Nuestra patria no fue hija de la mansa aceptación del orden que querían imponer las monarquías y los imperios, sino hija de la desobediencia, de la rebeldía, de la convicción de que se puede derrotar la injusticia, que se puede y se debe soñar un mundo nuevo.
Ya había sido clara en su clase magistral en el Teatro Argentino de La Plata (“no se hagan los rulos, ya se los dije muchas veces”). Lo reforzó en su carta abierta que publicó en las redes sociales (Ya lo dije el 6 de diciembre del 2022. No voy a ser mascota del poder por ninguna candidatura). El acto del 25 de mayo congregó a una multitud entusiasta a pesar del mal tiempo, para escucharla y hacerle escuchar su demanda (una letanía dijo en la entrevista en el canal oficialista). Pero la decisión de la ex presidenta no varió. No será candidata.
En los tres momentos que mencionamos, con un tono crítico y opositor, la Vicepresidenta en funciones del gobierno de Alberto F, arrojó algunas definiciones. CFK descubrió que hace falta un programa de gobierno que “vuelva a enamorar”. Fulminó a la Corte Suprema y al Fondo Monetario Internacional al mismo tiempo que apoya al ministro de economía Sergio Massa, que espera de ese organismo, como maná del cielo, la partida de dólares para sostener nuestra frágil economía, mientras sigue aplicando el más duro ajuste contra nuestro pueblo. Es cierto que también planteó la nacionalización del litio y que seamos los argentinos los productores de baterías, utilizando ese material, pero al mismo tiempo postuló la “alianza entre lo público y lo privado” que en Chile se plantea Boric para la explotación del nuevo mineral estrella. No entró en precisiones sobre la naturaleza y contenido de esa alianza. Y la verdad, en líneas generales, los puntos programáticos que formuló no son otros que los que incumplió el gobierno del que forma parte.
Tanto en su disertación en el Teatro Argentino, como en otras ocasiones, la Vicepresidenta ratificó que el capitalismo es “el sistema más eficiente de producción de bienes y servicios”. Coincidimos en una sola cosa: el capitalismo es un sistema. Pero agregamos que, dentro de ese sistema tan “eficiente”, el FMI no constituye una anomalía ni un yerro del mismo, es el instrumento necesario del capital financiero para asegurarse la dominación política sobre nuestros países, obturando cualquier posibilidad de desarrollo independiente. Allí la realidad choca con el relato y hace del todo prescindible el generoso ofrecimiento de los grupos juveniles: “aquí estamos los pibes para la liberación” o el más tradicional de “Patria sí, colonia no”. De la tutela del Fondo, lo realista es “renegociar” las condiciones de la dependencia, es decir las condiciones del orden colonial. Que es lo que viene haciendo Massa. De liberación nada.
El amor entre la lideresa y sus seguidores tiene su envidiable encanto. No hay en el país, otro partido político ni otro dirigente en capacidad de convocar un acto de esa envergadura. Pero en política, un amor ciego puede ser letal. Muchos manifestantes entrevistados al momento de la desconcentración expresaban su disposición a votar al candidato que diga la jefa. Y en la grilla está tanto Wado como Sergio Massa. Y si existieran dudas ahí está el chico Grabois que hace un mes tildaba al ministro de economía de “sinvergüenza, vendepatria y cagador” y ahora, foto de por medio, lo acepta como “un aliado táctico”.
Aparte del acto, en el país siguen pasando cosas.
Los días previos al acto de la Plaza de mayo, estuvieron jalonados por distintas protestas sociales como la enorme movilización de la Unidad Piquetera en CABA (1), por la feroz represión a los docentes y trabajadores de la salud de Salta donde gobierna Gustavo Sáenz, un aliado de Sergio Massa, (2) con un saldo de 20 detenidos, y también por la movilización de los docentes misioneros, que salieron a cortar la ruta y fueron enfrentados por patotas de las cámaras de comercio y del gremio de taxistas, con pleno respaldo de la policía de la provincia´(3).
Según un informe reciente del INDEC, sobre las condiciones de vida de los 31 conglomerados urbanos del país, durante el segundo semestre de 2022, solo en el Gran Buenos Aires, hay 6.2 millones de personas pobres y 1,3 millones de indigentes. En dichos conglomerados el 54,6 por ciento de los menores de 17 años son pobres, y el 12% directamente indigentes. Para cientos de miles de pobres e indigentes la salida laboral oscila entre el menudeo de la droga, el cartoneo, el robo o el bolsón de indignidad…. Se debilita el principio de solidaridad social y las barriadas se vuelven ámbitos inhóspitos. Los valores y la idea de nación con una unidad de destino se disuelven. Digamos también que ese drama de millones de nuestros hermanos no se vio reflejado en la plaza, tampoco sus luchas, ni en el discurso ni en las consignas que se cantaron. ¿Acaso la patria no era el otro?
