Nuevos capítulos “llenos de ruido y furia”, una historia universal siempre inacabada donde cada relato supera al anterior y desafía la capacidad de asombro de les lectores.
En pocos días, la vida se ha encargado de nutrir con nuevos capítulos “llenos de ruido y furia”, una historia universal siempre inacabada donde cada relato supera al anterior y desafía la capacidad de asombro de les lectores.
El 8 de marzo el ministro de Salud de Corrientes, Ricardo Cardozo, chocó su camioneta particular que conducía hacia la ciudad de Goya llevando un lote de 900 dosis de la vacuna Sputnik V contra el coronavirus. Un comunicado oficial nos “tranquiliza”, no sólo acerca de la salud del ministro, que habría sufrido una descompensación cardiovascular sino también de que se garantizó el traslado de las vacunas (debidamente protegidas) a su destino correspondiente. Los medios hegemónicos se apresuraron a informar que el ministro fue asistido inmediatamente (le colocaron 3 sten) etc. que no se encuentra en peligro y nada dicen sobre las vacunas ni explican por qué eran trasladadas por fuera de los protocolos sanitarios correspondientes. La oposición exige la renuncia del funcionario y plantea que esa vacuna requiere estar a menos de 18 grados, lo cual no parece factible en las irregulares condiciones de su traslado. Cabe preguntarse si un episodio similar hubiese ocurrido en una provincia gobernada por el Frente de Todos. Pero lo real es que este verdadero escándalo no merece los kilómetros de papel ni las horas de televisión del de Ginés García.
Hoy 9 de marzo nos desayunamos con las vicisitudes del operativo de vacunación destinado a adultos mayores de 80 en los estadios del Luna Park y en el de San Lorenzo de Almagro. Filas interminables de ancianos con bastones, muletas, sillas de rueda etc. amontonados de pie bajo el solazo. Sin una sola ambulancia ni personal médico se produjeron desvanecimientos y descompensaciones. Un castigo silencioso pero evidente para los viejos que no han podido costearse una prepaga que les habría ahorrado ese calvario. Más tarde pudimos saber que las autoridades de la CABA rechazaron el ofrecimiento de PAMI de poner a disposición de la campaña su capacidad instalada y su personal. No obstante, la respuesta del ministro de salud Fernán Quirós aunque pidió disculpas, fue echar la culpa a los acompañantes de los ancianos. En la misma línea se expresaba TN (al pie el enlace para ver el video). Nadie vio en estas situaciones a les campeones de los derechos humanos de Formosa, Patricia Bullrich y Waldo Wolff.
Por otro lado, Rodríguez Larreta insiste en privilegiar el suministro de vacunas al sector privado, privando de las mismas al personal médico de los hospitales públicos con las consiguientes muertes de profesionales. En tanto, los cientos de docentes contagiados en el país y denunciados por varios gremios del sector, a partir de la iniciación de clases presenciales, son una estadística que a nadie parece interesar.
Seguramente estos episodios de la historia universal de a infamia seguirán aumentando por lo menos hasta que los sectores populares dejemos de delegar en manos de terceros asuntos que sólo nos interesan a los de abajo: educación, salud, calidad de vida, trabajo, justicia, y tomemos los mismos en nuestras manos, mediante la deliberación, la autoorganización y la movilización.
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