Joaquín Tolaba (1986) nació en el conurbano bonaerense y desde 2015 participa en el taller de escritura “Traspalabra” en la localidad de Moreno. Allí editó con sus compañerxs las siguientes antologías: Seca’y, Dist-tinta y Morenadas. De su primer libro: “Esas sangres que avivan los limones” ( Arbol Animal Ediciones. 2020) es el cuento que publicamos a continuación. Además de escribir, también es aficionado al cine, la cocina y hacer cuadernos artesanales. Que “Esas sangres…” sea sólo el primero de los libros de este joven escritor.
A N D U L F I N I S H
Alguien me invita a pasar, aún tengo mi número negro. Supongo que donde estoy parado es el famoso “Más allá”. No me lo dibujaba tan frío pero tampoco con un mar
lindo y con un cielo. ¿Será el mismo cielo de siempre? Tiene nubes y estrellas como el que conozco. Oigo ladridos, entonces, deduzco que hay perros. El suelo está lleno de huellas de zapatos. Las cosas en “El Otro Mundo”, o sea en este, no se modifican en nada. Siento que alguien me
escolta mezquinamente. Escucho voces por todos lados y me desoriento. Llego a sentir la respiración de quien intenta sorprenderme. El desconcierto se devela. El sujeto se para frente a mí. Doy unos pasos y le pregunto:
-¿Quién es usted? ¿Qué es todo esto?
-No te voy a decir nada que ya no te haya dicho -contesta pausadamente con una expresión gélida.
-¿No sabes quién soy yo?
-No te creas especial.
-¿Especial?
-Sí, “Especial”. Ustedes los que parten de allá para acá vienen o los mandan con sinfín de suposiciones equivocadas.
Escúchame, te la voy a hacer simple. Si deseas saber dónde estás, tenés que irte hasta el centro, ahí pregunta por Andul,
él te va a hacer llenar unos papeles para que puedas darle de baja a tu existencia. Terminado ese primer paso te van a derivar a tu cúmulo correspondiente ¿’Ta o no ‘ta?
¿Acá también?
-Acá también qué…
– Eso de ir de un lado para el otro como un boludo…y eso del Cúmulo ¿Qué es ?
-Ya te expliqué eso. ¿Te olvidaste? -dice el sujeto misterioso.
-¿Qué si qué?…
-Bueno, no te enojes, me olvido que “Ustedes” son mandados a hacer para esto…
En un lapso indeterminado el desconocido hizo dos palmadas secas, con los brazos extendidos e inesperadamente hizo aparecer un libro gigante que cayó al suelo, suavemente.
-Ahí tenés la respuesta..
-¿Un libro? Te pensás que me sobra el tiempo para leer.
¡Decime dónde está el cúmulo!
-El tiempo no le sobra ni le falta ni lo necesita porque simplemente no existe. Relajate y busca en la biblia de la RAE la letra “C” y desde ahí…
-Sí, desde ahí busco la palabra “Cúmulo”, no me tomes por ignorante, por favor – contesté mecánicamente.
Entonces con mucho cuidado empecé a abrir el libro, cada paso de página fue una tortura. Lo que me dijo el desconocido acerca del tiempo no lo pude notar. Medí las cosas a partir del traslado de página a página hasta que logré llegar a la palabra “Cúmulo”.
-La palabra tiene diferentes significados. Escuchá, una me dice: “Cúmulo es un conjunto de muchas cosas puestas
unas sobre otras”, otra, “Es la suma de muchas cosas no materiales”. ¿Cuál es la correcta?
-No lo sé… es Andul el que te lo puede decir -responde el desconocido mientras hace unas flexiones de brazo sobre
una gran piedra.
-¿Andul? ¿Por dónde sigo?
-Agarra hasta el final del mar, el muelle. Ahí siempre se detiene una embarcación. No cuesta caro el servicio. Tenés las monedas, ¿no?
-¿Monedas?
-Sí, revisá tus bolsillos.
-Ahh sí, sí.
-Nos vemos -dice el sujeto desconocido riéndose.
-¿Cómo morí? -me pregunto en voz alta sin querer
-¿Sí? ¿Decías algo?
-Nada, nada-digo.
