Por Mario Mazzitelli.
La debilidad de nuestros presupuestos.
La ley del presupuesto nacional debería ser la linterna que ilumine el camino del próximo año para todos los actores de la vida económica y social del país. Ley de leyes, le dicen. Sin embargo esa linterna hace años que tiene las pilas secas. Muchos creen que se trata solo de una presentación formal del Ejecutivo para cumplir con el mandato constitucional, sin mayor valor. Están a la vista las distancias astronómicas entre el presupuesto y la realidad. Algunos lo califican como un dibujo. Su falta de prestigio es preocupante.
El pasado 15/09/23, el Poder Ejecutivo Nacional presentó el Proyecto de Presupuesto 2024. Según informa la prensa, una suerte de entendimiento político entre Massa y Milei impulsa posponer el debate parlamentario para después de las elecciones generales del 22/10/23. Teniendo tan baja consideración pública ¿Vale la pena escribir algo al respecto? En este caso voy a escribir en torno a una herramienta que, buena o mala, no deja de tener una gran incidencia en nuestros destinos. Por lo tanto estas líneas no apuntan a inmiscuirse en un debate de detalles que no trascienden las fronteras del Congreso Nacional. Sólo algunas reflexiones generales en torno a discernir si el problema central de Argentina es el gasto público o, como sostenemos en esta saga, el saqueo.
Solo a modo de introducción reproduzco sus 6 (seis) prioridades explicitas en el Presupuesto 2024:
Infraestructura pública…en el camino hacia el desarrollo, tanto por su efecto multiplicador sobre la economía como por la contribución que genera a la productividad del sector privado…
Educación, entendida como un derecho inalienable, que debe ser garantizado mediante una política activa con concertación federal, procurando una educación de calidad con inclusión e igualdad…
Salud, pilar fundamental en la política pública… a fin de garantizar el bienestar y salvaguardar a todas y todos los argentinos…
Producción científica y el desarrollo de la tecnología nacional… como potenciales catalizadores para la innovación dentro del entramado productivo…
Inclusión social activa con perspectiva de género…
Desarrollo sostenible y cuidado del ambiente…
Difícil no coincidir en términos generales. Podríamos agregar que brinda la posibilidad de obtener un equilibrio fiscal primario… ¿Estaremos ante el principio de solución de los grandes problemas nacionales? Nada más alejado de la realidad.
Detectar el principal problema para resolverlo.
¿Cuál es principal problema de Argentina? ¿El gasto público o el saqueo? En la correcta o incorrecta respuesta a este interrogante se ubica la posibilidad de salir o no del estancamiento, la dependencia y el atraso. En un caso se abrirá el camino del crecimiento, la justicia y el progreso. En el otro, profundizaremos el malestar general.
¿En qué consiste esta diferencia?
Básicamente en “quien administra y le da destino a una porción significativa de la riqueza nacional”. El forcejeo es entre el Estado Nacional y los Grandes Grupos Financieros y Económicos (Nativos y extranjeros) Esta lucha se encuentra, de manera abierta o encubierta, en las posiciones de los dirigentes políticos. Es la lucha por el poder real.
Mi tesis es muy clara: debe ser el Estado Democrático el que administre esta riqueza fruto del trabajo y la naturaleza nacional. Y responsabilizo al saqueo de los GGFE y la corrupción de generar las distorsiones fiscales que nos afectan. Sin saqueo ni corrupción, tendríamos las cuentas equilibradas, baja inflación, etc. El saqueo es el responsable de las crisis y sus secuelas. Al no resolverlo, las gestiones desde 1983 a la fecha (Sostenidas en el voto popular) han fracasado una tras otra. Y seguirán fracasando aunque se subordinen a los dueños del país.
Estos Grupos defienden sus intereses particulares, no los intereses generales de la Nación.
Sabemos que el remedio (Más privatizaciones y achicamiento del Estado) es peor que la enfermedad (Baja calidad de las prestaciones públicas) Pero en la subjetividad de nuestro tiempo es más cómodo atacar al Estado (Que nadie lo defiende) que a los GGFE (Que tienen un ejército de políticos, periodistas, economistas, académicos, abogados, jueces, etc.) que salen a defenderlos. “Poderoso caballero es Don dinero”. Así se perpetúa y acentúa el saqueo de unos pocos en detrimento de las mayorías.
Ataquen al Estado.
Contra el Estado se pronuncian muchos economistas que, oh casualidad, trabajan para los GGFE. Uno de ellos, el más representativo, con posibilidades de ser presidente, el diputado Milei, en la sesión del martes 19/09, dijo: “El Estado es una organización criminal violenta, que vive de una fuente coactiva de ingresos, llamada impuestos”. Sin detenernos en sus múltiples contradicciones (Dado que aspira a ser el Jefe de la organización criminal violenta, etc.) nos está diciendo que el Estado es un ladrón que administra mal. Dicho de diferentes formas lo comparten casi todos los economistas del sistema.
La explicación sería más o menos la siguiente:
La casta política ha incrementado el peso del Estado hasta un volumen desproporcionado.
