La contienda sirvió para que la Argentina volviera su mirada gringa hacia Nuestra América,
La Guerra de Malvinas fue muchas cosas. Fue el manotazo de ahogado de una dictadura desprestigiada internacionalmente y desgastada nacionalmente que con esa maniobra intentaba mantenerse. Pero, involuntariamente claro, se convirtió en una causa continental. Varios países (Venezuela, Cuba, Brasil, Perú, Bolivia, Nicaragua, Dominicana) aportaron ayuda y abrieron listas de voluntarios para ir a combatir a las islas, donde se anotaron de a miles. La guerra desnudó la estafa del TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) que promovió EE.UU. en 1947 en el marco de la confrontación con la URSS y que obligaba a asistir a cualquier país miembro (los de la OEA) que fuera agredido por una potencia extranjera. En criollo, un tratado a la medida de los Estados Unidos donde la potencia extranjera no podía sino ser la Unión Soviética. Pero Estados Unidos. contrariando ese tratado, apoyó a los británicos contra la Argenitna.
Perú aportó a Argentina una escuadrilla de por lo menos diez caza bombarderos Mirage V, artillados con misiles teledirigidos AS30, todos fueron despachados clandestinamente del Perú a Argentina, en abril y mayo de 1982.
En Venezuela, el gobierno socialcristiano de Luis Herrera Campins, bajo la presión de un poderoso movimiento nacional contra los británicos y EEUU, decidió aportar piezas militares, en una acción temeraria, tratándose de un país y un gobierno que estaban sometidos a Washington mediante el petróleo. Dos aviones de la Fuerza Aérea de Venezuela llegaron clandestinamente a Tucumán en mayo de 1982.
Mucho más allá de la propaganda oficial, la contienda sirvió para que la Argentina que había nacido mirando hacia Europa y sus fulgores, volviera su mirada gringa hacia Nuestra América, hacia su rostro mestizo, negrindoblanco, indoblanquinegro y blanquinegrindio como supo decir ese enorme poeta peruano que fue Nicomedes Santa Cruz. Hay momentos así, de iluminación, que duran lo que un destello, pero sirven para despertar la conciencia. Un sentimiento antimperialista recorrió todo el continente sin detenerse en la odiada dictadura cívico militar. Un nuevo concepto comenzó a progresar en la conciencia: la unidad latinoamericana.
En mayo, en una especie de estadio, en el complejo 17 de Ciudad Evita, donde un comité de solidaridad con nuestros soldados ha organizado un festival, leí un poema alusivo ante más de 600 personas. Ahora no lo encuentro. Pero está por ahí. Hablaba de nuestros pibes convocados a filas, que escuchaban a Queen o tenían un póster de los Rólling en su cuarto.
Por trascendidos, por el boca a boca, o alguna carta llegaban a nuestros oídos que los soldaditos del litoral, cagados de hambre y de frío, carentes de la instrucción militar más elemental, se sujetaban con vendajes la bayoneta a la mano y ponían el cuerpo frente a la metralla gringa, animados por un ardiente patriotismo. Uno de esos soldaditos era un maestro de acá nomás, de La Matanza, Julio Cao que ofrendaría su vida en la batalla. Pero también llegaban las noticias de los soldaditos estaqueados por los hijos de puta, el comportamiento vergonzoso de los oficiales, acostumbrados a secuestrar y torturar gente indefensa pero cagones a la hora de enfrentar enemigos de verdad. Poco antes nos habíamos enterado de la rendición del Ängel Rubio, Astiz ante los gringos en las Islas Georgias.
Luego de la rendición, de un día para otro se pasó del triunfalismo del etílico Gómez Fuentes en ATC y de Kasansew a la directiva de guardar silencio. Acto del Día de la Bandera en la Primaria 58 de Laferrere: el director censura unas líneas de mi discurso donde homenajeo a los héroes y mártires, entre ellos nuestro querido Julio Cao. Lo dijimos igual. Un número escolar presenta el espíritu de un soldado en la isla que vuelve a convocar a la batalla. Nosotros no nos rendimos.
Tanto la dictadura en su tramo final, como los gobiernos que lo sucedieron se trazaron una estrategia: la desmalvinización de la vida argentina. De ahí la recepción fría de los pibes que regresaron, su destino de parias sociales. Había que borrar las lecciones de ese capítulo de nuestra historia. No obstante, la joven generación de Malvinas, volvió su mirada a la participación política, consciente de la necesidad de una transformación profunda en el marco de la unidad latinoamericana. A pesar del dolor, su respuesta fue el protagonismo y la esperanza. Surgió un potente movimiento de juventudes políticas que rescataba Malvinas, que se oponía al pago de la deuda externa y exigía juicio y castigo a los represores de la dictadura. Tomar nota y retomar donde dejamos.-