“Son 20 años de tristeza, de dolor, de tener fuerzas para seguir viviendo. Los familiares nunca nos vamos a olvidar y está bueno que las nuevas generaciones no lo olviden”.
El año pasado, Marta Almirón, mamá de Carlos “Petete”Almirón, uno de los caídos el 20/12/2001.
La más que merecida conquista de la Copa del Mundo en Qatar ha disparado la mayor movilización popular de la historia con millones de personas en las calles y rutas del país para celebrar y recibir al Seleccionado que ha sabido concitar el amor de un pueblo. Por cierto, muchos factores se alinearon para este acontecimiento. Solo el fútbol, podía conseguirlo. El DT Leo Scaloni y su cuerpo técnico lograron forjar un grupo sólidamente unido, con el liderazgo claro de Lío Messi, resiliente ante la adversidad, con una convicción futbolística a la cual no renunció jamás y con la mística que anuncia las grandes hazañas.
La fuerza de la vida ha modificado la fisonomía del Mundial más corrupto de la historia. El complejo deportivo de Qatar construido sobre el sufrimiento y la muerte de más de seis mil trabajadores sometidos a un régimen de servidumbre, migrantes, sin papeles, los más desamparados de los desamparados, fue escenario de algo que pasó a ser otra cosa gracias a la magia de una selección que no solo ganó, sino que redimió al fútbol como deporte y como arte. Un aire fresco alteró el clima de Qatar.
Lo que nos interesa destacar en esta circunstancia tan especial, es el diálogo entre el pueblo y su Selección, el peso enorme de su aliento que se expresó en la numerosa hinchada argentina en los estadios y que salvando distancias en tiempo real gracias a la tecnología, lo hizo también en las barriadas, en el Obelisco de la ciudad capital etc.
Hace veintiún años también el pueblo se había volcado a las calles al grito de “Que se vayan todos” para impugnar un sistema representativo en descomposición. Al elevado costo de 39 asesinados por la represión, el helicóptero llevando al presidente De la Rúa se convirtió en una especie de ícono de esa jornada. El gobierno de la Alianza que había asumido con la promesa de subsanar las heridas de la corrupción y las intolerables asimetrías sociales del menemato, terminó reproduciendo lo peor del mismo. A la par surgía desde los barrios un interesante movimiento asambleario que había comenzado a debatir qué rumbo debía tomar el país. Se cuestionó seriamente a la llamada clase política, completamente divorciada de las necesidades populares pero no se puso la mira en el poder económico, en los grupos más concentrados del capital.
Según los datos que se conocen de los 39 fallecidos, once fueron asesinados en provincia de Buenos Aires, siete en Ciudad de Buenos Aires, nueve en Santa Fe, tres en Córdoba, tres en Entre Ríos, dos en Corrientes y de los tres restantes uno en Río Negro, otro en Tucumán y de una de las víctimas se desconoce el dato.
Listado
– Acosta, Graciela (35 años). Militante de DD.HH. Estaba con una amiga buscando a sus hijos. Se acercó a un supermercado, frente al que unas mil personas reclamaban comida. Recibió dos impactos de bala, disparados rodilla en tierra por un policía al que su amiga vio perfectamente. Santa Fe.
– Almirón, Carlos “Petete” (24 años). Militante de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) y de la Coordinadora de Desocupados 29 de Mayo. Recibió un disparo de la Policía en el pecho en Av. 9 de Julio y Av. de Mayo cuando encabezaba una columna de manifestantes que intentaba volver a la Plaza de Mayo.
– Álvarez Villalba, Ricardo (23 años). Asesinado en Rosario, Santa Fe.
– Arapi, Ramón Alberto (22 años). Estaba con amigos tomando tereré en el Barrio Nuevo de Corrientes. Entró al barrio una camioneta Ford F-100 bordó sin leyendas identificatorias y sin patente, con cinco hombres, cuatro con el uniforme de combate azul-celeste de la Policía de Corrientes. Arapi trató de esconderse, pero dos de los policías lo corrieron y alcanzaron. Uno lo golpeó y le pegó un tiro que entró por el pecho y salió por la espalda.
– Aredes, Rubén (24 años). Asesinado por la Policía Federal mientras participaba en un corte de calles en Ciudad Oculta, Ciudad de Buenos Aires. Recibió cuatro balas de plomo por la espalda.
