Robar leña.

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En su discurso ante delincuentes financieros en EEUU convocado por Michael Milken (1), el presidente Milei (a razón de un viaje por mes al país del norte con agenda personal, nunca oficial) sostuvo que estaba allí para hacer la defensa del capitalismo y expresamente disparó contra Karl Marx. Nada novedoso. Por el contrario, una muestra de coherencia absoluta: la defensa de un sistema oprobioso y venal en el corazón de su podredumbre convocado por un estafador condenado.

Cuentan que en Highgate al norte de Londres, el señor de barba profusa aludido por el parlanchín de la papada, sonrió agradecido. Casi en simultáneo, yo le enviaba a un querido amigo y compañero este comentario:

Hablaba con un productor viñatero familiar, referencia ineludible del Valle de Uco. Un muchacho que suele laburar él mismo la tierra y que tiene muy buen vínculo con los trabajadores. Me contaba lo grave de la situación en la que se halla la actividad. Su familia produce vino a granel, envasado en damajuana de consumo netamente popular, aunque de viñedos propios. No me extenderé sobre otros aspectos de la producción que también me mencionó porque no hacen a este desarrollo. Lo que interesa verdaderamente es la mirada de un integrante de la burguesía local que se corre de la media. Advierte que varios de sus colegas ponen en riesgo de arruinar sus vidas “defendiendo” violentamente su producción del ataque de banditas que roban los frutos para organizaciones mucho más complejas, pero también de aquellos que en la miseria más atroz que atraviesan, entran a los viñedos después de la cosecha para robarse los palos de algarrobo que los sostienen.

La finalidad de ese robo es alimentar el fuego que calienta sus precarias viviendas cuando se anuncian los fríos más intensos. Otros, directamente, llevan esas futuras brasas a los pasillos externos del Hospital Departamental, que es el lugar en el que pasan la noche. “Nunca antes se vio algo así”, dice con asombro y evidente dolor. “El muchacho tirado sobre cartones con el perro y un fueguito de una sola brasa. Muchos de ellos, al día siguiente, integran las cuadrillas de cosecheros y podadores”.

Cuenta mi interlocutor, que algunos de sus colegas suelen pasar la noche entre las plantas, munidos de una frazada y armas de diferente calibre con cartuchería roja (hasta el año pasado eran verdes). Esperan la llegada de los “ladrones” para acabar con ellos. Literalmente, eliminarlos. Le digo que no me sorprende pero que no deja de ser un claro síntoma de la descomposición del sistema en el que vivimos. “Claro, -me dice-creen que el robo es una falta de respeto a su trabajo de años, a sus ahorros, a sus esfuerzos, sin darse cuenta que es el contexto en el que estamos el que incentiva estas conductas. No pueden ver que quien cae en la tragedia de tener que robar un poco de calor, ha caído al fondo del mar”.

Le pregunto cómo hace él para repeler el ataque a “su propiedad” y me responde: “Como siempre se hizo cuando las organizaciones delictivas mandaban muchachos a robar: patrullando con dos vigilantes que disuaden todo intento.  Ya me sacaron algunos palos, pero no voy a hacer otra cosa. Prefiero vender todo e irme a vivir otra vida, antes que arruinarla.”

Otros productores, los más fuertes, tienen seguridad privada o policías provinciales a su disposición. Cuando hieren o eliminan a algún “ladrón” no se hacen cargo. El voto de los productores potenciales asesinos y el de sus empobrecidas víctimas fue el mismo. No existen las casualidades ni el viento los amontona.

Mi amigo y compañero, un docente militante sumamente culto y formado me hace referencia a la saga de artículos que precisamente Marx publicará en 1842 en La Gaceta Renana (que fundara por entonces) en torno a la Ley por robo de leña en la Alemania prusiana. Allí Marx modula un razonamiento que hace trizas la principal invocación capitalista, el tan mentado y degradante concepto de propiedad privada. Marx propone un ejercicio, determinar si cualquier acción destinada a frustrar la apropiación originaria y primitiva del capital es un robo al propietario. Entonces ejemplifica: si se roba leña “verde” (arrancando ramas) de un árbol, estamos ante un robo, porque el árbol está arraigado a la heredad del terrateniente. Si lo que se saca es leña cortada y acopiada, también es un robo porque hay un valor agregado (el hacha y los hachazos) que sólo da derecho al propietario que lo hizo o pagó por ese trabajo. ¿Pero qué pasa si lo que se quita, está en el suelo desprendido naturalmente del árbol? Según Marx no hay robo, ya que eso está desprendido del árbol y no está en la tierra sino sobre ella. Pero dice algo mucho más profundo: si toda lesión de la propiedad sin diferencia, sin determinación más precisa, es robo, ¿no será toda propiedad privada un robo? ¿Con mi propiedad privada no excluyo a todo tercero de esa propiedad, no lesiono pues su derecho de propiedad?… Es sumamente interesante leer todo el artículo porque los cimientos del sistema capitalista no asoman tan firmes como aparentan y muchos, durante años se han encargado de naturalizar como “derecho inalienable”. Pero lo más elocuente quizá esté en el pasaje que Marx dedica a Montesquieu al citar “Del espíritu de las leyes”. Dice el francés que hay dos clases de corrupción. Una es la que se da cuando el pueblo no observa las leyes y la otra, cuando las mismas leyes lo corrompen, -y concluye- mal incurable, ya que está en el propio remedio.

El presidente Milei dijo en el foro de malandrines yanquis que Marx fracasó cuando dijo que “el límite del capital es el capital mismo” y más aún, cuando preanunció “la razón última de todas las crisis reales es siempre la pobreza y la limitación del consumo de las masas”. Insisto, Milei boconea que Marx se equivocó.  Por si alguien duda, el Jueves acompañaremos a todas y todos los que entienden que la huelga es un camino hacia la auténtica libertad, que está en el fin del trabajo asalariado esclavo y no requiere de ningún gritito histérico. Apenas de una determinación clara de pelear, para que nadie tenga que robar o mendigar un palito de leña. El calor que generan la solidaridad y la conciencia de clase permite descansar dignamente. Gracias a Dante por el dato de La Gaceta Renana, aprender siempre, estudiar más que nunca, leer todo lo que podamos…también abre las puertas del sueño.

  • Milken cumplió dos de los diez años a los que resultó condenado por una estafa multimillonaria y luego fue indultado por Trump.
  • https://www.youtube.com/watch?v=fzCXJPJHWGk
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