¿La tortilla se vuelve?
Aún es prematuro para justipreciar el triunfo electoral que ha regresado al MAS al gobierno de la República Plurinacional de Bolivia. El abrumador triunfo de Arce Catacora es el dato auspicioso que permite avizorar cambios futuros en Nuestra América. Es que luego del golpe de estado fascista y racista que derrocó a Evo Morales, pocos esperaban un regreso tan rápido y contundente del movimiento popular e indígena al gobierno.
A renglón seguido el levantamiento popular en Perú intenta poner fin a décadas de la nefasta herencia dejada por Fujimori bajo la presidencia de distintos figurones de la burguesía. Y en Chile no se ha apagado ni mucho menos la bronca que puja por llevarse puesto a Piñera y a 30 años de impiadoso neoliberalismo.
Un duro golpe para Bolsonaro, representaron las elecciones municipales en noviembre donde en la segunda vuelta, 11 de sus 13 candidatos fueron derrotados. Pero al mismo tiempo también el Partido de los Trabajadores de Inacio Lula Da Silva sufrió un descalabro al no lograr el triunfo en ninguna de las capitales brasileñas.
Casi de forma simultánea se conocieron las protestas en Guatemala ante la ausencia de medidas de protección a la población en el marco del COVID 19 para privilegiar en cambio los negocios de las oligarquías que dominan el país centroamericano.
Por último la victoria del Polo Patriótico que acaba de restablecer la mayoría para el chavismo en la Asamblea Nacional, bien que con una alta abstención, puede abrir una instancia de recuperación del proyecto bolivariano en el complicado cuadro del asedio del imperialismo que se conjuga con el COVID 19, a condición que la dirección de Maduro haga autocrítica y se apoye en las masas más que en la boliburguesía. El pueblo bolivariano está dando sobradas muestras de patriotismo y de conciencia antimperialista porque resiste a pesar de las enormes dificultades económicas y de una dirección que no parece a la altura de sus inmensos sacrificios.
En suma, ninguna de éstas es una buena noticia para el imperio. Pero vale tomar en consideración la aguda observación del portugués Boenaventura Souza Do Santos: “El problema que enfrentamos es una dominación articulada y una resistencia fragmentada. Así no vamos a salir adelante porque sabemos que la intensificación del modelo es lo que agrava la vida de la gente”. (“El capitalismo no funciona sin sexismo y sin racismo”- Agencia Telam) Sin embargo, ya las resistencias dejan de ser casos aislados y tienden a ampliarse y generalizarse abriendo una enorme oportunidad de construir puentes de diálogo y articulación entre ellas.