El control de las personas ya es una “normalidad”.
Ahora son tantos los que están preocupados por el sálvese quien pueda frente a la pandemia, que se olvida la existencia de otras peores, de la cuales pareciese no tener noticias y de saberlo no les importaría. Porque aún los anti cuarentena tampoco quieren estar enfermos, como lo prueba la negación de la existencia del virus, que está implícita en su afirmación de inexistencia. Tal vez ellos son los más asustados, al punto de negar una realidad tangible, tan explicita que los aterra, tanto como para llegar a la negación absoluta, a la omnipotencia de a mí no me sucederá, no puede sucederme, porque desde luego, esto no existe. Y de allí a cualquier teoría conspirativa que lo justifique, como el recorte de las libertades individuales, el dominio del mundo, el control de las personas, hay solo un paso.
Con respecto a las ”libertades individuales”, una especie (permítaseme esta deformación) de oxímoron, y del cual ya debieran haberse dado cuenta de su inexistencia, ya que no es posible la libertad individual por fuera de una construcción colectiva. No hay libertad sin igualdad, y no me refiero a homogeneización que es justamente a lo que se tiende a través del pensamiento único, sino a la desaparición de cualquier forma de discriminación, cada vez mas acentuada dentro de esta etapa de desarrollo capitalista. No hay libertad personal en una sociedad esclavizada. Porque el poder depende absolutamente de sus esclavos, como todo fuego depende de su combustible.
Y en esta misma etapa, el dominio del mundo no es algo “a suceder”: ya está sucediendo desde hace mucho tiempo. La explotación de los cuerpos, los de los trabajadores, los de las mujeres, los de los niños, no es de ahora ni del futuro: es nuestra cruda y cada vez más deshumanizada realidad cotidiana desde hace mucho tiempo.
El control de las personas ya es una “normalidad”, esta normado, no solo por las agencias como la NSA, u otras agencias espías, medios satelitales (como los 74 puestos en órbita alrededor del mundo por Elon Musk a través de Space X, con su propio cohete), redes sociales vigiladas y controladas como face, whats, instagram, youtube, google, etc, posesión y uso indiscriminado de datos personales, sino por algo más temible: el control de las individualidades, de las mentes, del pensamiento. La inserción de lo políticamente correcto, lo socialmente correcto, la no discusión ni el debate, la sociedad en constante estado de letargo, narcotizada, incapaz de analizar por si misma, bombardeada constantemente por un desbordado exceso de información, que logra su verdadera intencionalidad: la de desinformar, No solamente por medio de fake news, que hasta serían innecesarias, sino por cantidades de datos en una cuantía imposible de ser procesados. Mentes obnubiladas, que en la furia de la supervivencia, carecen del tiempo para reflexionar y analizar, seleccionar previamente los datos, ese proceso necesario para el conocimiento, algo no solo distinto sino opuesto a información. El mundo se ha transformado en una entelequia, una ficción, una matrix: mentes controladas, cuerpos útiles esclavizados y explotados. Hay quienes avistan un futuro orwelliano: pero 1984 ha sido superado ampliamente. La pospandemia reforzará esta realidad ya instalada. La democracia, esa zanahoria delante del burro, es obsoleta. Y en realidad desde su aparición ha sido una falacia.
Nada de esto podrá ser enfrentado a menos que las personas logren reaccionar, despertar a tiempo, abandonar los liderazgos de cualquier índole, asumir su propia responsabilidad frente al mundo, concebir nuevas ideas y nuevas acciones y asumir su propia vida y la responsabilidad de la construcción del mundo en que vivimos.
Nota: no es imposible cambiar el curso de los acontecimientos. Esta queda históricamente demostrado. Globalmente hemos tenido un gran triunfo: whats app a decidido postergar las modificaciones programadas al menos por un tiempo, debido a la pérdida de usuarios que se han pasado a telegram. No van a dejar de intentarlo por los medios que sean, pero esta batalla la ganamos como usuarios consumidores. La ganamos por la toma de conciencia y por plantarnos y trazar una línea: hasta acá estamos dispuesto a conceder. Pero quiero destacar dos cuestiones en esto: enfrentamos con éxito a una corporación y a un individuo que se encuentra entre los diez, no solo más ricos del mundo, sino de mayor poder. A uno de los que deciden los destinos del mundo.
La segunda cuestión, es que lo pudimos hacer porque tomamos conciencia, porque tenemos conciencia que la lucha no solo es posible sino que existe, aunque desconozcamos muchas veces, quienes y donde se realiza. Para enfrentar el poder concentrado hay que llevar adelante una lucha global, inclusive por encima de intereses nacionales, de los cuales no niego su importancia. Pero el neoliberalismo avanzó y avanza en la medida en que lo hace, porque de alguna manera nosotros lo permitimos. Pero nada impide que lo enfrentemos con probabilidades de éxito. Solo invito a que reflexionemos que sucedería, si esta conciencia que demostramos con esta red, pudiese ser extendida a una lucha contra el capitalismo.