Por qué voto en blanco

Gaza-2

En este breve articulo nuestro compañero Ismael Jalil fija su posición electoral en base a las posiciones del gobierno nacional y del candidato a presidente Sergio Massa de alineamiento incondicional con el Estado genocida de Israel que avanza en su plan de limpieza étnica contra el pueblo palestino ante la actitud cómplice de la ONU y la comunidad internacional, con ilustres excepciones. El colectivo de Ayllu que no tiene ni persigue unanimidades en todos los temas, considera pertinente y necesario compartir el posicionamiento de nuestro compañero.

A pesar de que en un mes de bombardeos Israel ha masacrado a más de 10 mil palestinos, una suma que equivale a un tercio de los desaparecidos por la dictadura, para muchos de los que integran la comunidad progre argentina la sangre palestina es una sangre lejana. El río de sangre no es para ellos suficiente razón a la hora votar al candidato oficial, abierto defensor, como Milei de la masacre sionista. Con ellos polemiza en esta carta abierta Ismael Jalil, histórico abogado de Correpi.

Por Ismael Jalil/

A las y los amigos y compañeros:

Decia Discépolo que no se escribe en medio de un gran dolor sino con el recuerdo del mismo. El vértigo, las amenazas de un futuro incierto, la voracidad del tiempo, la incomprensión, la profunda desolación y la soledad sin embargo en ocasiones, pueden desdecir al hombre que se sentó a esperar su muerte nada menos que en una Navidad.

El mundo atraviesa un pasaje atroz de su historia. Y en consonancia con él, la Argentina, el país en dónde se puede morir de tristeza y que después hace de su nostalgia una marca de identidad.

Naturalmente no es mi circunstancia personal, mi dolor extremo, ni mis gritos en el silencio o mis pérdidas coyunturales las que interesan. Tengo en claro que no muevo el amperímetro, y que a lo sumo puedo representar a una minoría muy pequeña a la que como tal, como minoría, suele condenarse al ostracismo. Esa también es una lastimosa costumbre nuestra que integra el debe en el balance cultural. Claro que hay más cosas en el haber y de ninguna manera reniego de pertenecer. Siempre es alentador y hasta un regocijo en muchos casos formar parte del “ser argentino”. Pero a diferencia de otras culturas, el fatalismo, la culpa judeo-cristiana o como quieran llamarla, nos hace más permeable a los aciertos de la muerte que a los yerros de la vida.

En estos días (y noches por cierto) fatales, vengo perdiendo mucho. Desde el sueño hasta afectos y certezas que se desmoronan. Mi pública y conocida posición respecto a la Defensa de la Causa Palestina, a la denuncia del estado terrorista de Israel y sobre todo a la necesidad imperiosa de levantarme contra el genocidio que están cometiendo me está devorando.

Con todas mis contradicciones a cuestas -que son numerosas y por cierto en muchos casos incomprensibles para tanta gente- sin embargo me aferro como tabla de salvación a aquello que el Che dijera con claridad meridiana (propia del humanista excepcional que ES) “si sos capaz de levantarte contra una injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte, entonces somos compañeros que es mucho màs importante” (respuesta ante la pregunta de una española que llevaba su mismo apellido y estaba interesada en el probable parentesco).

Vuelvo entonces sobre mis pasos, y pese a que en su momento dije que entendería a quien no me entienda, advierto que debo explicar mi posición frente a las próximas elecciones (no porque crea que es importante para nadie, sino porque no quiero que todo lo que habré perdido se atribuya luego a un silencio que pueda sorprender a más de una o uno)

Nadie podrá decir que no fui claro y preciso. “El Turco estaba equivocado” van a decir seguramente, y eso es admisible. Lo otro no.

Vengo escuchando y leyendo a muchos amigas, amigos, compañeras y compañeros a los que supe estimar y estimo profundamente, que reprochan mi decisión de votar en blanco y entonces sueltan: “te pido por favor no me mandes más nada sobre Palestina”, “Me cansaste con este tema yo tengo otros problemas, soy peronista y nunca voy a dejar de serlo”, “yoìsta suicida que facilita la llegada de un fascista al Poder” (en este caso tirado al aire pero indisimuladamente aludido), bloqueos, y cosas por el estilo. Hasta controversias muy íntimas vengo atravesando que dejan ese sabor tan desagradable y funesto porque “abren heridas al corazón”.

