EL HOMBRE NUEVO Y LAS CRIPTOMONEDAS

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La Comisión Nacional de Valores habilitó a los adolescentes mayores de 13 años a invertir en acciones, bonos y Cedears. Los menores ya podían invertir en fondos comunes de inversión y plazos fijos. Deberán contar con el correspondiente permiso y asesoramiento de los padres.

Patricia Boedo, vicepresidenta de la CNV, al hablar en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, manifestó: Es una necesidad de los jóvenes conocer el manejo del mercado de capitales. ¿Y qué mejor que hacerlo desde una edad temprana? Unos años apenas antes de que salgan a esa etapa de la vida, que es la etapa laboral, y que puede ser una herramienta, debe ser una herramienta de mucha utilidad para los jóvenes”, señaló. Y agregó: “En la Comisión de Valores no nos arriesgábamos a bajar la edad a partir de la cual se podía intervenir en el mercado. Hoy por hoy ya es un hecho, yla celebramos.”  

Ahora bien: ¿Es serio analizar esta medida fuera del contexto en que se ejecuta, que es de recesión económica, de destrucción inédita de puestos de trabajo con sus secuelas como es la destrucción sistemática de los lazos sociales y el incremento de la ludopatía en los adolescentes y jóvenes que han contraído la adicción a las apuestas online?

Recordemos de paso las declaraciones del libertario Ramiro Marra, hace algo más de un año, que salieran a la luz en un video donde daba una serie de “consejos”financieros recomendando a su audiencia utilizar el dinero de sus padres, extendiendo las “herramientas de financiamiento”, como él las definió, a abuelos, tíos o incluso amigos.

“Primer consejo: no te independices, vivilos, son tus padres. Decidieron que vos vengas al mundo porque capaz que estaban aburridos. Que paguen ese costo. Que te financien“, indicaba el autoproclamado “mejor youtuber financiero”, quien reconoció al inicio de la exposición, que la mayoría de sus espectadores son jóvenes.

Esta medida encaja perfectamente en el conjunto como la pieza de un rompecabezas.  Parte de un plan integral del gobierno, a la par que destruye el Estado como elemento regulador de las asimetrías, niega la salud y la educación como derechos y ejecuta una verdadera masacre social, en cambio promueve la especulación financiera desde la más temprana edad.

La localidad bonaerense de San Pedro, donde casi un tercio de la población ha invertido en criptomonedas dentro de un esquema piramidal de estafa ponzi, es solo el epicentro del fenómeno (que se extendió a otras localidades y provincias) en una comunidad cuyas principales actividades en el pasado reciente eran el agro y el turismo. Son miles quienes han volcado sus ahorros o han vendido activos tales como automotores o maquinaria agrícola para invertir más o menos conscientemente en un juego tan atractivo como riesgoso. Sin embargo, sería un desacierto enorme leerlo como un mero caso policial o periodístico, descontextualizado de toda la situación socioeconómica. Por el contrario, es un capítulo de la batalla cultural e ideológica donde la idea de la salvación individual en un juego de todos contra todos, prevalece sobre el proyecto colectivo, basado en el trabajo, la cooperación, la solidaridad y la justicia social.

En el plano educativo la medida pone el énfasis en la “educación financiera” que ya se imparte en CABA y en algunas provincias, mientras recorta la enseñanza de la historia, la filosofía, la formación ciudadana, el arte y otras disciplinas de carácter humanístico pues apuesta a un cambio radical de modelo.

Quienes seguimos soñando con el “hombre nuevo” que propuso el Che como horizonte, es decir el revolucionario imbuído de grandes sentimientos de amor, de entrega a la causa de la emancipación de la humanidad, en la convicción de que “el hombre realmente alcanza su plena condición humana cuando produce sin la compulsión de la necesidad física de venderse como mercancía”. (El socialismo y el hombre en Cuba. Ernesto Che Guevara) nos enfrentamos a un desafío insoslayable.