Como toda la carga recae sobre los hombros del sector privado, este no puede tomar el impulso del que es capaz.
Además, semejante erogación no puede ser cubierta totalmente por los impuestos generando un déficit fiscal que solo puede saldarse con emisión o deuda; que generan inflación.
Todo agravado porque la mala gestión del gasto público mantiene insatisfecha a la población.
¿Serán correctos estos argumentos? Todo relato, para parecer cierto, tiene unas partículas de verdad. Pero, esencialmente, no es correcto. No, por lo menos, hasta el extremo de pretender que la casta y el gasto público son el principal problema del país.
La casta.
Vivimos en un Estado de Derecho, bajo el mandato de la Constitución, los tratados internacionales y las leyes. La mayoría de “nuestros representantes” surgen del voto de los electores habilitados para hacerlo y duran 4 años en sus funciones. Otros 6 años (Senadores) algunos en ocasiones son reelegidos, etc. Pueden ser juzgados por tener privilegios, por corrupción, por haraganes o incompetentes (habría que evaluar caso por caso) pero, no son una casta.
La magnitud del gasto.
Se dice que es exagerado. El diputado antes mencionado señaló que su alineamiento, en caso de ser presidente, sería con EEUU e Israel. Eso hace válida una comparación con el peso relativo y absoluto de los estados de dichos países.
Según Datosmacro.com, medidos en Euros, para cada país; estos serían: su PBI, su Gasto público, su Gasto/PBI, su Gasto por habitante y su Gasto por Km2.
País PBI en miles de millones de Euros Gasto en miles de millones de Euros Gasto/PBI Gasto/ per cápita Gasto/ Km2
Argentina 602 155 25% 3.300 55.700
Estados Unidos 24.796 8.474 34% 24.900 925.000
Israel 499 161 32% 16.000 7.300.000
Más allá de la exactitud de la información (la fuente Datosmacro.com nos permite la comparación por hacerse el cálculo con la misma metodología) se puede apreciar que Argentina gasta menos en relación a: su producción global, su población y su territorio.
Si extendiéramos este ejercicio a todos los integrantes del G20 notaríamos que estamos en la misma situación. Por lo tanto no es cierto que el peso del Estado argentino sea elefantiásico y que esto explique nuestra frustrante realidad.
La carga impositiva sobre el sector privado.
Se quejan con justicia los que pagan los impuestos. No es justo que unos trabajen en blanco, otros en gris y muchos en negro. Sobre todo aquellos que están sometidos a una competencia de mercado desleal ¿Cómo se puede llegar a un precio competitivo contra alguien que no paga ningún impuesto?
Algunos justifican el no pago de impuestos porque son empresas chicas, pequeños emprendimientos, cuentapropistas, etc. diciendo que no lograrían sobrevivir con semejante carga impositiva. Pero esto es inaceptable. Digamos: “dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”. Habrá que cambiar las leyes tributarias, bajar la tasa impositiva, mínimos no imponibles, buscar métodos de compensación. Pero cumplir la ley es una obligación tanto para el gobierno como para la ciudadanía.
Hecha esta referencia en términos de mercado, la realidad es que las grandes compañías monopólicas, oligopólicas, dominantes en algún sector, no se hacen problema por el pago de impuestos. Cuando no eluden o evaden, trasladan los impuestos a su lista de precios. Quien termina pagando es el consumidor final. Por lo tanto la carga tributaria golpea fuerte al hombre y la mujer de a pie, no al sector privado de la economía.
(La reforma tributaria es una vieja promesa, siempre postergada. A esta altura, yo diría, que hace falta una Revolución Tributaria. Pero ese tema es para otra nota y un gran debate nacional)
La calidad del gasto.
Cuando hacemos referencia a que no se puede explicar en el peso del Estado la frustración nacional (Dado que en los países desarrollados la carga impositiva es mayor) la respuesta no se hace esperar: los servicios allí son de mejor calidad.
Argentina debe avanzar hacia la conformación de un Estado altamente eficiente. Es decir alcanzar los altos objetivos de la Nación al menor costo y con el menor esfuerzo. Ocurre que eso resulta muy difícil en el marco de un Estado que es cortoplacista, improvisa y responde a intereses políticos de la coyuntura. El Estado debe establecer con claridad los objetivos a alcanzar en plazos concretos. (El general Harguindeguy sostuvo: “nosotros no queremos hablar de plazos sino de objetivos”. Le contestamos: objetivos sin plazos es exactamente igual a plazos sin objetivos. Un absurdo político) Una vez definidos, democráticamente, se elaboran los planes correspondientes. Objetivos, plazos y planes son un todo indivisible.
Si queremos avanzar hacia un gasto de provecho para toda la sociedad, hay que aprender a planificar. Las observaciones sobre los viejos métodos de planificación, no merecen respuesta. La metodología de planificación avanzó lo suficiente como para que la totalidad del Estado se mueva en el marco de planes de corto, mediano y largo plazo, orientados por los objetivos estratégicos de la Nación. Los países con las mejores prestaciones son los que planifican bien, dejando al mercado como un componente para la asignación de los recursos de corto plazo y de baja cuantía.