Recurriré a la lógica aristotélica para ver si me hago entender.

Votaré en blanco por una cuestión de principios.

Una cuestión de principios no se somete a discusión.

Ahora bien. Tampoco una cuestión de principios es lo que uno cree y cataloga como tal, sino que necesita validación “erga homnes”. Para eso existen cuatro elementos que ofrecen pacífica conclusión al definirla.

Identidad, razón suficiente, tercero excluso y no contradicción (según el pensador de Estagira).

Identidad: dícese de aquellas cualidades que nos hacen iguales. Poseo sangre árabe con orígenes repartidos entre el Norte y el Sur del Líbano (que anoche ha recibido bombardeos sionistas). Me reconozco internacionalista, pero el genocidio palestino me toca las fibras más íntimas. No lo digo sólo por su historia trágica y a la vez admirable de resistencia a la opresión, además porque esa gente que sufre allí los embates imperiales, son hermanos de sangre pero también lo son de clase y de credo con los de mi familia materna y paterna.

Razón suficiente: soy un militante más (desde siempre) de la defensa de los DDHH. Me repugnan los genocidios como el cometido en nuestro país por los militares a partir de 1976 y me repugnan también los que lo reivindican. Pero no sólo ellos. También me repugnan los que se beneficiaron con ese genocidio y sus gerentes de antes y de ahora. En 1982 me sumé a un partido que cobijò a combatientes y militantes de organizaciones que sufrieron la devastación. Otros, ahora candidatos, lo hacían en la UCeDe. En Palestina están cometiendo una gravísima violación a los DDHH que la comunidad internacional institucionalizada (salvo honrosas excepciones como Colombia, Bolivia, Honduras, y algunas más) se ha propuesto legitimar. Los dos candidatos de Argentina y sus respectivas coaliciones SIN SER LO MISMO sin embargo en ésta se inscriben entre quienes defienden al violador. Por supuesto hablo de las superestructuras.

Tercero excluso: En este tema Massa y Milei SIN SER LO MISMO representan la misma posición. Ayer negociaron un aval explícito a Israel. Por tanto, en esto, SIN QUE DE LO MISMO, la opciòn es votar a los iguales o hacerlo en blanco, no hay una tercera.

No contradicción: creo que se explica suficientemente. Si después de este análisis, avalo a Massa (deliberadamente ni me ocupo en explayarme sobre Milei) echo por tierra la seriedad de mi planteo.

Se me achaca que estamos en la Argentina y que por tanto no puedo convertirme en contribuyente al triunfo de un sàtrapa como Milei al restarle un voto al “compañero” (?). Entonces debo repetir: es una cuestión de principios. En mi caso, mi voto a Massa sería una bala sobre un pibito Palestino y eso es imperdonable. Digo “en mi caso” y lo repito “en mi caso”.  Quiero mirar mis manos limpias y dispuestas para todas las batallas. Una vez que se manchan con sangre de mis propias venas, no son las mismas.

Desde ya no tengo reproches ni veo mal y comprendo que muchas y muchos compañeros voten a Massa. Con la nariz tapada mucho más. Exponen razones muy entendibles, sensatas, y para nada los descalifico, al revés, los respeto. Cierto que me provoca algún escozor ver a queridos amigos fotografiándose con el candidato o su afiche, o diciendo que militan activamente ese voto, pero lo de los cheques en blanco es harina de otro costal. Hay ciertas reglas que el Reliverán no cura.

Deseo fervientemente que podamos superar esta instancia. Una masacre, un genocidio, no nos deja indemnes ni nada volverà a ser lo que era. Entre nosotros mismos pueden quedar heridas y desconfianzas que obstaculizan los reencuentros. Pero como estoy seguro que habrá que salir a las calles en algún momento gane quien gane, ojalá (la más linda palabra es árabe según Galeano) podamos reencontrarnos y confiar nuestras espaldas.

Siempre con el corazón a la izquierda, la sangre roja y el puño cerrado, me llamo a silencio, -para muchos de Uds creo que es lo único que importa-.

Dije mi verdad, “que es restregarse con arena el paladar”.

Ojalá (otra vez la palabrita) me comprendan.

Abrazo. El Turco.

Fuente :Estación Finlandia

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