¿EXISTE EL DERECHO AL GENOCIDIO?“

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Escribe Ismael Jalil

“El Apartheid es un crimen contra la humanidad. Israel ha privado a millones
de palestinos de su libertad y de sus propiedades. Ha perpetuado un gran
sistema de discriminación y desigualdad. Ha encarcelado y torturado
sistemáticamente a miles de palestinos, en contra de las leyes
internacionales. Ha emprendido una guerra contra la población civil y en
particular, contra los niños”.

Esto es un pasaje de la carta con la que Nelson Mandela le respondía a un
operador sionista del NY Times. Era el 2001, cuando la segunda Intifada
mostraba al mundo la enorme dignidad del Pueblo Palestino ejerciendo su
inalienable derecho de defensa.
No es novedoso ni puede sorprender a nadie lo que hizo Sudáfrica en
diciembre pasado con su denuncia ante la CORTE INTERNACIONAL DE
JUSTICIA (CIJ) en contra del estado sionista de “Israel” por los crímenes de
lesa humanidad constitutivos de genocidio sobre la población civil
indefensa de Palestina.
En su minuciosa, rigurosa, fundada y probada denuncia, el país africano
demuestra cómo el estado sionista de “Israel” ha violado la Convención
Internacional contra el Genocidio del año 1948, precisamente elaborada
para evitar la reiteración de la abominable tarea desplegada por el nazismo
(HOLOCAUSTO).
Resume en su presentación que los crímenes de “Israel” no sólo se prueban
con la multiplicidad de material fílmico (que simultáneamente aporta),
además, con el resumen sobre diversas declaraciones de autoridades
gubernamentales israelíes que incitan al exterminio de todo un pueblo,
excitan el supremacismo sionista (ministros y figurones sionistas han
llamado “animales humanos” a los palestinos) y hasta proponen hacerlo
con el uso de bombas nucleares sobre la Franja de Gaza.
A propósito, conviene remarcar que en los 100 días desde la mal llamada
“guerra” contra Hamás, “Israel” ha descargado sobre los palestinos 100
mil toneladas de explosivos (el equivalente a 6 bombas atómicas como las
arrojadas en Nagasaki e Hiroshima) a razón de 1000 bombas diarias. Un
dato que dificulta creerle a los criminales asociados como EEUU, la Unión
Europea y los gobiernos monigotes (como el argentino del impresentable
Javier Milei) que el victimario está ejerciendo su derecho a la defensa.
Asimilando a lo ocurrido durante el nazismo, hay hasta quien ha propuesto
imitar la completa desaparición palestina con el método “Dresde”, la ciudad
destruía e ícono y paradigma de los horrores de las guerras. Aún hoy, la Real
Fuerza Aérea británica y la Fuerza Aérea yanqui (USAFF), se mantienen en
completa impunidad.
LO que está haciendo “Israel” es impulsar una nueva y definitiva Nakba (el
doloroso éxodo palestino) mediante un ataque indiscriminado que asume
la condición de la mayor agresión registrada en el mundo en lo que va del
siglo 21.
La Convención contra el Genocidio define claramente la cuestión al
sostener que ese crimen de lesa humanidad se configura con “la intención
de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o
religioso”.
II.- Se sostiene que el derecho sigue a los hechos. Probablemente como en
ningún otro caso el derecho internacional acredite como ningún otro esta
máxima.
La CIJ, forma parte de la ONU. Es uno de sus organismos destinados a juzgar
la responsabilidad de los estados parte. Su competencia en razón de la
materia y su jurisdiccionalidad no están en duda. El propio “Israel” admitió
eso al presentarse para pedir el rechazo de la denuncia sudafricana. Lo hizo
a diferencia de lo que ocurre con las denuncias que tiene en el 2021 ante la
CORTE PENAL INTERNACIONAL (CPI) a la que no reconoce*.
Las sentencias de la CIJ son vinculantes e inapelables. Pero el estado agresor
sionista de “Israel” no se presenta ante ella porque es respetuoso del orden
jurídico internacional. Lo hace porque cuenta con un cómplice, coautor y
copartícipe de sus crímenes que ostenta el derecho a veto en el Consejo de
Seguridad de ese mismo organismo, los EEUU, que a la postre es el
organismo que tiene que ejecutar las resoluciones de la CJI. Es decir, a modo
de círculo vicioso, las sentencias son todo lo vinculante e inapelables que
queramos, pero nada garantiza su efectivo cumplimiento.
En apariencia (o no tanto) la acción promovida por Sudáfrica que
eventualmente derive en una condena se torna de cumplimiento imposible
por la obstrucción que significa aquel veto.
Ya lo anticipó el criminal “neonazi” al frente del estado sionista de “Israel”
Benjamín Netanyahu: “Nadie nos detendrá, ni la Corte de La Haya”
