Votar contra la derecha más reaccionaria
“… el pueblo aprendió que estaba solo y que debía pelear por sí mismo y que de su propia entraña sacaría los medios, el silencio, la astucia y la fuerza…” Rodolfo Walsh- Un oscuro día de justicia
El árbol (las elecciones del 14 de noviembre) es tortuoso y abigarrado . Pero su importancia no debería hacernos perder de vista el bosque (lo que viene después de las elecciones). Desde esta perspectiva, el árbol representa el desafío de lo táctico, el bosque, el desafío de lo estratégico. Pero sería un error ignorar el nexo entre la táctica y la estrategia, pues el árbol, diría Don Perogrullo, es parte del bosque y de lo que hagamos con el árbol depende en buena medida, lo que pasará luego con el bosque.
La ofensiva de la derecha neoliberal mediática, económica y política, por medio de la negativa a aceptar la mínima regulación de los precios de los alimentos básicos para la mesa de los trabajadores y el pueblo, va sin rubores ni eufemismos en la dirección del golpe de mercado, de la destitución de un gobierno irresoluto, debilitado por la derrota de septiembre en las PASO. Al mismo tiempo, el telón de fondo lo conforman las complicadas negociaciones con el FMI para la pesadilla del pago de la deuda contraída por el gobierno de Macri.
La pandemia profundizó todos los problemas estructurales de la Argentina agravados por cuatro años de gobierno macrista. La coalición gobernante no supo leer lo que estaba sucediendo y el resultado de las PASO la despertó violentamente de su borrachera triunfalista comprometiendo seriamente la gobernabilidad ante una derecha que no titubea en utilizar todos los medios a su alcance para desestabilizar. Ante ese ataque, el gobierno de los Fernández carece de un plan y sobre todo de voluntad política para enfrentarlo y derrotarlo. Su estrategia es la búsqueda de un compromiso para sobrevivir, muy lejos de las promesas electorales de transformación. Los cambios en el gabinete confirman este giro a la derecha, bien que inscriptos en una lógica pragmática propia del pejotismo más crudo. De allí su reiterada convocatoria a un acuerdo o pacto social, que la experiencia histórica indica que solo ha servido para maniatar a los trabajadores. La coalición gobernante puede ganar o perder, pero lo principal es clarificar el rumbo y éste no parece ser el de la transformación sino el de la adaptación al statu quo.
El secuestro de la política
Si el golpe cívico militar de 1976 impuso a sangre y fuego el neoliberalismo, esto no significó solo la desnacionalización y desindustrialización de la economía en favor de los grupos más concentrados, en función de la reorganización global del capitalismo, sino una transformación profunda en la subjetividad de las masas trabajadoras que con su protagonismo habían comenzado a cuestionar el orden establecido. Esas masas trabajadoras organizadas, que se habían apropiado de la política, no en las aulas académicas ni en las discusiones de café sino en el fragor de la lucha de clases y de la lucha de calles, y veían en su práctica y ejercicio una opción de poder, debían ser lobotomizadas y mutiladas para que nunca más osaran desafiar al régimen de explotación y opresión. En los 80 surge no casualmente la licenciatura en ciencias políticas como carrera universitaria. La política pasa a profesionalizarse y a convertirse en el patrimonio acotado de un personal que algunos denominarán como la casta, costeado por el Estado y por el poder económico y que con las debidas excepciones, representa los intereses de las clases dominantes. El discurso político se muda de la tribuna callejera al set televisivo con su séquito de consultores, asesores de imagen, coaching, peluqueros etc. La crisis de representación que se manifestó en los sucesos de 2001 con el “que se vayan todos”, de los cuales se cumplirá en diciembre nada menos que dos décadas, crisis que toca a difunto para el sistema de los viejos partidos políticos, se ha intentado recauchutar con el recurso a las PASO, sin querer admitir que sus causas se encuentran en una estructura obsoleta condenada por la historia. Por lo tanto, lo que aquí se plantea no es el salvataje de un sistema electoral, de una casta política ni de una democracia formal empiojada sino la recomposición del sujeto social y político de las transformaciones necesarias, y para ello hay que recuperar la política como arma de las masas trabajadoras.
