PERÚ: LA CONTRARREVOLUCIÓN PERMANENTE

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“Cuando sobre los hombros de una clase productora, pesa la más dura opresión económica, se agrega aún el desprecio y el odio de que es víctima como raza, no falta más que una comprensión sencilla y clara de la situación, para que esta masa se levante como un solo hombre y arroje todas las formas de explotación.”

José Carlos Mariátegui

Al cierre de este artículo superaban la treintena los muertos a manos de la feroz represión de los golpistas peruanos, con una cantidad no precisada de heridos y detenidos. “Restitución de Castillo, asamblea constituyente y cierre del Congreso” son las consignas que enarbolan los miles y miles de peruanos movilizados en las calles, carreteras y ciudades del país. Va de suyo que al mismo tiempo exigen la inmediata dimisión de la “presidenta” Dina Boluarte, (“Asesina” le llaman los manifestantes) quien no ha vacilado en militarizar el país en un nivel solo comparable con la dictadura de Fujimori.

El Perú es un espejo donde puede mirarse casi cualquier país de Nuestra América. Allí se puede visualizar con absoluta claridad la estrategia del imperialismo contra los pueblos del continente. El  poder judicial ( por medio del llamado “law fare”) de consuno con los medios hegemónicos, las corporaciones económicas y los partidos de derecha, apoyados por la embajada yanqui, desarrollan, más que un golpe, un proceso golpista que se empieza a suministrar desde el propio momento de la asunción de cualquier gobierno que incluya en su programa la recuperación de los recursos naturales y un mínimo  de justicia distributiva rozando los privilegios de una dictadura de mercado que ha secuestrado a las masas la política, para reemplazarla por el sojuzgamiento de los poderes del Estado a distintos lobbys de las fracciones dominantes. Claro que esta operación se maquilla con un lenguaje, digamos, republicano, institucionalista etc.

A partir de su asunción, los nuevos gobernantes votados por la ciudadanía, estarán a tiro de causas por corrupción a menudo inventadas e instaladas en el sentido común por los grandes medios. Ese proceso golpista no va contra alguna de las fracciones de la burguesía, sino contra la soberanía de una nación, contra las masas trabajadoras y quienes pretendan representarlas (1).

En el caso del Perú, además de los poderes mencionados, el Congreso tiene inusuales atribuciones que condicionan al Ejecutivo, otorgadas por la última reforma constitucional que lleva el sello del fujimorismo.

Pedro Castillo asumió la presidencia del Perú el 28 de julio de 2021 después de una prolongada dilación (o resistencia) del Tribunal Electoral a reconocer su ajustada victoria sobre Keiko Fujimori. A partir de ese momento Castillo no tendría un solo día de respiro de una derecha cuya consigna principal sería impedirle gobernar. Su aceptación de desprenderse del canciller Héctor Béjar a quien la Marina objetaba su pasado guerrillero fue solo la primera de las innumerables concesiones que hizo a la derecha que jamás se daría por satisfecha y terminaría en el Congreso, controlado por ella, sometiéndolo a un juicio “por inhabilidad moral” para destituirlo. Por cierto, Castillo, perdido en su laberinto, terminó perdiendo el apoyo del partido Perú Libre, que lo llevó al gobierno, quedando en una situación de casi absoluta soledad y aislamiento. En esa coyuntura su anuncio de cerrar el corrupto Congreso fue una tardía reacción que se volvió en su contra pues el Congreso lo destituyó a él,  el 7 de diciembre de este año y lo recluyó en el mismo penal donde cumple condena Alberto Fujimori. Un juez ha ordenado prisión preventiva de 18 meses, con peligro para su integridad física y su precaria salud. Veinticuatro horas antes el ministro de defensa del Perú, Gustavo Bobbio Rosas se había reunido con la embajadora de EE.UU. Lisa Kenna agente de la CIA y el Pentágono. A renglón seguido, el funcionario tomó distancia del presidente presentando la renuncia a su cargo, y puso a las fuerzas armadas en su contra. Castillo fue reemplazado por su vice Dina Boluarte que con el apoyo de la derecha declaró el estado de emergencia y anunció elecciones para 2024.

Pedro Castillo- Presidente constitucional del Perú

La derecha peruana puede ufanarse momentáneamente de haberse quitado de encima a Castillo, representante de las masas campesinas e indígenas del Perú históricamente postergadas y excluidas por las élites concentradas de Lima. El levantamiento del pueblo peruano debe recibir la más amplia solidaridad internacional, empezando por los pueblos de Nuestra América.

  • (1) Esta es quizá la principal coincidencia con CFK cuando afirma que “no vienen por mí sino por Uds. y por los derechos de todos”. De esa lúcida afirmación debería desprenderse la conclusión correspondiente sobre la base de que “solo el pueblo salvará al pueblo” y por tanto este debe organizarse desde abajo sin esperar el surgimiento de líderes providenciales.
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