Por Mario Mazzitelli
En los EEUU hay un Partido Único, partido en dos partidos; el Partido Republicano y el Partido Demócrata.
No está mal. Son una Nación. No dos. Tienen que defender a sus ciudadanos, sus empresas, su estado y su sueño americano. Su Unión es un dato importante. Nada para criticar.
Hoy gobierna Joe Biden (Demócrata) antes Donald Trump (Republicano) Barack Obama (Demócrata) George W. Bush (Republicano) Bill Clinton (Demócrata) George H. W. Bush (Republicano) Ronald Reagan (Republicano) Jimmy Carter (Demócrata) Gerald Ford (Republicano) Richard Nixon (Republicano) Lyndon B. Johnson (Demócrata) John F. Kennedy (Demócrata) Dwight Eisenhower (Republicano) Harry S. Truman (Demócrata) Franklin D. Roosevelt (Demócrata) Herbert Hoover (Republicano) Calvin Coolidge (Republicano) Warren G. Harding (Republicano) Woodrow Wilson (Demócrata) William Howard Taft (Republicano) Theodore Roosevelt (Republicano) William McKinley (Republicano) Grover Cleveland (Demócrata) Benjamin Harrison (Republicano) Grover Cleveland (Demócrata) Chester A. Arthur (Republicano) James A. Garfield (Republicano) Rutherford B. Hayes (Republicano) Ulysses S. Grant (Republicano) Andrew Johnson (Demócrata) Abraham Lincoln (Republicano) James Buchanan (Demócrata) Franklin Pierce (Demócrata) Este último de la lista inició su mandato de 4 años el 4 de marzo de 1853, unos pocos años antes de la guerra de secesión de los EEUU (1861-1865) Si no hice mal las cuentas, 80 años los Demócratas y 92 los Republicanos. ¿Así deberían funcionar las democracias pluripartidistas que promueven para el resto del mundo?
Está claro que el Partido Único de los EEUU gobernó el Poder Ejecutivo el 100% del tiempo, desde hace 172 años. Lo mismo ocurrió con el Poder Legislativo. Ni que hablar del Poder Judicial. La simbiosis con el Poder Económico es tan grande (“lo que es bueno para la General Motors es bueno para EEUU” Charles Wilson, secretario de Defensa del presidente Dwight Eisenhower -1953-1961-) que algunos califican al régimen de plutocracia. Las Fuerzas Armadas están subordinadas al Poder Político. A veces tienen algún conflicto con la prensa, es cierto. Pero un dato menor. La unidad del Poder soportó los más grandes desafíos. Y ahí sigue. Impertérrita.
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Es cierto que están cruzados por cientos de contradicciones ¿Quién no? Lo real es que les fue muy bien en comparación con otras naciones. Extendieron su dominio territorial (a expensas de los pueblos originarios, de México, de Rusia –a la que le compraron Alaska-, etc.) Desataron un fuerte desarrollo industrial, comercial, científico, tecnológico y educativo. Una infraestructura envidiable. Supieron generar la mayor máquina de guerra de la historia. Fueron los primeros en fabricar dos bombas atómicas, que cayeron sobre sendas ciudades japonesas en 1945 (Hiroshima y Nagasaki) Se transformaron en la primera potencia mundial alrededor de aquella fecha. Hoy tienen un arsenal de 5.500 ojivas nucleares. Son el imperio que participó en más guerras en la historia. Crearon una agencia de inteligencia con grandes beneficios para su política. Al igual que su diplomacia (un poco más torpe que la inglesa, pero bastante sofisticada al fin) Una agencia antidrogas, que la usan con gran agudeza. Tienen dominio sobre los principales organismos financieros internaciones. Ochocientas bases militares dispersas por el planeta. La mayor flota para la ocupación de los mares, submarinos, etc. Una fábrica cinematográfica de primera jerarquía con la que mostrar la realidad desde su mirada. Batalla cultural, le llaman algunos. Fueron los líderes de la economía digital en la segunda mitad del siglo XX. A partir de los 1991 se hicieron con una hegemonía excluyente, transformando el mundo en unipolar. (Como dato de otra índole, digamos que hoy quedaron primeros en el medallero olímpico París 2024)
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Vale observar que varias naciones de la periferia fueron creciendo durante las últimas décadas. Y que hoy, hay naciones que no solo cuestionan el orden vigente con razones político – subjetivas; también lo desafían desde su propio desarrollo material. Nada de esto opaca que el Partido Único de los EEUU, con sus dos líneas internas, fuera exitoso en la promoción de aquella Nación. Sería una ingratitud cuestionar a aquella arquitectura política.
