LAS PROTESTAS MAPUCHE, REPRESIÓN Y LA ESTRATEGIA DEL “TERRORISMO INDÍGENA”

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por Jorge Oriola Historiador. Docente. Residente en Esquel

La presencia de fuerzas federales, de antecedentes trágicos en la región sólo agregan más combustible

Hace cuatro años, nuevamente la zona cordillerana de Chubut y Río Negro se ensangrentaban. Ya no eran sólo corrimientos de alambrados, detención de trabajadores rurales, golpizas policiales a jóvenes de ascendencia indígena en territorios donde no son tan breves las listas de desaparecidos y muertos por la violencia estatal. En tierras propiedad de Benetton, casi un millón de hectáreas que el roquismo facilitó a una empresa británica a fines del siglo XIX y después de la guerra de Malvinas pasaron al italiano, desaparecía el joven Santiago Maldonado, en el contexto de una incursión violenta de la Gendarmería nacional, la Policía del Chubut y las órdenes de un juez federal. Ochenta días después, contrariando las leyes de la naturaleza, su cuerpo aparecía sin vida unos 150 metros río arriba en las aguas frías y poco profundas del Chubut. Ese mismo día, en medio de una protesta mapuche en la zona del lago Mascardi, en el Parque nacional Nahuel Huapi, era asesinado Rafita Nahuel, un adolescente que huía, cerro arriba, de la ofensiva oficial. Una bala de la Prefectura Nacional ingresó a su cuerpo por el glúteo; sí, asesinado por la espalda con un certero balazo.

Las pericias forenses dictaminaron que Santiago se había ahogado, pero para la familia y los organismos de DDHH no es tan claro; no dijeron qué pasó con él cuando cruzaba el río bajo las balas de la represión, qué pasó con su teléfono que respondió a un llamado dos días después, qué sucedió con su cuerpo, aparecido aguas arriba en un sitio dos veces revisado por equipos oficiales, qué hicieron los efectivos de la GN al verlo desde la orilla. El segundo juez del caso pretendió cerrarlo; hoy la familia reclama se reabra la causa.

Las pericias forenses determinaron que Rafita Nahuel no tenía pólvora en sus manos, pero la bala entró por el glúteo hacia arriba; una bala propia de las armas de Prefectura; se supo quién había disparado y luego se desestimó y el sospechado está libre; un asesinado, un ente oficial responsable y ningún culpable.

A casi dos años de un nuevo gobierno, que dice ser popular, nada ha sucedió al respecto.

Cuántas cosas se dijeron desde los medios hegemónicos, verborragia demencial y cómplice de los periodistas entonces oficialistas, defendiendo el accionar represivo de la entonces ministra Bullrich, contra los “mapuches terroristas”, cómplices de los grupos históricos que colaboran con ellos, como ETA, Sendero y FARC, decían. Cuántas idioteces dijo la ex vice presidenta, que llegó a afirmar que en Mascardi los indígenas arrojaban lanzas a la Prefectura, que se vio obligada a repeler el ataque. En esa mesa televisiva, el periodista Tenembaun, esa vez a la izquierda de Michetti, insistía en la asimetría y las dudas sobre ese ataque cuando la anciana dueña del espacio gastronómico lo reprendía “por estar a favor de los mapuches”. Carrió diciendo que las aguas heladas del río Chubut dejaban a Maldonado como a Walt Disney, días después de haber asegurado que el “hippie” estaba por las provincias del Litoral.

Hoy siguen diciendo muchos, lamentablemente muchos vecinos que nada saben de climas y aguas de deshielo y muchos vecinos de estas mismas zonas, que Santiago murió ahogado, que Rafita era parte de ese neoterrorismo nativo, que Jones Guala quiere la destrucción de la nación, que son violentos, que la propiedad privada es sagrada (aunque apenas tengan un patio con césped se solidarizan con Benetton) y pavadas por el estilo.