– Avaca, Elvira (46 años). Recibió un escopetazo frente a un supermercado frente al que pasaba con su hija en Cipolletti, Río Negro. Recibió el disparo en la zona lumbar. El calibre de la bala es policial.
– Ávila, Diego (24 años). Asesinado en Villa Fiorito, Buenos Aires.
– Benedetto, Gustavo Ariel (30 años). Se encontraba en la esquina de Avenida de Mayo y Chacabuco, Ciudad de Buenos Aires, donde se estaba llevando a cabo una manifestación. Recibió un balazo en la cabeza que le provocó la muerte, disparado desde el interior del Banco HSBC, donde prestaba servicios como custodio privado el ex militar Varando, represor de La Tablada.
– Campos, Walter (17 años). Estaba esperando cajas de comida junto a cientos de personas frente a un supermercado en Rosario (Santa Fe), cuando un tirador de elite de las TOE (Tropas de Operaciones Especiales) le disparó a la cabeza.
– Cárdenas, Jorge (52 años). Fue herido la noche del 19 en las escalinatas del Congreso de la Nación, y falleció varios meses después.
– Delgado, Juan (28 años). Estaba con otras personas reclamando alimentos frente a un supermercado en Rosario, Santa Fe, cuando llegó un camión que aparentaba traer comida, al acercarse los manifestantes aparecieron seis móviles policiales desde los cuales comenzaron a disparar contra los presentes. Delgado fue herido con balas de goma cuando huía de la represión. Un policía lo tumbó de un cachiporrazo en las piernas, lo apuntó con su itaka, pero como se había quedado sin carga, sacó su pistola y le disparó a menos de un metro de distancia.
– Enriquez, Víctor Ariel (21 años). Asesinado en Almirante Brown, Buenos Aires.
– Fernández, Luis Alberto (27 años). Vendía sandías frente a un supermercado en la provincia de Tucumán. Durante la represión a manifestantes, un gendarme le disparó a poca distancia en la cabeza. Murió dos días después.
– Ferreira, Sergio Miguel (20 años). Baleado durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Murió un año después a raíz de una complicación hepática desencadenada por el balazo en el hígado recibido cuando la Policía cordobesa reprimió duramente un saqueo a un supermercado del barrio Villa El Libertador.
– Flores, Julio Hernán (15 años). Asesinado en Merlo, Buenos Aires.
– García, Yanina (18 años). Recibió un disparo en el abdomen cuando, desesperada por los ruidos de las balas, salió a la vereda a buscar a su pequeña hija en Rosario, Santa Fe.
– Gramajo, Roberto Agustín (19 años). Asesinado por un disparo proveniente de la Policía Bonaerense en Almirante Brown, Buenos Aires, cuando se dirigía a la casa de su tío.
– Guías, Pablo Marcelo (23 años). Asesinado en San Francisco Solano, Buenos Aires.
– Iturain, Romina (15 años). Asesinada mientras estaba en su casa, a la que ingresó una bala policial disparada contra quienes protestaban frente a un supermercado en Paraná, Entre Ríos.
– Lamagna, Diego (26 años). Murió después de haber sido herido en el pecho con un perdigón de plomo. Según testigos, le dispararon policías de civil desde un auto particular en la Ciudad de Buenos Aires.
– Legembre, Cristian E. (20 años). Asesinado en Castelar, Buenos Aires.
– Lepratti, Claudio “Pocho” (35 años). Militante comunitario. Estaba en la terraza de la escuela en la que colaboraba (era profesor de filosofía, y ayudaba como cocinero) cuando el móvil n° 2270 del Comando de Arroyo Seco se dirigía a reprimir un corte de calle de los vecinos del barrio. Los policías detuvieron el móvil y empezaron a disparar. Pocho gritaba que no lo hicieran porque había muchos chicos. Velásquez, el efectivo condenado a 14 años de prisión, dijo en la reconstrucción que disparó sin apuntar y que no sabía si tenía balas de goma o de plomo. El proyectil que lo mató ingresó por la garganta. Fue en Rosario, Santa Fe.
– Márquez, Alberto (57 años). Durante la manifestación en la Ciudad de Buenos Aires, de una camioneta salieron policías civiles y uniformados que empezaron a disparar indiscriminadamente. Márquez recibió dos balazos en el tórax a consecuencia de los cuales falleció.