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Caminás ligero (camino), tus piernas notan el esfuerzo. Los gemelos se te entumecieron. El recorrido te enseña
(me enseña) nuevas preguntas y de paso, seguís notando similitudes terrenales. Una de las tantas cosas que te (me) llama la atención es el precio de los sanguches. En el principio del trayecto valen tres pesos y monedas, más adelante, el mismo sanguche con los mismos ingredientes,
cinco pesos. Percibís (percibo) el muelle, lo ves chiquito, como foto vieja. Encendés (enciendo) el cigarro negro que le arrebataste al sujeto desconocido mientras él hacía su magia del libro. Ves (veo) una piedra enorme y decidís
tomarte un descanso. Fumás (Fumo) tranquilo. Nada te molesta. Nadie te ve. Ninguna cosa es mejor. Nunca te
sentiste así en la tierra. Te ponés a pensar (Pienso) que no tenés recuerdos. Mejor dicho, ya tenés uno, el más nuevo,
el darte cuenta. No entendés (no entiendo) y te asustás (Me asusto). Un pánico se desparrama por tu cuerpo. Temblás.
Se te dificulta retener hasta lo más mínimo, como el hecho de que estás fumando. Sentís cómo la ceniza de tu cigarro negro te quema parte de un brazo. Una ampolla brota y luego te secuestra un ardor terrible. No sabés qué hacer,
cómo actuar. Decidís movilizarte por instinto de muerto. Llegás al muelle remendado en una confusión burbujeante.
Surge un frío intenso. Tu genuina soledad es rota ante la aparición de un grupo de viejos militares. Empezás a recordar algo. Los ves (Veo) y te parecen conocidos.
-¿Me podrían decir si los conozco? -digo apurado.
-No lo sé ¿deberíamos? -me responde uno de ellos.
-¿Este es el muelle que va para el cúmulo?
-Sí, esta es la parada para ir al centro cumular por vía Marítima ¿Te derivó Andulito?
-¿Quién es Andulito?
-El del libro…
-Ahhh, sí, sí, ése.
Allí estás, junto al conglomerado de viejos militares. Todosse encuentran con frío. A lo lejos vislumbras la llegada de
una barca mitológica. Llega y se detiene. De ella sale una figura sin cara con cuerpo en forma de balanza. A cada
uno le señala que suba y le reclama su moneda. Vos le querés agradecer pero no sabés cómo. Suben uno a uno en fila. Ya embarcado mirás el mar y su horizonte amarillo y marrón. Buscás un lugar donde tirarte a descansar. Te dormís. Soñás que no te podes mover y que tus palabras
no tienen salida vocal. Te despertás transpirado y nervioso.La figura sin rostro te dice que bajes. A todos les dice lo
mismo, “Han llegado al cúmulo central”. Descendés y caminas por dónde van los otros militares.
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Entras a los recuerdos
“No me mates, no mates por favor…”
“Dale apunta, viejo cobaaarde, apúntame bien, milico forro.”
“Usted se ha comportado como todo un soldado de la patria.”
“Pueblo Argentino, frente a ustedes están los verdaderos hombres de bien.”
“Hijo, qué le hiciste a la Gisela, es tu hermana.”
“Yo no te voy a juzgar, hermano, eso lo decide el Señor.”
“Hiciste bien, hiciste bien.”
Salís de los recuerdos
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-Hey, hey señor ¿quiere llenar la planilla? -dice un administrativo
del cúmulo central. En su camisa dice Andul.
-¿Estás apurado? -digo.
-Sí, como todo el mundo, el tiempo pasa y hay muchos números. Vamos, apúrese.
-Si…el tiempo no existe acá.
-Que no va a existir, no me haga reír…El tiempo no existe, el tiempo no existe. Ojalá…
-El muchacho del otro lado me dijo que el tiempo no existe…
-Usted mismo lo dijo, bien clarito, “Del Otro Lado”. En ese espacio no hay memoria y donde no hay memoria bla bla bla, acá es otra cosa, acá sí hay tiempo, si no, no estaría trabajando. Bueno, una consulta técnica. Cuando bajó, ¿no escuchó voces y, mucho antes, no sintió una extraña sensación de angustia terrible? -dice Andul.
-Sí, sí.
-Bueno, lléneme la planilla y saque número del otro lado del pasillo,
y espere ahí, en el sector “Más allá” hasta que lo llamen. 98 está el 98 ¡Vamos, vamos! Vaya por el pasillo. ¡Vamos 98! ¿98?
Luego de llenar la planilla hice lo que me dijo Andul, caminé por el pasillo con la sensación de ya haberlo hecho anteriormente, sumergiéndome en una oscuridad inigualable, dejando atrás esas voces que me hablaron al llegar al cúmulo central.