(declaraciones del 14 de Enero próximo pasado).
Ahora bien. La resolución que ayer dictó la CIJ , no trata la cuestión de fondo
(declarar que “Israel” está cometiendo genocidio) sino que versa sobre
medidas cautelares que formuló Sudáfrica en su presentación.
Consta de tres partes:
1) ordena a “Israel” permitir la ayuda humanitaria a Gaza. Esto constituye
una gran derrota simbólica para el sionismo. Negar ayuda humanitaria es
otra manera de matar, de destruir física y moralmente a una población,
claramente una modalidad genocida.
2) ordena al sionismo israelí a evitar la comisión y/o la promoción de actos
considerados genocidas. Esta es la más inconsistente parte resolutiva, ya
que le ordena a Israel que evite promover lo que viene realizando.
3) la resolución omite toda consideración al Cese al Fuego. Incomprensible
omisión sólo desde una mirada ingenua. El Alto el Fuego es “la” medida
imprescindible para evitar las consecuencias del genocidio. Lo expresó con
su acostumbrada claridad el gobierno cubano: “la acusación debe ser
atendida como un llamado urgente a detener los horribles crímenes
internacionales de genocidio, lesa humanidad y apartheid que comete el
estado sionista de Israel”. Alguien afirmó correctamente que la decisión de
un alto el fuego debe responder al siguiente interrogante: ¿existe la
posibilidad de daño irreversible?. Ayer, mientras se leía la resolución, 123
civiles palestinos pasaban a integrar la lista de los 26 mil mártires
asesinados por el sionismo. “Quien aspira a parecer renuncia a ser” decía
Ingenieros sobre la dignidad en El Hombre Mediocre.
III.- Que la ausencia de racionalidad instrumental no impida ver la presencia
de una racionalidad simbólica importante. Hay un antes y un después de
esta instancia. El sionismo al frente del gobierno de “Israel” debe responder
a acusaciones sobre genocidio, masacres y operaciones de aniquilamientos
cuya primera versión fueron nada menos que los Juicios de Nuremberg.
Paradojas si las hay.
La resolución obliga al estado sionista a reportar en un mes el cumplimiento
de las mandas que de ella se derivan.
La otrora naturalización del relato sionista que apropiándose
indebidamente del sufrimiento judío en la Shoá, se escudaba en la
condición de víctima, acaba de recibir un severo golpe.
No es el sionismo
víctima sino victimario y está sentado en el banquillo de los acusados por
los abominables crímenes que se cometieron antes contra los judíos
(pueblo hermano en Sem de los árabes y diversos musulmanes). Es el
sionismo quien relativiza la tragedia del Holocausto al querer asimilarse al
judaísmo y por tanto al semitismo. El sionismo es el acusado, y sus víctimas
claramente identificadas como palestinas. El sionismo es el acusado y no
sólo por Sudáfrica, además -y en nuestra región- por Brasil, Venezuela,
Colombia, Bolivia entre otros institucionalmente y por millones de seres
humanos que en el mundo respaldamos la acusación. Resaltan entre ellos
los judíos por Palestina, los que levantan la consigna “No en nuestro
Nombre”, los religiosos que le niegan al sionismo expresamente que la
acusación les permita invocar el antisemitismo en el que cobardemente se
escudan y con los que persiguen a todo aquel que levante la voz contra sus
crímenes.
La carta de Mandela al operador sionista concluía así: “No seré indulgente.
Si quiere la paz, le apoyaré. Si quiere el apartheid, no le apoyaremos. Si
quiere defender la discriminación racial y la limpieza étnica, nosotros nos
opondremos. Cuando lo piense llámeme”

IV.- Notas no tan al margen:
Fieles discípulos de los asesinos de allá, hace pocos días aquí en la Argentina
el vicepresidente de la DAIA (entidad pro-sionista brazo ideológico del
régimen criminal de Netanyahu en nuestro país) dijo muy suelto “No hay
civiles inocentes en Gaza, tal vez sólo los menores de 4 años”. Sergio
Pikholtz se llama el energúmeno.
Ayer, le preguntaron a uno de esos “niños no inocentes” que le parecía la
resolución. El pibito, que seguramente ignora quienes son los cómplices
argentinos de esos crímenes dijo algo categórico y contundente: “Mientras
escuchábamos a los jueces leyéndola, las bombas seguían cayendo sobre
nosotros en Gaza”.
La dimensión humana es lo que hay que privilegiar. El sufrimiento de ese
“niño no inocente” que marca a toda una generación, sin embargo, no es
novedoso.
Son 16 años de bloqueo, 56 de ocupación y 75 de apartheid que largamente
autorizan su “culpabilidad”.
Ya nada será igual.
Ismael Jalil, Mendoza, enero 27 de 2024

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