MILEI NO SALIÓ DE UN FRASCO: NOTAS SOBRE EL DESASTRE ARGENTINO

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Escribe Ernesto Salgado

La historia de la humanidad o la de un país, incluso la de un individuo, tiene momentos muy significativos, que en general marcan un antes y un después. El show de Milei el miércoles 22 de mayo en el Luna Park es uno de esos, pero no se lo puede analizar desprendido de la historia. Porque todo tiene eso, una historia.

Milei no es un aborto de la naturaleza, es una realidad construida durante al menos 24 o 25 años. Lo que no se sabía era qué nombre iba a tener el personaje.

La política no es autocrítica. La política no lee los hechos ocurridos como buenos o malos, los festeja o los lamenta y punto. La izquierda, además, es mucho menos autocrítica.

En esa línea, la lectura de la crisis del 2001 fue parcial. Algo así como: el pueblo se aburrió de la ineficacia del gobierno de la Alianza (que guardaba la ineficacia de otros anteriores), dijo basta, salió a la calle y volteo a De la Rúa al grito de que se vayan todos. En esa misma línea se leyeron los sucesos posteriores con los siete presidentes, con la llegada y el fin de Duhalde después de los asesinatos de Máximo Kosteki y Darío Santillán.

Desarraigo

El análisis parcial ocultó el país que se estaba configurando. Se aceptó como una realidad poderosa la llegada de los piqueteros, sin advertir que era clase obrera que perdía su identidad, no eran más trabajadores y se organizaron (cambios de nombres de por medio) para subsistir.

De golpe aparecieron los trabajadores que dejaron de percibir un salario y se convirtieron en monotributistas, ya no lo explotaba nadie, después ya las empresas tomaban personal con esa categoría y los gobiernos se preocuparon en crear leyes que les permitieran llegar a jubilarse.

Entre los estatales el contrato se convirtió en una modalidad, y así de seguido. Los que nunca tuvieron la suerte de entrar en la rueda se convirtieron en cartoneros y ahí están, con organizaciones que los representan. En síntesis: no vislumbramos el desarraigo de una parte del pueblo.

Cambió la sociedad, se modificó la institucionalidad, y los partidos políticos se adaptaron a esa realidad. Desaparecieron las categorías sociales y todos pasamos a ser o desocupados, o clase media o clase alta. En la categoría clase media entramos la enorme mayoría: profesionales, pequeños comerciantes y sus explotados empleados, trabajadores de gremios con paritarias, docentes, policías y largos etcéteras.

Otro tipo de país

Así nos fueron llevando con la complicidad o la incapacidad de los dirigentes y aquí no se salva nadie. Empezaron a vendernos símbolos importantes pero símbolos al fin. La lucha en la calle logró triunfos de enorme importancia, la ley del aborto, el matrimonio igualitario, la igualdad de sexos, el respeto a la diversidad sexual, etc. pero mientras tanto se instalaba el extractivismo y se convertía en el modelo económico imperante.

Minería a cielo abierto, contaminación y venta del agua, agrotóxicos en el campo, Vaca Muerta, la entrega de los mares, descomunales talas de bosques, versus proyectos de leyes que enfrentaban estos atropellos que nunca se lograron aprobar (con ningún gobierno).

Se fue modelando otro tipo de país. Crecieron las grandes ciudades con poblaciones que viven apiñadas alrededor de ellas: otro tipo de desarraigo.

Néstor Kirchner, que llegó a la presidencia por esas cosas de la política, pareció que veía algo de esto. Pero quizás no tuvo tiempo. Por el contrario, la política siguió por el mismo sendero, se nos vino encima el PRO y lo negamos, el peronismo puede contra todo, dijeron, pero llegó a la presidencia Macri.

Devaneos del peronismo

El peronismo siguió jugando la suya, la formación de grandes frentes donde todos hacen lo que ellos quieren porque son los dueños de la pelota (es decir del voto popular) y reapareció el dedo mágico y esta vez fue Cristina, que también vive en una interna permanente, quien le apuntó a Daniel Scioli y primero lo puso en la provincia de Buenos Aires y después en la candidatura presidencial.