En nuestro editorial anterior afirmábamos que gane quien gane en octubre, pierde el pueblo (ver “Entre lo malo y lo peor”-https://aayllu.com/entre-lo-malo-y-lo-peor/). Porque si bien no son lo mismo, en ambos hay un denominador común, el pago de la deuda, la gobernabilidad y el avance sobre las conquistas de la clase trabajadora. Y porque si bien, la derecha explícita, pura y dura promete “reformas estructurales” en las primeras cien horas de su gobierno, la derecha implícita, que se expresa por ejemplo en la burocracia sindical, se ufana de estar llevando a cabo la reforma laboral gradualmente, entregando las conquistas históricas en las negociaciones colectivas sin necesidad de que pase por el filtro del Congreso. Franca y fraternalmente, entendemos que las banderas históricas del peronismo: justicia social, independencia económica y soberanía política, no se ve que puedan alcanzarse con esta dirigencia y en elecciones proscriptivas y condicionadas, pero fundamentalmente no podrán hacerse realidad sin la participación activa de nuestro pueblo, con organizaciones políticas y sociales renovadas, y sindicatos democráticos y combativos, construyendo poder popular en la calle para imponer una alternativa al neoliberalismo y el imperialismo. En cuanto a las izquierdas, estas solo son opción cuando logran superar su recurrente propensión a las divisiones, del todo extrañas para quien las ve de afuera. Poniendo blanco sobre negro que hoy por hoy no alcanza obtener algunas bancas más en la madriguera del enemigo que es el Congreso.
Dos palabras sobre el 20° aniversario de la asunción de Néstor Kirchner y los hijos de la generación diezmada
El recuerdo de los años de cierta bonanza a partir del gobierno de Néstor, que subió con solo el 22% de los votos y a raíz del retiro de Carlos Saúl Menem ante la segunda vuelta, borra del relato el antecedente fundamental del argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001, donde el pueblo en la calle y al precio de 39 muertos, junto al grito de que se vayan todos, echó al gobierno entreguista de De la Rúa- Cavallo, hizo florecer por todas partes asambleas autoconvocadas y empresas recuperadas por sus trabajadores y planteó exigencias como la remoción de la Corte Suprema, la anulación de las leyes de olvido y el no pago de la deuda externa. En relación a la generación diezmada, el relato del kirchnerismo intenta borrar de la memoria, que los 30 mil desaparecidos no lucharon por una democracia capitalista de mercado, sino por una sociedad socialista sin explotadores ni explotados. Sin la enorme movilización popular de esos años, que recibió la respuesta represiva de las clases dominantes, como se vio con la masacre de Avellaneda que se cobró la vida de Maxi Kosteki y Darío Santillán, los avances del gobierno de NK no habrían sido posibles. Pero poniendo en claro que el objetivo del gobierno de Néstor Kírchner, no era acelerar la historia sino normalizar el país, garantizar su gobernabilidad, sacar de las calles a los sectores populares. Alcanzar con estos una transacción que Antonio Gramsci habría calificado como revolución pasiva.
Cuando el pragmatismo se vuelve utópico y quimérico
El pago incondicional de una deuda externa impagable, inmoral y odiosa, sin importar el costo social y los riesgos de disolución de la Nación misma, idea que tiene exponentes en los dos lados de la grieta, es lo utópico en el sentido negativo del término. Es lo quimérico. Porque todas las calamidades con las que amenazaban a quienes impugnamos el pago de esta verdadera estafa, (falta de acceso al crédito, de inversiones extranjeras por la falta de credibilidad, mayor empobrecimiento de las masas etc) están sucediendo igualmente con el pago a pies juntillas.
Hay que recuperar la utopía de una sociedad mejor, aunque como todo lo grande, se comience con pocos. Disputar ideológicamente contra la instalación en el sentido común, del posibilismo y el pragmatismo que se despliega con la impronta de “lo sensato” y “lo realista”, donde la negociación es otro nombre de la rendición ante los poderosos. Lo electoral no puede seguir postergando la necesaria ruptura con los personeros del enemigo. La unidad verdadera tiene que ser la unidad de los de abajo en torno a un programa de liberación y necesaria confrontación, unidad que cimente la confianza en la fuerza propia.
Sin la voluntad de ser libres, independientes y soberanos, la Revolución de mayo y la gesta independentista, no habrían sido posibles. Nuestra patria no fue hija de la mansa aceptación del orden que querían imponer las monarquías y los imperios, sino hija de la desobediencia, de la rebeldía, de la convicción de que se puede derrotar la injusticia, que se puede y se debe soñar un mundo nuevo.