Igual que en la vidriera irrespetuosa
De los cambalaches se ha mezclao la vida
Y herida por un sable sin remaches
Ves llorar la Biblia junto a un calefón.
Enrique Santos Discépolo
La condena contra Cristina Fernández de Kirchner a seis años de prisión por defraudación a la administración del Estado e inhabilitación perpetua para desempeñar cargos públicos es solo un nuevo capítulo del proceso de crisis del cual nos quedan muchísimos capítulos por ver. El fallo cantado desde hace bastante tiempo, muy fuerte mediáticamente y flojísimo de pruebas fehacientes responde a una vendetta política antes que a un acto de justicia y por eso para no perdernos en este campo minado que es la política argentina, digamos que lo central del fallo es su objetivo proscriptivo. No se proscribe solamente a la más importante líder política del país, sino a millones de ciudadanos que depositan en ella sus esperanzas. Algo que ya conoció la historia después de 1955 con la proscripción de Perón y del peronismo. La experiencia reciente que incluye el golpe de estado en Perú, contra su presidente Pedro Castillo no hacen más que confirmar la adopción de una estrategia desestabilizadora, el law fare, ejecutada por medio de la alianza entre los medios hegemónicos, el poder judicial y los partidos de la derecha. Estrategia que sufrieron a su turno, Lugo en Paraguay, Correa en Ecuador, Lula y Dilma Rouseff en Brasil. Lamentablemente el gobierno de los Fernández se limitó a esperar que una mayoría aplastante en el Congreso lo habilitara para intervenir el Poder Judicial sin tener que recurrir a la movilización popular. Tampoco hizo nada para restaurar la ley de Medios, suspendida por Macri, que aunque incompleta, ponía algunos frenos a la concentración monopólica.
Otra cosa es la decisión personal de CFK de bajarse de cualquier candidatura en 2023, abierta a toda clase de interpretaciones, para muchos de sus seguidores una defección que los deja a la intemperie, para tantos otros una jugada genial, pues “la jefa sabe”, delegando en su figura una responsabilidad que es colectiva. Los reflejos verticalistas no pueden conducir a ninguna victoria. No obstante, no hay que olvidar que la política es dinámica, aquello a lo cual se renuncia hoy, mañana, ante un cambio de escenario, puede merecer una revisión.
La filtración del viaje clandestino de jueces, funcionarios y servis a Lago Escondido, invitados por el Grupo Clarín para un “lobby espiritual” en las paradisíacas tierras usurpadas por el magnate Joe Lewis, completa el cuadro de descomposición política, la más obscena vidriera irrespetuosa, la palmaria demostración de aniquilamiento desde adentro, del estado de derecho, y su sustitución por un regimen paralelo votado por nadie.
Podríamos haber comenzado estas líneas de reflexión mencionando el 43 por ciento al cual ha trepado la pobreza según las mediciones de la UCA (Universidad Católica Argentina) y poniendo la mirada en un gobierno en retirada, de rodillas ante el poder económico, decididamente jugado al ajuste para cumplir con los dictados del FMI para el pago de la deuda que contrajo Macri y que Alberto y su elenco convalidaron (1) .Así el otorgamiento de un nuevo dólar soja y otras facilidades a los grupos más concentrados contrasta con la fiscalización por el gobierno de los beneficiarios del programa Potenciar Trabajo luego de la difusión de una fake news que denunciaba la percepción indebida de ese beneficio por unas 250 mil personas, que luego se redujeron a algo más de 2000. ¿No suena irónico que el juez que ordenó el levantamiento del secreto fiscal sobre los destinatarios del programa que vienen percibiendo la miseria de $30 mil, sea el propio Ercolini, hoy involucrado en el escándalo de Lago Escondido? ¿No resulta obsceno y servil el afán fiscalista de la ministra de desarrollo social Tolosa Paz?
Sin embargo, bien mirado, la lectora o el lector avisados notarán en seguida que todos estos sucesos, sin excluir, claro, el atentado contra la vida de la vicepresidenta cuya investigación está deliberadamente planchada, encajan perfectamente como las piezas de un rompecabezas para exhibir de conjunto la naturaleza de la crisis. Son estos jueces quienes de modo sistemático han venido obturando las medidas más tibias del gobierno para proteger el bolsillo del pueblo, favoreciendo siempre el derecho del más fuerte, de las corporaciones. Así sucedió con el intento del gobierno de declarar como servicio público y derecho humano la conexión a internet, así sucedió con el aval sistemático al aumento de las tarifas eléctricas, contra el aumento de las retenciones al agro etc. En el presente siglo, las corporaciones y su personal político, que antes golpeaban la puerta de los cuarteles hoy encuentran eficaz respuesta en el llamado Partido Judicial. Por cierto, si en los años 60 del siglo pasado, caracterizábamos al gobierno de facto de Onganía como la dictadura de los monopolios, ¿cómo debería calificarse hoy a este poder?
