No fue racismo. Es odio de clase

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No matan a un negrito de la villa. Matan a un enemigo de clase.

Isasi tiene 42 años y es inspector de la Policìa de la Ciudad.
Lòpez acusa 48 y es oficial mayor de la Policìa de la Ciudad.
Nievas cuenta con 38 y es Oficial de la Policìa de la Ciudad.

Los tres condenados a perpetua forman parte de la Brigada 6 de la Comuna 4 de la Policìa de la Ciudad.
Un subcomisario, tres comisarios, un inspector, de la Policía de la Ciudad, fueron condenados por encubrir el crimen y un Inspector condenado además por torturas.
Los abogados defensores, son defensores de policías y fuerzas de seguridad vinculados al Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrrich (con actuación en casos emblemáticos: Chocobar, Nahuel y Maldonado entre los más conocidos). Sin ruborizarse, ambos sostuvieron que los policías involucrados habían cumplido con su deber.
Berard es el Jefe de la Policía de la Ciudad, D’Alessandro (el corrupto funcionario amigo de jueces corruptos y empresarios corruptores) fue su jefe político directo y Horacio Rodríguez Larreta, el jefe máximo de ambos. Todos ellos tardaron 36 horas para admitir que ya no podían sostener más el cuentito que sus medios hegemónicos y sus periodistas estrella habían ayudado a instalar: “Policías abaten a un narcotraficante en Villa Zavaleta, otros dos sujetos fueron detenidos”. Todos estaban celebrando el 8vo aniversario de la creación de la Institución y el hecho les venía de perillas para levantar las copas.
Lucas González, el muerto, era un pibe de 17 años, hijo de trabajadores, de barrio pobre, jugador de fútbol con tres amigos de sus mismas características. Joaquín, uno de ellos, logró zafar transitoriamente y llamó a sus padres. Los sobrevivientes estuvieron a poco de quedar presos por el resto de la adolescencia y gran parte de su juventud.
La pregunta que nadie hace: Cuántos de estos casos terminan de otra manera?
Cuántos Lucas González están enterrados sin Justicia?
Cuántos Joaquines están encerrados sin Justicia?
Cuántos oficiales y suboficiales de fuerzas de seguridad siguen impunemente “cuidándonos de la inseguridad” después de hechos que se repiten como un mero daño colateral (Monte, Lucas y tantos otros).
La mano dura, el gatillo fácil, es la respuesta clasista destinada a encubrir la desigualdad que generan los gerentes que como Bullrich, Petri, Larreta, Morales, Espert, Berni, de todas las jurisdicciones y colores partidarios patronales, están al mugriento servicio de la concentración de la riqueza.
No es que matan a un negrito de la villa, matan a quien pone en riesgo sus privilegios, a quien potencialmente puede levantarse de manos y dar vuelta la tortilla. Dirán que fue la policía, es ella quien apretó el gatillo, pero el cerebro que lo ordena está en los spots de TV.
No matan a un negrito de la villa, matan a un enemigo de clase. La justicia lo sabe, por eso usa eufemismos y maquilla sus sentencias. Ismael Jalil.

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