Otro asunto es la sobrepoblación en el Estado.
A partir de gabinetes, ministerios, secretarias, direcciones, empresas, organismos, etc. sobredimensionados, se generan distorsiones de todo tipo. Una es que “baja la productividad allí donde hay más personas que las necesarias”. Dos se genera un gasto sin la contraprestación correspondiente. Tres se crea una grieta entre los acomodados en el Estado con todos los privilegios y quienes viven desprotegidos en un marco de precariedad. Cuatro la burocracia empieza a descomponer a la organización. Cinco, el sistema entra en estado de caos no cumpliendo ninguno de los objetivos. Seis, no obstante se siguen disipando inútilmente fondos públicos en remuneraciones injustificadas (Falla de los gobiernos populares) Organizar el Estado con criterios de eficiencia y eficacia es un deber de la dirigencia política popular democrática.
El déficit fiscal
En Argentina resulta raro unir un 3% de déficit primario, con un 40% de la economía en negro. ¿Dónde se encuentra esa economía en negro? En el contrabando en los puertos y las fronteras, la evasión en la producción y el comercio, las sobrefacturaciones y subfacturaciones, los menores precios en la compraventa de inmuebles, etc. Bastaría con reducir estas maniobras ilícitas para pasar del déficit al superávit. Es decir, sin cobrar nuevos impuestos, con la simple voluntad de las autoridades de mejorar el control, tendríamos el problema resuelto. Es difícil explicar por qué no se resuelve.
¿Banco Central de la República Argentina o Reserva Federal de los EEUU?
La política de saqueo (De los de arriba a los de abajo, de los concentrados a los dispersos, del centro a la periferia, de los delincuentes a los honestos, etc.) se perfecciona con la propuesta de tomar como Banco Central el de una potencia extranjera. Si agregamos que el ciclo económico de dicho país es distinto al nuestro (de manera que su política monetaria sigue ciclos inconvenientes y desacoplados de los nuestros), que la Reserva Federal ha emitido de manera alocada generando una inflación presente y futura, que el dólar está siendo desplazado en diversas áreas comerciales del planeta, que en poco tiempo puede sobreabundar en los países de occidente, que está en retroceso, etc. la única explicación que queda en pie es la pretensión de hacer tierra arrasada con la economía industrial, tecnológica, científica y educativa argentina, transformándonos en una factoría proveedora de productos primarios. Territorio extenso, baja densidad poblacional y ocupación macro-cefálica del territorio, son el escenario perfecto para la implantación de un proyecto semi-colonial.
Por otro lado, algunos dicen: si puedo emitir ¿Por qué voy a cobrar todos los impuestos?
Hay una parte de la biblioteca que explica, de manera convincente, que la emisión monetaria para cubrir el déficit fiscal no es necesariamente inflacionaria. Hay muchos ejemplos para sostener esta tesis. Sin embargo en nuestro país las cosas funcionan con algunas particularidades. La respuesta del sistema económico al crecimiento de la demanda es aumentar los precios antes que incrementar la producción. “Son los bueyes con los que aramos”. De manera que esa herramienta de política económica, por muchos años, no tendrá buen destino en nuestro país. Superávit fiscal, comercial y cuasi-fiscal, serán una restricción a la que deberán adaptarse los gobiernos por muchas décadas. Desde otra perspectiva, siempre fui proclive a la solvencia fiscal entendiendo que es el fundamento de la soberanía y la libertad de la Nación. Sería bueno que el oficialismo lo comprendiera.
Los errores del campo popular
Los sectores de raigambre popular, creyeron que la etapa paleo-liberal había llegado a su término tras la crisis del 2001. Parecen ignorar que el proyecto paleo-liberal retuvo todas las fuentes de poder obtenidas con sus triunfos intermitentes desde 1976 a la fecha. Que, por lo tanto, tiene con que seguir peleando por más poder para su sector. Puede promover diversos perfiles de políticos ante la opinión pública y seleccionar al que más le conviene. En definitiva su proyecto es seguir debilitando el Estados Nacional, hasta hacerlo desaparecer (“El Estado debería necesariamente dejar de existir”. Milei – Giacomini) Entonces, movidos por la avaricia y las ansias de poder, sin detenerse frente a las cuestiones humanas o ambientales; harían lo que se les plazca. Sin controles de ningún tipo. Así, la Dictadura del Capital estaría dominando a la Democracia.
Sin participación ciudadana la democracia se volverá a hundir.
Un pueblo no puede confiar la producción de bienes y servicios en una pequeña elite de oligarcas, capitalistas o especuladores financieros. Debe avanzar con su participación en la orientación, control y gestión de la actividad económica, en el marco de la Constitución Nacional. Se trata de la lucha por la vida y la dignidad. Del presente y del futuro. La tarea es clara: frenar el saqueo para que todo vuelva a florecer en Argentina.