Hoy, ante la recuperación (o el intento) de un territorio fiscal en la zona de Cuesta del Ternero, sobre la ruta de ripio que une El Bolsón con El Maitén, provincia de Río Negro, vuelve el espectro terrorista, la violencia estatal, el despliegue policial, las fuerzas federales, los debates por los medios, los insultos ante cortes de ruta, y todo el arsenal verbal contra los mapuche. Con una diferencia: anclados en la excusa del supuesto terrorismo indígena, usan el caso de Jones Guala preso en Chile o el de la Lof Quemquemtrew citado para atacar al gobierno nacional y ligar la supuesta defensa a los mapuche con la idea de defensa de los “amigos” venezolanos, nicaragüenses e iraníes.

La realidad es mucho más compleja.

Hace años se viene dilatando la ejecución de la Ley Nacional 26160 de Relevamiento de Comunidades Indígenas. No se avanza, se pone en pausa, las provincias no colaboran, los gobiernos nacionales no cumplen y las comunidades quedan a merced de oligarquías locales, estancieros cercanos, policías, políticos corruptos y jueces ineptos. Son pocos los casos a la inversa. El relevamiento está pausado en Chubut, no se hizo mucho en Río Negro y sí se ejecutó con mayor éxito en Neuquén, por lo cual quedan pendientes en muchas regiones la titularidad de las tierras comunitarias para determinadas comunidades que pudieron demostrar la pre-existencia, la ancestralidad de esos territorios ocupados o reclamados. Ley mediante, los conflictos se deben solucionar en el marco que ha fijado el Congreso nacional.

Las protestas mapuche, los reclamos territoriales y culturales, el hartazgo por no ser escuchados y además, para colmo, reprimidos, bastardeados también por parte de la población que se hace eco de falsedades y se suma a eso de “son terroristas”, son combustible en estos escenarios conflictivos. La presencia policial y más aún, de fuerzas federales cuyos antecedentes son trágicos en la zona, resultan un aditivo para ese combustible. Los medios hegemónicos, hoy opositores, hacen su juego y muchos televidentes consumen toda esa nefasta información interesada.

En el paraje mencionado, la Lof Quemquemtrew, la policía cercó al contingente de ocupación de tal modo que nadie les puede pasar ropa, medicina, alimentos y agua. Un sitio al estilo medieval, nada menos. La gobernadora rionegrina, en lugar de investigar quiénes incendiaron la sede del Club Andino en El Bolsón, acusó directamente a los mapuche de la protesta y al grupo instigador de la violencia, el RAM, sigla que significa Resistencia Ancestral Mapuche, grupo que hace unos años es señalado como el culpable de todos los desmanes pero nunca, ni las policías y gobiernos de Chubut y Río Negro, pudieron desestructurar; ningún investigado, ningún detenido, ningún procesado. ¿Quiénes conforman la RAM? Muchos hablan y la dan por existente. La duda es lógica y las sospechas populares se orientan a otros sectores, no precisamente mapuches.

Para colmo, el locuaz médico militar responsable de la “Seguridad” bonaerense, de asistencia perfecta en los medios de tv y radio hegemónico a diario, asegura que son actos terroristas y reclama mano dura. El gobierno nacional desdice a la gobernadora porque, argumenta, que no es obligación federal apoyar con GN y PNA, que es un problema que debe resolver la provincia… pero manda efectivos para prevenir y patrullar. ¿Cede ante las presiones mediáticas? ¿Actúa buscando menos pérdida electoral? ¿Acaso ubicar en esas mismas zonas a estos contingentes no es acercar más combustible? ¿Será, como dice el ministro de Seguridad nacional, que de ningún modo ocurrirá algo similar al caso Maldonado?

Se acusa para criminalizar la protesta indígena. No se debate para resolver los conflictos. Se agita al resto de la población contra los mapuche. Se busca rédito electoral días antes de la votación de término medio. Se inventa un enemigo interno. Se juega con fuego. Nuevamente.

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