El juego en que andamos
Todos los datos de la realidad al día de hoy indican que no hay salida que no sea por derecha. El alicaído Frente de Todos sueña con llegar al 2023 con el mérito de las cuentas ordenadas como manda desde Washington el FMI y con Sergio Massa como su candidato. Del otro lado, los monstruos, que se debaten en una pelea interna por momentos canibalesca tienen un programa claro de aplastamiento de todos los derechos de los trabajadores y de los más sumergidos. Todo el mundo político, sindical etc. está sumergido en el orejeo de sus cartas mirando al 2023. Nadie quiere arriesgar posiciones, ni hablar demás; la especulación al palo. Por ello, no se puede esperar la solución de los que han generado el problema. Las centrales obreras no pasan de declaraciones vacías, la CGT se opone al otorgamiento de una suma fija al conjunto de los trabajadores que podría traer a los alicaídos bolsillos un alivio, prácticamente los partidos políticos tradicionales están fracturados en tribus variopintas que bailan alrededor de grotescos y mediocres caciques. Pero sobre el desprestigio de la política revolotean presurosas las aves de rapiña del neofascismo con el objeto de llevarse puesta la democracia.
Las ganancias de los grupos más concentrados de la economía argentina.
¿Dónde está el proyecto popular?
En el ya lejano acto del 17 de noviembre, Día de la Militancia, CFK planteó la recuperación de la esperanza. Contra esa idea conspira la dura realidad de nuestra clase trabajadora y del conjunto de nuestro pueblo, realidad de ajuste brutal, de no poder llegar a fin de mes, ni garantizar una comida decente para sus hijxs, y por otro lado, de toda clase de privilegios para los que lo tienen todo.
Con todo respeto por la figura de la ex presidenta y por sus millones de simpatizantes, los hechos nos reafirman en la convicción que, más allá de los resultados electorales de 2023, sin unidad y organización de los de abajo, sin la deliberación colectiva acerca de qué país y qué sociedad queremos, sin la recuperación de un proyecto popular democrático, de soberanía sobre nuestros recursos naturales, energéticos, humanos etc. y sin movilización callejera, la esperanza será un ángel lejano y esquivo.
En la actual coyuntura, las fuerzas que luchan por cambios profundos, deben ver en las elecciones una herramienta más para intervenir con un programa transformador. Lo real, es que avocados a la tarea de construir una fuerza propia con identidad de clase, unitaria, antimperialista; las mayorías populares con las cuales se debe confluir se encuentran en el Frente de Todos. (2)
No podemos sentarnos a esperar que la política de transformación se resuelva en las alturas. Sin la organización independiente por abajo, las elecciones pueden llegar a ser una nueva emboscada y una nueva frustración. Hay que comenzar cuanto antes a discutir una salida que privilegie las necesidades de los trabajadores y de los sectores más postergados, en el territorio, en los lugares de trabajo y estudio. Solo una política estratégica, pensada y construida desde este lugar, una política de construcción paciente de poder popular, puede unir y reparar la enorme fragmentación social de nuestra clase y nuestro pueblo, resultado de décadas de devastación neoliberal.
Decíamos al principio que estamos ante un proceso de crisis del que nos quedan muchos capítulos por ver. Pero como esta no es una serie de Netflix sino nuestra propia vida como pueblo y como nación, dejemos de ser espectadores y pongamos manos a la obra mientras no es tarde.
Colectivo Ayllu- Diciembre 2022.
Notas al pie
(1) No olvidar tampoco que CFK estuvo en su momento, de acuerdo con la “reestructuración” de la deuda y apoyó al principio a Guzmán. Luego de firmado el acuerdo y a la vista de los posibles resultados, se inventó lo de la “refinanciación”para despegar.
(2) ACERCA DE LOS COMPROMISOS – LENIN
La idea que el vulgo tiene habitualmente de los bolcheviques, sostenida por las calumnias de la prensa, consiste en que éstos nunca se prestan a compromiso alguno con nadie.
Tal idea es halagüeña para nosotros, como Partido del proletariado revolucionario, pues demuestra que hasta nuestros enemigos se ven obligados a reconocer nuestra fidelidad a los principios fundamentales del socialismo y de la revolución. Pero con todo, hay que decir la verdad: esa idea no corresponde a los hechos. Engels estaba en lo cierto cuando en su crítica del manifiesto de los blanquistas de la Comuna (en el año 1873) ridiculizaba la declaración de éstos: “¡Ningún compromiso! Esto es una frase -decía él-, pues los compromisos de un partido que lucha son a menudo impuestos inevitablemente por las circunstancias y es absurdo renunciar de una vez para siempre “a cobrarse la deuda por partes”. El deber de un partido auténticamente revolucionario no consiste en proclamar imposible la renuncia a cualquier compromiso, sino en saber cumplir fielmente a través de todos los compromisos -en la medida en que sean inevitables-, con sus principios, su clase, su misión revolucionaria, su obra de preparar la revolución y de educar a las masas populares para triunfar en la revolución.