LAS CHANCES DE UN GOLPE MÁS O MENOS BLANDO

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La degradación de la política argentina nos presenta una inédita alianza opositora

La degradación de la política argentina nos presenta una inédita alianza opositora: Juntos por el Cambio +el Covid19. Asistimos a una guerra sorda de las grandes patronales capitalistas contra los trabajadores y el conjunto del pueblo. El nudo es la decisión del gobierno de Rodríguez Larreta de desobedecer al DNU del presidente, cuyo núcleo es la suspensión de las clases presenciales en las escuelas de la CABA y el AMBA que constituyen el epicentro de los contagios en el marco de esta segunda ola. El súbito clamor de la oposición derechista por el derecho a la educación, presuntamente vulnerado por el decreto, esconde cada vez con menos efectividad el verdadero motivo: el pleno funcionamiento de la escuela como guardería para asegurar la actividad económica y resguardar la ganancia capitalista. A tal efecto la decisión es que “que mueran todos los que tengan que morir”, según las palabras de Mauricio Macri hace un año cuando empezó la pandemia, pues siguiendo su pensamiento “el populismo es más peligroso que el coronavirus”. 

Los medios hegemónicos son la punta de lanza de esa guerra sorda con su constante bombardeo de falacias y mentiras. Así las declaraciones del ministro de salud de CABA, Fernán Quirós en conferencia de prensa, de que los contagios están bajando, contrastaban  con la dramática realidad de hospitales colapsados y un clamor de los trabajadores de la salud agotados y desbordados para la atención a un número creciente de pacientes infectados. La muerte por Covid de la enfermera del Hospital Penna, Gilda Zurita, de 52 años tras esperar 48 horas sentada en una silla de ruedas que le consiguieran una cama de terapia intensiva en el Sanatorio Julio Méndez, es una “postal” que ilustra la magnitud de la situación.

Digamos de paso que la decisión de sostener la presencialidad de cualquier manera era compartida tanto por el gobierno nacional cuanto por el gobierno de CABA. El ministro de educación de nación Nicolás Trotta la mantuvo hasta horas antes del anuncio presidencial del DNU. Mientras las cúpulas de CTERA y Suteba guardaban discreto silencio, el malestar en las bases docentes fue en aumento. En el AMBA las seccionales Multicolor de Suteba lanzaron un paro de 48 hs. con enorme repercusión y en CABA la iniciativa de parar de Ademys obligó a UTE, UDA y AMET a seguir sus pasos. Y a pesar del silencio mediático, las medidas de fuerza tuvieron mayor incidencia de la que ambos oficialismos están dispuestos a reconocer porque tuvieron la virtud de no rendirse ante el bombardeo y la instalación en el sentido común que el contagio y la muerte son apenas riesgos y eventualidades que hay que aceptar en nombre de la “normalidad”.

Al mismo tiempo se desploma la mentira de que “la escuela no contagia” o que vamos a contramano del mundo. Las recientes decisiones de países como Francia, Alemania, Israel o Uruguay (1), de mantener las escuelas cerradas aún con índices de contagio inferiores a la Argentina, nos convencen que la salud de la población ante la arremetida de la segunda ola de la pandemia, no constituye la mínima preocupación de la derecha vernácula. Las patronales intentaron contrarrestar las medidas de fuerza de los trabajadores de la educación movilizando a supuestos “papis” que en realidad pertenecían a organizaciones de la derecha e incluso vinculadas a la embajada, como lo denunció el periodista Tomás Mendez (2)

Detrás está “la embajada”.

Detrás de la mencionada alianza entre el virus y la oposición derechista está “la embajada” ya que el gobierno Biden ve en la invasión al subcontinente, de vacunas chinas y rusas, una amenaza para la seguridad estadounidense. Por otra parte, la Argentina, junto a Bolivia y México integra el bloque de gobiernos progresistas que procura recuperar el protagonismo de la primera década del siglo XXI en una región de frágil estabilidad, donde el imperio redobla su asedio sobre Venezuela y la mala noticia para él es el fallo de la Corte brasileña que ha terminado de desmoronar el último obstáculo jurídico para el camino a la reelección de Ignacio “Lula” Da Silva.