Para muchos y muchas lectoras, esta alusión al pensamiento guevariano puede sonar anacrónica o ingenua, porque las conciencias parecen  ganadas para la idea de que lo verdaderamente nuevo es el afán de lucro sin detenerse en los medios para satisfacerlo. Que estos son los nuevos tiempos de un capitalismo aparentemente sin fecha de vencimiento y hay que adaptarse.

En un pasado no tan lejano, el shopping se erigió en el templo posmoderno del consumo, en el catalizador de los “sueños” de posesión de bienes materiales, desde las prendas de Versace o Cristian Dior y los perfumes de marca similar hasta el automóvil de alta gama. Hoy en el universo virtual ese modelo se ha perfeccionado. Nada habría fuera de él en un mundo que, en nombre de la libertad, ha perdido hasta la libertad de imaginar un orden social más justo, aquel por el cual se jugaron los jóvenes que levantaron barricadas en el mayo francés de 1968, en el Cordobazo, y en las rebeliones populares de distintas latitudes. Porque si hay algo recurrente en la historia de la humanidad es el espíritu de rebeldía y la sed de justicia en la juventud. Cualidades que el poder económico más concentrado sueña con borrar.

Pongámoslo en claro: hay que desenmascarar lo viejo que se presenta como nuevo. Es el propio Milei quien nos informa que su modelo de país es la Argentina presuntamente “potencia” del siglo XIX. Por supuesto, se trataba de un país sin derechos, donde el fruto del trabajo social era apropiado por una élite oligárquica, parasitaria y extranjerizante, la que viajaba a París, tiraba manteca al techo* y donde la protesta obrera, la llamada “cuestión social” nutría la sección de policiales de los diarios. Es la Argentina del Informe Bialet Massé, riguroso registro de la situación de semiesclavitud de los trabajadores que el entonces ministro del Interior de Roca, Joaquín V. González, le había encargado al médico, abogado e ingeniero catalán Juan Bialet Massé y que fue la referencia ineludible de la futura legislación laboral argentina.

Es imprescindible librar la batalla de ideas en la convicción de que como lo apuntara el viejo Marx: las ideas se convierten en fuerza material cuando penetran en las masas. Hay que hacer conciencia de que la Argentina es el gran laboratorio de un experimento social inédito de las metrópolis imperialistas y que su objetivo no es solo apropiarse del litio, el petróleo, el gas y las reservas de agua dulce, sino recolonizar y doblegar la conciencia del pueblo. Aplicando la máxima de la Dama de Hierro, Margaret Tatcher: La economía es el método, pero el objetivo es cambiar el alma.  

La lucha contra el régimen fascista que se está gestando en la Argentina ha comenzado a movilizar a distintos sujetos sociales como los adultos mayores, pero también ahora a los jóvenes que se organizan en defensa de la universidad pública y gratuita. En ambos hay una reserva democrática, potencialmente transformadora, basada en valores y sentimientos de solidaridad y de justicia. En ellos reside la utopía de un mundo opuesto por el vértice al modelo de egoísmo, violencia, enajenación y lucro que nos propone la barbarie anarco capitalista.

Dante Alfaro

(*) Frase que surgió a mediados del siglo XX, cuando los argentinos acaudalados viajaban a Europa de vacaciones por varios meses. Fue en esa época cuando el argentino Martín Máximo Alzaga Unzué y sus amigos jugaban a “embocar manteca” en el techo de los bares de París.

Los jóvenes de la alta sociedad argentina adoptaron esta costumbre en nuestro país hasta que la volvieron popular en los bares y restaurantes de Buenos Aires. Sin embargo, era un juego que sólo practicaban “los niños bien”, porque eran quienes podían pagar la cuenta, por lo que la frase se comenzó a utilizar para referirse a las personas que poseen mucho dinero y les sobra tanto como para derrochar comida

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