No te sientes a comer con tu enemigo – Antiguo proverbio árabe
La finalidad del pensamiento crítico debiera apuntar a una mayor comprensión de la realidad y un mejor y más amplio panorama de análisis de la misma.
Dentro de esa realidad cabe preguntarse la incidencia del deseo popular en las acciones del gobierno. De manera que es importante presionar para que profundice las medidas, demuestre más firmeza y aplique la ley en forma perentoria. También el no dejar pasar oportunidades y comenzar a resolver de una vez por todas algunas de sus propias contradicciones.
¿Se quiere financiar las exploraciones, perforaciones, y expansión petrolera, para poder dejar de importar gas y petróleo y llegar al autoabastecimiento? Muy bien, pero no a costa del pueblo financiándolo con aumentos de combustible, que inciden directamente sobre una inflación que ya está descontrolada. El Estado dueño del 51% de las acciones de YPF, debe dejar de pagar a las distribuidoras el doble del costo en boca de carga, (no de pozo) de toda la operación extractiva. Estamos hablando que este precio es de 2,05 dólares mientras se paga por transporte, 6,15 dólares. Esa diferencia amortizaría el capital requerido por la empresa para su expansión.
Estas y otras cuestiones deben ser sometidas a un debate crítico.
En algún lugar, pareciera que muchos han perdido el foco de quien es el enemigo. No digo el opositor, pues la denominación correcta es enemigo.
Una grieta se puede saltar, de ser muy amplia se puede tender puentes, pero, ¿con esta oposición se puede negociar sin claudicar, o tal vez no sean tan enemigos?.Al fin de cuentas ambos son de extracción capitalista. Este grupo es integrado por los que detentan el poder real, a los que lidera una oposición política que llega al borde de la criminalidad, haciendo campaña contra la salud de los argentinos, creando un foco de contagio como es CABA. Una bolsa de virus incontrolable. Los otros son seguidores, algunos por intereses particulares, y otros simplemente porque tienen el pensamiento de una patata. De estos últimos hay en los dos lados.
Para la élite que detenta el poder, todo aquel que no tiene pertenencia, es un ser inferior. Esto transforma la grieta en un constructo irreconciliable.
Marx habló de la lucha de clases, de esta imposibilidad de reconciliación. Son intereses completamente distintos. No es lo mismo la necesidad del pueblo con sus trabajadores, docentes, personal de salud, etc, que el de los dueños de empresas y patrones de estancias. Ni que hablar de las corporaciones que fusionan todos los intereses. No hay en la práctica real una lucha de clase, ni siquiera una oposición de clase por varias razones: la primera, porque los únicos que tiene sentido de clase son la clase dominante. La segunda, no es posible un enfrentamiento dialéctico estructural entre dos partidos capitalistas. Hay diferencias, algunas importantes en muchos aspectos, pero nada que afecte realmente a la superestructura.
En estos últimos tres días se han tomado algunas medidas que parecieran indicar una cierta intencionalidad del poder ejecutivo. Además de lo que viene realizando acertadamente en el tema de vacunación, la alianza con Rusia y China en temas sanitarios, la suspensión de las exportaciones de carnes por 30 días, si bien no perjudica a los estancieros que engordan más el ganado, lo que representa más kilos+más dólares, da lugar a un lockout de la Mesa de Enlace. Enfrentarse con el campo y además aumentar restricciones por la pandemia, no son decisiones menores.
En otros campos este gobierno no gobierna o no se atreve a hacerlo. No tiene el poder real, lo cual obliga a preguntarse quien lo tiene. ¿La oposición, el poder judicial, los medios hegemónicos, el neoliberalismo industrial-financiero, los formadores de precios, las corporaciones y los terratenientes.?
Todos ellos imponen las condiciones por encima de los decretos, incumplen las leyes y ni que decir de las normas. El grupo Clarín tiene desde hace meses una multa diaria de $19.000.000,00 por el aumento indebido en el sector digital, que por supuesto no paga.
Larreta decide que no importan los DNU, (cuando Macri gobernó a puro DNU), aunque estemos en plena pandemia. No vacuna al personal de salud, no lo hace con los docentes, solo está vacunado el 19%, pero los sanciona si no dan clases presenciales. (1)
CABA tiene 2.890.151 residentes y diariamente ingresan más de 3,5 millones de personas a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Este dato es más que significativo: si la ciudad es un bolsón de contagios, los está expandiendo a todo el AMBA. Con lo cual nunca se extinguirá la pandemia. Las vacunas no curan la enfermedad. Solo evitan que los contagiados mueran o su estado se agrave al punto de ingresar a terapia intensiva, con la consiguiente saturación de las mismas.
La estrategia de la oposición
Es obvio que intentan forzar la situación para que el gobierno tome medidas impopulares y pague el costo político. Pese al fallo favorable de la Corte Suprema, el expresidente no perdió la oportunidad de declarar en Miami, frente a neoliberales de cuarto rango, que en Argentina peligraba la democracia, y que no había separación de poderes. Mirado desde un punto de vista casi irónico, en la ciudad no la hay: los jueces macristas larretistas le votan todo lo que le piden. Su máximo axioma es: no sé de que se trata pero me opongo.
Esto debiera darle una lectura más clara al gobierno para dejar de insistir en un infructuoso diálogo inconducente. No importan los acuerdos que hagan en Olivos: no los cumplirán.