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Sí, podemos discutir el papel del Estado más poderoso del mundo como juez de todos aquellos que no consienten su condición de amo. Están acostumbrados a que el amo ordena y el esclavo obedece. De esta manera perpetúan la defensa y avance de sus intereses. Inmediatos y estratégicos. Financieros, económicos, políticos, geopolíticos o militares. No obedecer suele desatar la ira del Partido Único de los EEUU. Allí las diferencias entre sus dos facciones se diluyen en favor de la unidad de la Nación. Lo hemos visto cientos de veces. Así, se sienten con el derecho de descalificar a los otros (autoritarios, dictadores, tiranos, eje del mal, etc.), de inmiscuirse en los asuntos internos de otras naciones, organizar golpes de Estado (“¡Daremos golpes a quien queramos! Lidien con ello”. Elon Musk), establecer sanciones económicas, confiscar activos de países soberanos, etc. Nadie los eligió como jueces de otras naciones. Se autoproclaman con la satisfacción de sus súbditos, aunque carezcan de autoridad moral. Ahí aparece un fallo flagrante en su afamada concepción democrática. No les interesa. Tratan de imponer a rajatabla el orden en el que ellos siguen siendo los amos. Así es el PU de EEUU.
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En nuestro país todo es distinto. Aquí hay partidos nacionales (en el sentido de defender a la Patria) pero también hay partidos que sirven a EEUU, Europa u otras potencias. Esos intereses y ambiciones se expresan en el Poder Legislativo, Judicial, Económico, Periodístico, Militar, etc. No pareciera que fuéramos un país. Sino muchos. Así las divisiones internas se manifiestan en todas las instituciones y en una debilidad educativa, cultural y doctrinaria que resultan en una inconsistencia letal para nuestro desarrollo. “Divide y reinarás”. Divididos por todas partes nos hundimos. Claro que otros incentivan nuestras divisiones. Y nunca faltan cipayos conscientes o inconscientes para pregonarlas hasta el extremo. Pero somos nosotros los que no logramos re-unir en un Movimiento Nacional todas las fuerzas encaminadas a la liberación de la Argentina.
No lograremos un Partido Único de la Patria. Pero tampoco puede ser la dispersión gigantesca de partidos, surgidos al calor de cualquier candidato ocasional, asociaciones circunstanciales para negociar prevendas o grupos con apetencias financieras. Habrá que buscar un camino intermedio.
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No dejo de observar que: en un sistema, la periferia se ordena desde el centro. Esclavos alrededor del amo. Cuando en Argentina, como periferia del sistema capitalista escucho voces preocupadas por la calidad democrática de algunas naciones hermanas, al tiempo que no dicen ni “mù” sobre la calidad democrática del gran país del Norte, no puedo dejar de oír el eco de voces ajenas a nuestros ideales e intereses. Mentes subordinadas, montadas en cuerpos bien pagos. Que ayudan a instalar la agenda ajena, olvidando la propia. Confundiendo a muchos.
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Si amamos la libertad como horizonte de realización de la condición humana, para exaltar la dignidad de las personas y los pueblos, desatando sus potencialidades individuales y colectivas; no deberíamos perder de vista que el cambio de un mundo unipolar hacia uno multipolar, resulta en un paso trascendente. Para eso es necesario que todos los esclavos asuman un rol distinto. Y cuando uno levanta desafiante su personalidad frente al dominador, como argentinos y latinoamericanos, no deberíamos tener dudas de que lado estar. Pidiéndole, desde luego, conductas honradas a todos. Porque no es la misión del esclavo la revancha, ni el desquite, ni dar vuelta la tortilla; para que el otro sufra lo que nos ha hecho sufrir. Su misión es distinta. Es reinstalar la fraternidad, la cooperación y la solidaridad para el bienestar general. Así el esclavo se libera a sí mismo y libera también al amo de sus amargas ataduras ancestrales que lo impulsan al dominio, el saqueo y la explotación.
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Podríamos relanzar la convivencia humana en el planeta pensando en el Partido Único de la Humanidad. Con mil líneas internas que, creciendo como flores en un gran jardín, supieran realizar el gran “sueño de todos los humanistas”. Lo demás, vendría por añadidura.
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Hoy la realidad nos indica que, para semejante sueño, habremos de pasar antes muchas luchas, penas y sinsabores. Pero la rebeldía, que no es zonza, estará activa en esta historia. Para llevarnos adonde debamos ir o perecer en el intento.