– Moreno, David Ernesto (13 años). Asesinado por la Policía de Córdoba. La autopsia determinó que David fue herido con cinco proyectiles, algunos de goma y otros de plomo. De la nuca le extrajeron una posta de plomo que pertenecería a un cartucho disparado por una escopeta calibre 12/70 de la Policía. Los impactos en su cuerpo y en los de los otros heridos fueron por la espalda, por lo que se descarta que hayan sido lesionados por otras armas que las que disparaban los uniformados.
– Pacini, Miguel (15 años). Asesinado en la provincia de Santa Fe, recibió varios disparos en el cuello.
– Paniagua, Rosa Eloísa (13 años). Asesinada por una bala policial. Había ido con su familia a buscar comida a un supermercado en Paraná, Entre Ríos, porque el comisario del barrio había hecho correr la voz de que entregarían mercadería. Al llegar los esperaban policías y gendarmes.
– Perdernera, Sergio (16 años). Baleado en la provincia de Córdoba. El menor se encontraba en la calle buscando comida para su familia en el marco de los reclamos masivos que se realizaron en supermercados, cuando recibió una bala policial en el tórax que le produjo una paraplejia. Un año después falleció en el hospital.
– Pereyra, Rubén (20 años). Baleado por la Policía cuando regresaba a su casilla llevando al hombro una caja con alimentos entregados en un supermercado. En Rosario, Santa Fe.
– Ramírez, Damián Vicente (14 años). Asesinado de un balazo en el cuello en la esquina de Maciel y Cristianía, Gregorio de Laferrere, Buenos Aires.
– Salas, Ariel Maximiliano (30 años). Asesinado en la esquina de Maciel y Cristianía, Gregorio de Laferrere, Buenos Aires.
– Ríos, Sandra. Asesinada durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre. Sin datos.
– Riva, Gastón Marcelo (30 años). Circulaba en moto por Avenida de Mayo en la Ciudad de Buenos Aires, cuando recibió un disparo en el pecho proveniente de alguna de las armas de un grupo de cuatro policías que se encontraban allí.
– Rodríguez, José Daniel. Asesinado en Paraná, Entre Ríos.
– Rosales, Mariela (28 años). Asesinada en Lomas de Zamora, Buenos Aires.
– Spinelli, Carlos Manuel (25 años). Asesinado durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre. Le dispararon desde un auto Volkswagen Gol Blanco (sin identificación), en Pablo Nogués, Buenos Aires.
– Torres, Juan Alberto (21 años). Sufrió una herida de arma de fuego en la zona abdominal en Corrientes.
– Vega, José (19 años). Asesinado en Moreno, Buenos Aires.
– Villalba, Ricardo (16 años). En Rosario, Santa Fe, recibió un tiro en un ojo cuando vecinos manifestaban pidiendo alimentos frente a un autoservicio. Murió el 23 de diciembre.
Tanto en un caso como en otro, por muy distintos motivos, el pueblo en la calle es el protagonista. La alegría popular en las calles no es política y es. Es una alegría amasada en la adversidad económica y social con cánticos, gritos, risas, gestos y abrazos, el calor de las familias, de los jóvenes, es el compartir con aquellas personas que hace un instante nomás, no conocíamos. Donde circula esa energía linda y ese duende que llamamos esperanza. Sin un solo incidente, sin una sola mancha que empañe la fiesta. Es la fiesta de los nadies, de los vulgares que hoy somos campeones. No zanja por cierto ninguna grieta. Jamás logrará unir “a todos los argentinos por encima de sus diferencias etc.” como cacarea más de un comunicador del sistema, porque mañana volveremos del sueño y la ilusión a la dura pelea cotidiana por el mango, mientras unos poquitos siguen sacando su plata a los paraísos fiscales, recibiendo ventajas del gobierno, que se niegan al paisano de a pie; y otros, cada vez más mayoritarios siguen buscando el alimento en la basura. No hay síntesis posible entre esas dos Argentinas. Pero por hoy y quizás algunos días más déjennos celebrar, déjennos amar a Lío Messi, al Dibu, a Julián, al Fideo, a todos los muchachos y a Scaloni, que nos han regalado una copa a la que también teníamos derecho. No olvidar, no perdonar. Nuevas batallas por la justicia social, por la tierra, el techo y el trabajo, nos esperan. Quizá esta alegría y esta ilusión nos ayuden a encontrar el camino. 20 de diciembre de 2022.