Entre tiempos que se acortan y disputas que se intensifican
Escribe Eduardo Lucita- Integrante de Economistas de Izquierda
Los tiempos electorales se acortan rápidamente mientras crecen en intensidad las disputas al interior de las dos grandes coaliciones, también entre ellas. Por debajo subyacen rasgos de un fin de ciclo político e indicios de cambio de etapa de acumulación.
Cuando este ejemplar llegue a manos del lector ya se inscribieron las alianzas y faltarán pocas horas para que se conozcan las listas de candidatos. Algunas incógnitas estarán entonces resueltas pero quedarán otras que dominan los diversos espacios políticos, que también se han colado en el “círculo rojo”. Reinan la incertidumbre y el descontento social.
El marco de esta incertidumbre y descontento generalizado es la crisis económica actual. Cómo se resolverá y qué futuro se prepara. También la ruptura con la representación histórica de los partidos tradicionales, que ahora se expresa en las coaliciones electorales en una dimensión inédita.
Límites de la democracia liberal
Con distinta intensidad este es el aire de los tiempos que recorre buena parte de occidente. Es que los regímenes de la democracia liberal, basados en las instituciones estatales y el juego de los partidos, no alcanzan ya a contener las contradicciones que genera una economía cada vez más concentrada bajo la hegemonía del capital financiero.
En nuestro país la desvinculación de los políticos, lo que queda de los partidos y sus coaliciones electorales, con la problemática cotidiana de las grandes mayorías es inocultable y no puede esconderse detrás de peleas por imponer candidaturas. Por el contrario exponen en forma más que transparente la crisis de representatividad que los corroe (los índices de ausentismo y voto en blanco registrados hasta ahora lo corroboran).
El internismo se coló también al interior de la izquierda anticapitalista. El FIT-U está envuelto en una dura disputa por candidaturas. Cierto es que hay un debate estratégico sobre el sujeto y el valor de las elecciones, y otro táctico, como pararse frente al peronismo en la coyuntura y como combinar lucha callejera y parlamentaria (y cual tiene más peso). Sin embargo estos debates estaban ya en el origen del frente electoral y en nada justifican la interna actual que los debilita. La fantasmal aparición de una derecha ultraliberal antipolítica que le disputa la base a JxC, completa el cuadro electoral.
Fin de ciclo
Reconfiguración es la categoría de moda que los principales analistas están utilizando para dar cuenta del proceso de reestructuración en curso en el sistema político.
La crisis del 2001 dejó expuesta la debilidad representativa de los partidos tradicionales y tuvo una respuesta social acorde a su profundidad y extensión. También alumbró dos corrientes políticas –kirchnerismo y macrismo- que fueron rearticulando las relaciones con la sociedad. Ese ciclo ha concluido. Que los principales referentes de ambos espacios –Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri- se autoexcluyeran de sus candidaturas es un primer dato. En JxC se mantiene su identidad -pro mercado, libre movimiento de capitales, meritocracia e individualismo- pero las contradicciones estallaron por tener miradas distintas frente a la crisis y como resolverla (no tanto en las propuestas, pero sí en los tiempos). También en ir a una alianza con los Libertarios o con los restos del Peronismo Federal (electoral en segunda vuelta o constituyendo un interbloque legislativo luego de las generales). En el FdT (ahora reversionado en UpP), han convivido desde su inicio dos modelos de acumulación que se apoyaban en distintas fracciones del capital (no es menor que aún no tengan un programa definido para presentar electoralmente). También que, como gobierno, no pudieran resolver como salir de la crisis actual y tuvieran que recurrir a Massa para administrarla (un síntoma de la debilidad del kirchnerismo al no tener un candidato compatible ideológicamente).
Crisis de identidad
Así hay dos datos claves en el peronismo, evidencias del cambio de ciclo: primero que CFK no pueda disciplinar al movimiento detrás de una candidatura única, que el presidente la contradijera con su propio candidato o que 14 gobernadores adelantaran las elecciones desentendiéndose del resultado nacional, muestra fisuras en el verticalismo (un rasgo histórico y fundacional del movimiento). En segundo lugar la declinación de su liderazgo (solo lo es de una minoría intensa). De conjunto muestran que hay en curso una crisis de identidad. Claro que esto no implica la desaparición del kirchnerismo que seguramente continuará como corriente interna del movimiento, pero ya no volverá a ser lo que supo ser. La contrapartida de esa declinación es el ascenso de los gobernadores (ya hubo una muestra al exigir candidato único y su presencia en la fórmula presidencial). Conviene tener en cuenta que el peronismo ha dado muchas muestras de reconstruirse según el signo de los tiempos de cada momento. Y el signo del tiempo que asoma es el conservadurismo.
¿Nueva etapa de acumulación?
Menemismo y Kirchnerismo constituyeron ciclos políticos asentados en sendas etapas de acumulación del capital. En la primera el comando de las clases dominantes fue ejercido por las empresas de servicios públicos privatizadas y por el capital financiero, en la segunda el comando lo detentó el capital productivo (agrario e industrial) y el financiero. Ya en el último período de CFK este orden comenzó a desordenarse, bajo el gobierno Macri la hegemonía absoluta fue del capital financiero y en el gobierno de Alberto Fernández la puja intercapitalista, por apropiarse de una mayor cuota del excedente, dominó el período.
Ahora se está procesando un nuevo bloque dominante, en el tendrán peso propio la renta de la tierra (agraria, hidrocarburífera y minera) y el capital financiero, veremos cómo se integran el industrial y la economía del conocimiento. Veremos también cómo se conforma el comando del nuevo bloque. La experiencia histórica muestra que la expresión política de la renta de la tierra siempre ha sido consevadora.
Mientras tanto siguen las preguntas. ¿Resueltas las candidaturas se ordenarán las coaliciones? ¿Qué programas presentarán? ¿Logrará el gobierno contener las presiones devaluacionistas? ¿Vendrá el apoyo del FMI? ¿Y si esto no sucede…habrá desborde social?
¿Si así fuera, como contener el orden y garantizar la gobernabilidad?
La situación en Jujuy y la reforma constitucional que ha provocado el desborde social, es un antecedente. En todo sentido.
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