Detrás de esto se juegan los intereses de la familia Macri, llámese correo, llámese todas las causa abiertas y denuncias de corrupción y desfalco al Estado.
Las provocaciones son constantes y el gobierno debiera dejar de contestar muchas de ellas con palabras y hacerlo más con acciones. Hagan lo que hagan, harán todo lo que esté a su alcance para derrocar el gobierno actual. Esto último no necesita ser fundamentado: el accionar diario lo demuestra.
Pensamiento populista y realismo mágico
El pueblo que votó a este gobierno, lo hizo por varias razones. Así como esta alianza pende de un hilo, “el fútil ánimo de los traidores”, el apoyo popular también. Sabemos de los cambios de humor de los electores. Se los votó antes que nada, para evitar la reelección de Macri y a quienes representa. También lo hicieron los partidarios más allá de las diferencias internas, que no son pocas. Y en estos últimos, existía y aún existe la esperanza que este gobierno resuelva las cuestiones cotidianas y en muchos casos soberanas como la hidrovía, los recursos energéticos, los servicios estratégicos.
A modo de ejemplo, podemos testar en las redes el deseo de que algunas empresas se nacionalicen, sobre todo las que proporcionan servicios, como electricidad y gas. Entre 2015 y 2019 la tarifa a los usuarios residenciales de Edenor aumentó 3222 % (731 % en términos reales) y a los de Edesur 3178 % (720 % en términos reales) (2).
Pese a esta desmedida ganancia el gobierno acaba de concederle el 9% de aumento. La oposición consciente del subsecretario de Energía Eléctrica Federico Basualdo casi le cuesta el cargo. Y probablemente su accionar haya quedado muy limitado.
El núcleo duro cristinista y k, comienza a preguntarse puertas adentro, cuando la mano salvadora comenzará a actuar.
Un punto de inflexión
El pensamiento mágico de raigambre histórica y el mesianismo, hace casi imposible la reflexión lógica y el análisis crítico del accionar gubernamental. No hay una salvación estrepitosa posible, no hay Fernandez en plural, que vayan a rescatar al pueblo, a otorgarle una época dorada, un capitalismo con justicia y equidad, por el simple hecho que eso es un oxímoron.
La polarización de la economía argentina se traduce en períodos de destrucción neoliberales y posteriormente, etapas de capitalismo reparador keynesiano, abocado a pagar las deudas contraídas y mejorar la redistribución, sin afectar los grandes capitales ni su estructura acumulativa. Ni siquiera se logra controlar la fuga de divisas.
Esta polarización es absolutamente consecuente con la política. El bipartidismo ha llevado a la Argentina, a reafirmar el discurso único de que solo se puede vivir en un sistema capitalista. Con diferencias en el reparto y algunas políticas sociales, ambas rotaciones partidarias se ubican dentro del capitalismo. Una ideología que es desde la teoría un sistema de explotación y de inequidades. A partir de esto, el justicialismo ha sido y es funcional a la idea establecida del capitalismo como único sistema posible.
Es un pensamiento mágico creer que dentro de este sistema hay una sola posibilidad de verdadera justicia e igualdad, y mucho menos que un papá/mamá iluminados salvará al pueblo y lo conducirá a una época soñada. Este personalismo es casi stalinista.
A decir verdad, los cuentos de los hermanos Grimm son más realistas (al menos, el subtexto de su obra describe fielmente las condiciones sociales del medioevo).
No estamos en un contexto temporal revolucionario, ni nada que se le asemeje. El autor de esta nota, es plenamente consciente de ello. Así también lo es, de que la única posibilidad de cambio, proviene del accionar común y autogestivo, de la iniciativa popular, el accionar no traccionado por conductores políticos partidarios.
Hay una oportunidad para la acción política popular espontánea, organizada pero espontánea. Chile y Colombia son una muestra de lo posible.
Recuperar el verdadero sentido de la política en su concepción más amplia: la del accionar social con un fin común. Algo que parece se ha olvidado, en la comodidad de elegir representantes y desligarse de todo lo demás.
Las acciones gestadas en este tiempo pandémico, como las huelgas docentes, la caravana de los padres en favor de priorizar la salud de sus hijos y de la comunidad por sobre las presiones políticas, los cortes en Neuquén del personal de salud enfrentado al gobierno y al sindicato que los vendió; y muchos otros ejemplos en distintas provincias, y que presionan sobre las decisiones del gobierno, marcan la senda a seguir.
No se acabó el tiempo de la política ni mucho menos, como se intenta hacer creer: hoy está mas vigente que nunca. Lo que puede llegar a acabarse es el tiempo de estos falsos liderazgos, de los depredadores de la política, nunca en beneficio del pueblo.
Es hora de tomar el toro por las astas y comprender que el verdadero poder está en el pueblo si este toma conciencia de ello. Al fin y al cabo, los que gobiernan lo hacen, porque la sociedad les cedió el poder. Y el menor atisbo de que le sea quitado los espanta. Y este es fundamentalmente, el poder que el pueblo puede ejercer sobre el gobierno.
(1)https://www.pagina12.com.ar/341335-caba-no-mandara-mas-insumos-para-prevenir-la-covid-19-en-las
(2) Auditoría de la Revisión Tarifaria Integral (RTI) de Edenor y Edesur realizada por el ENRE.