Discutamos la riqueza
Todos los debates sobre la pobreza que escuchamos en los foros internacionales de economía son absolutamente inútiles si no se discute el verdadero problema, que es la concentración de la riqueza. En tanto nuestros “libertarios” locales abominan de los impuestos a los capitalistas, el presidente de la mayor potencia del planeta, Joe Biden denuncia que el 1% más rico en Estados Unidos paga menos impuestos que un profesor, un bombero o un policía. Despejando cualquier duda al respecto, ratifica su fe en el capitalismo pero repite: Paguen lo que corresponde. (1)
Según declaraciones de David Beasley, Director del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, con sólo un 0,36% del patrimonio de los megamillonarios, podría acabarse con la hambruna mundial. (2)
Los Pandora Papers revelan que la Argentina ocupa el tercer lugar en la lista de beneficiarios de cuentas off shore. Entre los más de 2500 argentinos involucrados en esas operaciones, figuran: Mariano Macri, hermano del ex presidente, Zulemita Menem, los futbolistas Ángel Di María y Javier Mascherano, el empresario Hugo Sigman, el presidente de Laboratorios Richmond, a cargo de la producción local de la vacuna rusa Sputnik V. (3)
Según el Washington Post: Los datos son inapelables: “los argentinos tienen fuera del sistema financiero nacional un total de 249,971 millones de dólares, según el último dato oficial que corresponde al segundo trimestre de 2021. Y estas no son inversiones en la economía real de otros países, ya que 94% (unos 235,685 millones de dólares) es dinero guardado en cajas de seguridad, metidos en el colchón o en depósitos fuera del país. Para dimensionar estas cifras: el total de activos externos equivale a 65% del PBI argentino o es incluso mayor a los 218,862 millones de dólares de deuda externa bruta, según el Instituto de Estadísticas.” Como lo señala el mismo diario, esas cifras contrastan con el 40 por ciento de pobres en la Argentina. (4)
No perdamos de vista que los mismos que ocultan sus escandalosas fortunas en paraísos fiscales son los que claman al cielo por las libertades cercenadas por el congelamiento de los precios de los alimentos por 90 días.
La ofensiva contra los derechos laborales
No obstante, la derecha no sólo rechaza con vehemencia el cobro de impuestos a los ricos, sino que exige un mayor ajuste y una reforma laboral que elimine las indemnizaciones, que consagre contratos basura, flexibilización y precarización laboral, y la supresión de todas las cargas sociales que son responsabilidad patronal. Sin medias tintas se trata de imponer un régimen esclavista.
Pero esas posiciones también existen aunque de modo vergonzante por ahora, en el peronismo. Y si se ha llegado a ese punto, es tanto por la traición de las burocracias sindicales cuanto por las defecciones de los sectores llamados progresistas y de la propia izquierda. El reciente acuerdo de los gremios metalmecánicos con Toyota, donde los trabajadores resignan el sábado inglés es elocuente en ese sentido. Y si hablamos de los gremios estatales, en educación ya contamos desde hace años con modalidades de precarización laboral bajo la forma de programas socioeducativos que se llevan adelante por fuera de los estatutos docentes, donde les trabajadores de la educación deben registrarse como monotributistas y carecen de obra social y demás beneficios del docente en relación de dependencia. Todo ello con el consentimiento y acompañamiento de las cúpulas sindicales.
Votar contra la derecha más reaccionaria
La importante movilización popular del 17 de octubre a Plaza de mayo, donde las consignas se centraron en el rechazo al pago de la deuda y al FMI, indican que el movimiento democrático y popular mantiene su vitalidad a pesar del duro golpe que ha significado la pandemia y de la política desmovilizadora y adormecedora de los aparatos partidarios y sindicales.
Por el momento no hay otra fuerza electoral en condiciones de detener la ofensiva de la derecha más reaccionaria que el Frente de Todos, con todas las reservas y críticas que merece. Se trata de un voto táctico obligado y para nada de un cheque en blanco. Pero ese voto táctico sólo tendrá sentido si se está dispuesto a afrontar la construcción estratégica de un frente político social anclado en las clases trabajadoras.
La lucha contra el ajuste es indispensable para frenar la ofensiva capitalista pero insuficiente para dar una salida no solo económica a los trabajadores, a los jóvenes y al conjunto del pueblo. Hay que debatir un proyecto de sociedad que enamore, movilice y entusiasme.
Aunque es poco lo que se sabe de las negociaciones con el FMI, lo que trasciende, (ninguna quita, 6mil millones de dólares por año, durante 10 años, monitoreos periódicos de la economía argentina con oficinas permanentes del Fondo en el país, devaluación, reemplazo de las indemnizaciones por un seguro privado de retiro etc.) implica un concreto plan de recolonización de la Argentina. Si esas condiciones se confirman oficialmente, ¿Cuál sería la “ventaja” de pagar y cuál la desventaja de dejar de hacerlo, cuando lo que directamente entra en juego es la supervivencia de la Argentina como Nación?
Hay que ir a votar
La derecha que no aumentó sustancialmente su caudal en las PASO, solo puede repetir su perfomance del 12/09 a condición que nuevamente la participación popular sea baja. Les trabajadores y los sectores populares debemos ir a votar en defensa propia, sin renunciar a una sola de nuestras conquistas históricas. Del resultado de las elecciones del 14 N depende el marco en el cual tendremos que desarrollar un proceso de acumulación, que dé la batalla cultural y contrahegemónica en todos los terrenos.