Pero después lo puso de candidato a presidente, terminando de abrirle el camino al PRO y lo completó con Aníbal Fernandez de candidato a gobernador y le dejó la cancha libre a María Eugenia Vidal. Y el descontento popular creció para unos y para otros.

Hoy Scioli sentado en primera fila en el show de Milei en el Luna Park lo explica todo.

De Scioli a Alberto

Para poner fin a todo esto, el peronismo y sus infelices aliados dictaminaron el turno de Alberto Fernandez, un hombre formal, pero formado por Alsogaray, tranquilo, casi una ameba, y ganaron ¿ganaron?, trascartón le dieron el poder al tigrense Sergio Massa y su política económica atada a los intereses del imperio.

Ahora el inexistente Fernández es el centro de la crítica de los peronistas y sus aliados. Tarde piaste. Fin de la historia. Todos resultaron un fracaso y hoy el PRO está siendo fagocitado por La Libertad Avanza, porque fueron una avanzada en el plan, tan solo por eso.

Los dirigentes, los gobernantes, los funcionarios, etc. fueron un desastre. La gente, el pueblo, se aburrió de tanta mentira y horror y entonces ¡bingo! era hora que apareciera, en la escena -que con paciencia creo el enemigo-, el fulano que con un determinado perfil diera un poco de la esperanza pérdida. Y en eso llegó Milei.

Milei, consecuencia y no causa

Aquí empieza otra historia. Que tuvo dos hitos muy seguidos: Primero Milei ganó las elecciones en segunda vuelta pero con la UCR, el PRO y peronistas que habían jugado con el kirchnerismo (Pichetto) jugando allí y sin dudar aplicó el plan elaborado previamente.

(Xinhua/Martín Zabala)

Cinco meses después, con un país destrozado pero esperanzado, montó un show en el Luna Park y demostró que al menos tiene al 50% del país de su lado. Esto lo afirman los que estudian seriamente la situación socio-política del país, no solo las encuestas encargadas.

Mientras tanto la política o los políticos que no lo impidieron antes ahora hablan de salvar la institucionalidad. Sin embargo, aquí postulamos seriamente que Milei se tiene que ir y rápido. Cuanto antes.

La presidencia de Milei está haciendo desastres, está aniquilando el Estado, está dejando miles y miles y más miles en la calle, despedidos y desamparados. Está mintiendo a una sociedad apesadumbrada, desesperanzada, que ya no sabe de dónde agarrarse para seguir a flote.

Como golpe final, Milei convirtió la institucionalidad democrática burguesa en una dictadura fascista. Ya no sirve es el sistema político llamado democracia. Se acabó. Basta de jugar con las armas de la burguesía.

Milei payaso

Milei es un infeliz, un personaje oscuro. Es un payaso, pero les viene de perillas a la derecha mundial. Y ha convencido a demasiada gente, que la está pasando mal, a que crean que va a sacar el país adelante.

El plan de Milei es llegar a las elecciones de medio turno, por eso la única alternativa debe ser generar las condiciones para que se vaya ya. Formar un frente, o como se llame, contra el fascismo. Esta vez sí, la cosa viene de abajo.

Hay que armarlo abajo. La dirigencia política está en una traidora (en términos de intereses populares) interna. El peronismo se pelea para ver quién es el mejor. Cristina, su principal figura, no tiene contacto con la gente, solo da charlas magistrales, vive encerrada en la Fundación Patria. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, es el único que recorre su territorio y habla con la gente. La UCR desapareció, si le quedaba algo rescatable se perdió en medio de la niebla. La izquierda sigue agonizando. La izquierda trotskista como de costumbre no encuentra el camino aunque pelea.

Mientras tanto, la gente la pasa mal. Es desde allí, con la gente, donde hay que armar el fin del gobierno de Milei. Esta es la prioridad.

ERNESTO SALGADO – Periodista argentino.

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