de la droga y que ahora hasta la elabora. En la región, La Argentina es el tercer exportador de cocaína a Europa.
Volvamos entonces al principio de estas reflexiones, a ver si comprendemos cuál es la naturaleza de los posicionamientos neofascistas que reclaman mayor presencia de fuerzas de seguridad inclusive, de la actuación de las de defensa.
En este contexto, en esta complejidad, ¿qué resuelve la respuesta represiva del estado potenciada en números de efectivos, poder de fuego y diversidad de fuerzas?
No es un problema constitucional si las Fuerzas Armadas pueden o no intervenir. No se trata de un debate jurídico solamente. Lo han hecho en Colombia , en México con el plan Mérida y en Brasil con las Favelas.
El resultado fue catastrófico para los sectores populares: más muertes, desplazamientos poblacionales y finalmente el gran negocio inmobiliario de inversores festejados por el establishment. En todos esos sitios se siguieron al pie de la letra las instrucciones de los EEUU y su “guerra a las drogas”.
Algunos hablan como si nunca hubieran gobernado. ¿Acaso se olvida la ex ministra Bullrich que no tomó una sola medida efectiva destinada a desterrar el negocio narco-poli-criminal? ¿Es posible que Macri -CLARIN 11 de Agosto de 2022- haya utilizado las masacres rosarinas para alentar la privatización de Aerolíneas y con lo recaudado pagarle a 33 mil gendarmes y así terminar con el narco? (No está demás recordar que fue presidente electo por una mayoría circunstancial pero mayoría al fin y que es un potencial candidato para el próximo período). ¿Y que Rodrìguez Larreta continúe con esas generalidades que esconden el aval a toda la propuesta cambiemita con la que ya sabemos hizo lo que hizo con D’Alessandro en Buenos Aires?. El blindaje mediàtico es evidente, la complicidad de esos medios afines al Poder también.
Pero tampoco ofrece sino impotencia el arco oficialista.
¿Hasta dónde es real la “moderación” de Alberto Fernàndez para enrolar a las FFAA en la urbanización de los barrios populares después de haber reculado indignamente frente a la delincuencia del entramado Vicentìn?
¿Son sólo declaraciones inoportunas las de Anìbal Fernàndez cuando todo el mundo sabe que la diferencia entre sus fuerzas y las provinciales sólo es la de los uniformes y la participación que perciben en el negocio narco-poli-criminal?
Una vez màs vamos a repetir que NO GANÓ EL NARCO, porque todavía se pueden hacer pequeñas grandes cosas para que el pueblo pobre de Rosario recupere la paz y la alegría, y deje atrás ese manto negro de luto constante que implica la muerte temprana siempre injusta. La guerra a la droga como concepto que intenta mantener vigente el imperialismo, es un fracaso para nuestros pueblos.
Algunas conclusiones
Que es una tarea de orfebre la que hay que hacer en los barrios, con una presencia del Estado bien diferente a la que proponen los neofascistas. Que será promoviendo la recuperación del tejido social a través de los clubes de barrio, las sociedades de fomento, los Movimientos de Trabajadores Desocupados, las cooperativas, los planes de urbanización efectiva, las mejoras sensibles para la calidad de vida de nuestra gente y la acentuación de mecanismos de participación y protagonismo populares. Más y más democracia directa, menos delegación, mucho Poder Popular.
Pero todo esto se hará con la firme decisión política de ir a fondo sobre algo que califica a la presente etapa del desarrollo capitalista: afectar el margen de ganancia de quienes la levantan en pala. Y en lo puntual, empezar a pensar seriamente en una intervención directa del Estado orientada a la legalización de algunos consumos.
Que los nuestros no nos vuelvan a correr con la remanida excusa de la correlación de fuerzas desfavorable. Que nos demuestren que hicieron algo para revertirla.
Al lado del Pueblo, igual que el Pueblo, nunca en contra de él ni mucho menos apuntándolo.
Ismael Jalil. Marzo 2023.