Con diferencia de una semana el nuevo inquilino de la Casa Blanca ya ha enviado a Argentina dos emisarios. El primero fue Craig Faller, jefe del Comando Sur, (ver nuestro artículo “A qué vino el Jefe del Comando Sur a la Argentina”), el segundo es Juan González, director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Según Infobae, criticó el “mercantilismo de las vacunas de China y Rusia” e hizo un guiño por el FMI. (3)  González “alertó hoy sobre la estrategia que mantienen Moscú y Beijing respecto de la venta y distribución de vacunas al mundo y advirtió que solo los Estados Unidos cuentan con un plan global de recuperación post pandemia”.(…) “Ese programa, señaló el Director Principal para la región del Consejo de Seguridad Nacional, tendrá entre sus prioridades a América Latina y se concretará luego de que la administración Biden pueda controlar el virus en su territorio”. (Infobae op. Cit)

A caballo del coronavirus para desgastar al gobierno

Durante el cuatrienio que (des)gobernó el país, la derecha no se caracterizó ni por su creatividad ni su apego a las normas republicanas que propagandiza. El maquillaje de derecha moderna y civilizada se desvaneció rápidamente y mostró lo que ya conocimos bajo gobiernos dictatoriales: arrogancia, desprecio por el pueblo y sus necesidades, represión,  atropello a todos los derechos sociales, entreguismo y cipayismo a la enésima potencia,  y por si esto fuera poco, tampoco pudo sostener la leyenda urbana que ellos mismos echaron a rodar sin un solo dato que la respaldara: que los ricos no roban. ¿Qué pueden ofrecer a la sociedad para remediar los males que ellos produjeron, que la pandemia aumentó y un gobierno de rumbo incierto está dejando pasar? Su apuesta es miserable pero fuerte. Precipitar la catástrofe sanitaria, generar el caos social para retornar al poder político, (el económico está intacto) sobre un gobierno desprestigiado y un país devastado.

Un país con récord de desocupación, con 19 millones de pobres, con un endeudamiento externo descomunal, con un gobierno que no logra detener la voracidad y el saqueo sistemático de las corporaciones, frenar la inflación ni la trepada de los precios de los alimentos. Donde 170 super ricos que se niegan a pagar un mínimo impuesto extraordinario por única vez, desfilan por los tribunales para burlar una decisión parlamentaria. Sin embargo, ni así los números le cierran a esta oposición cuya principal herramienta es el bombardeo mediático y goebbelsiano. Y esa esquiva realidad es la que hace decir al “periodista” Longobardi que “hay que formatear a la Argentina de modo más autoritario” porque el pueblo, sumido en la pobreza no sabe votar, es decir no los vota a ellos.¿Un llamado al golpe blando o a la instalación del voto calificado? Se equivoca quien crea que la de Longobardi es una voz solitaria (4). Expresa a la élite que se cree, no sin motivos, la dueña del país.

El pueblo trabajador que lo votó, sigue esperando que el gobierno asuma actitudes firmes en relación a esos temas que aquí sólo mencionamos superficialmente. El de la Hidrovía, que compromete la soberanía nacional y que en manos del Estado podría asegurar la defensa de los recursos naturales, de los minerales y los granos que, salen sin control por nuestros puertos virtualmente privatizados,  es uno de los puntos de la agenda popular. Por eso debemos suscribir masivamente los petitorios para que la Hidrovía, su extensión y dragado quede en manos del Estado nacional.

El reclamo de la libertad de los detenidos de Andalgalá por oponerse al saqueo y a la destrucción ambiental de la Alumbrera, y el apoyo a la lucha de los trabajadores de la salud en Neuquén que están escribiendo una verdadera epopeya en el lejano sur, son los otros puntos ineludibles de esta agenda. Pero este desafío que no se resuelve nada más que con consignas ni con el accionar de una vanguardia esclarecida, requiere una salida superadora, de unidad y articulación de esas luchas. Es que la mayor apuesta de la derecha, de carácter destituyente, sólo tiene chance de prosperar si el pueblo está desmovilizado y si el propio gobierno lo permite, si no realiza un esfuerzo serio por privilegiar la agenda del pueblo empobrecido sobre la inútil pretensión de querer contentar a todo el mundo.

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