De este laberinto se sale por abajo y por arriba.

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Por Mario Mazzitelli

El laberinto.

Una particularidad de los laberintos es que resulta muy fácil entrar. Una vez adentro, los caminos se transforman en un conjunto de opciones que, dispuestas de manera “pícara” para confundirnos, nos van desviando de la salida. Quemamos energía y tiempo. Pudiendo propagarse el desaliento ¿Cómo salir cuando estamos perdidos y cansados? Leopoldo Marechal respondió: “de todo laberinto se sale por arriba”. Sin descartar esta sabia deducción, voy a agregar otra: “de este laberinto se sale por abajo”.

Por abajo: mandar obedeciendo.

El 1° de enero de 1994, México ingresaba al tratado de libre comercio (NAFTA) con EEUU y Canadá. Muchos lo veían como un gran día de celebración. Ocurrió que millones de mexicanos no se sintieron ni protagonistas, ni invitados a la fiesta. Como de la nada, irrumpió gente armada y sin rostro diciendo: aquí estamos. Eran una parte de los olvidados de siempre y el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) les daba visibilidad. Sorpresa mundial.

Al mes siguiente (el 26/02/1994) el Subcomandante Marcos (con su cara cubierta) presentó un documento. De él extraigo algunos párrafos (que valen desde lo político, lo ideológico, lo humano y también lo literario):

“Es razón y voluntad de los hombres y mujeres buenos buscar y encontrar la manera mejor de gobernar y gobernarse, lo que es bueno para los más para todos es bueno. Pero que no se acallen las voces de los menos, sino que sigan en su lugar, esperando que el pensamiento y el corazón se hagan común en lo que es voluntad de los más y parecer de los menos, así los pueblos de los hombres y mujeres verdaderos crecen hacia dentro y se hacen grandes y no hay fuerza de fuera que los rompa o lleve sus pasos a otros caminos.”

“Fue nuestro camino siempre que la voluntad de los más se hiciera común en el corazón de hombres y mujeres de mando. Era esa voluntad mayoritaria, el camino en el que debía andar el paso del que mandaba. Si se apartaba su andar de lo que era razón de la gente, el corazón que mandaba debía cambiar por otro que obedeciera. Así nació nuestra fuerza en la montaña. El que manda obedece si es verdadero. El que obedece manda por el corazón común de los hombres y mujeres verdaderos. Otra palabra vino de lejos para que este gobierno se nombrara, y esa palabra nombró `democracia’ este camino nuestro que andaba desde antes que caminaran las palabras.”

“Y vemos que este camino de gobierno que nombramos no es ya camino para los más, vemos que son los menos los que ahora mandan, y mandan sin obedecer, mandan mandando. Y entre los menos se pasan el poder del mando, sin escuchar a los más. Mandan mandando los menos, sin obedecer el mando de los más. Sin razón mandan los menos, la palabra que viene de lejos dice que mandan sin democracia, sin mando del pueblo, y vemos que esta sinrazón de los que mandan mandando es la que conduce el andar de nuestro dolor y la que alimenta la pena de nuestros muertos… Y vemos que hay que cambiar y que manden los que mandan obedeciendo, y vemos que esa palabra que viene de lejos para nombrar la razón de gobierno, `democracia’, es buena para los más y para los menos.”

¿Mandan los menos obedeciendo a los más o a las ínfimas y poderosas minorías? Dejo esta parte para la reflexión del lector.

El sistema político argentino.

Paso a señalar algunos rasgos particulares del sistema político (UP, JxC, etc.) propios de este momento: sorprendido, confundido y fragmentado. Sorprendido por la irrupción de un espacio nuevo de ultraderecha que pocos pensaron que se podría alzar con la victoria electoral. Confundido porque el sistema de valores con los que abordaba la realidad está en crisis. Al tiempo que los cambios geopolíticos preparatorios de una nueva etapa de la humanidad siguen indeterminados. Fragmentado como respuesta lógica a una derrota, que se parece a un cambio de época. Entonces, asignar responsabilidades, echar culpas, poner de manifiesto las debilidades del otro es una respuesta inevitable, aunque transitoria. Sorprendido, confundido y fragmentado; marca la crisis y la impotencia de un sistema que en 40 años de democracia tiene muy poco para mostrar.

Una foto del capitalismo argentino.

Estamos en una etapa muy difícil para la Argentina. Cuando parecía que el mundo nos daba una oportunidad (en el tránsito de la unipolaridad a la multipolaridad, con nuestra incorporación a los BRICS) nos enredaron con las redes y nos alejaron del sueño de un país libre, soberano, progresista y justo. Nos trajeron hasta el borde del precipicio anarco-capitalista. (Importante detenerse un minuto en un proyecto que, aunque resulte descabellado, es respaldado por factores de poder y una parte de la opinión pública. Tengo la impresión que algunos dirigentes políticos, sindicales, periodistas, etc. menosprecian su potencialidad. Veamos. La secuencia de razonamiento la podríamos resumir así: el mercado es perfecto – dado que todas las transacciones son voluntarias, adolece de fallas -. Quien interfiere en el despliegue de esta maravilla es el Estado. Todo debería ser propiedad privada. – la propiedad común es comunismo, la propiedad cooperativa es socialista, la propiedad pública es estatismo, etc. y nada de eso debería existir -. Para esto es importante fragmentar el territorio y las actividades empresariales. Luego privatizarlas y dejarlas en libertad. Los melones se acomodan solos en el carro. Nada de Proyecto de Nación – eso es colectivismo – Así se ejecuta el liberalismo como “el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión, en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, cuyas instituciones fundamentales son la propiedad privada, los mercados libres de intervención estatal, la libre competencia, la división del trabajo…”. En el despliegue de esta ideología con poder político, aparece la “ley bases”, que va en esa dirección. ¿En qué derivaría todo esto? En la fragmentación total del país, la apropiación privada de las partes, la extinción del Estado, el empobrecimiento de la inmensa mayoría de la población y el enriquecimiento inconmensurable de la oligarquía – nativa y extranjera – Así habría desaparecido el sujeto histórico Argentina y sobre sus ruinas veríamos los espectáculos más dantescos. Como sostuvo Warren Buffet: hubo lucha de clases y la ganamos los ricos. Si el Estado Nación era la última muralla de defensa de los pueblos, lo colonizan y lo destruyen desde adentro. Si es con consenso social, cartón lleno) Foto en negro sobre blanco.

Ahora una película sobre el capitalismo argentino.

Si en algún tramo de nuestra historia supimos construir un capitalismo nacional (con buenos niveles de soberanía política, justicia social e independencia económica) es indudable que ese mismo “capitalismo” ha ido mutando a lo largo del tiempo. Así se fue transformando en “dependiente”, más tarde en “periférico”, hoy podríamos afirmar que es de “saqueo” y marcha a ser un “capitalismo de sacrificio”. Pueblo, ambiente y territorio inmolados para salvar al centro occidental del sistema capitalista (Washington, Londres, Israel o Davos) Todo enmascarado en la figura de “mundo libre” y representado en Argentina por el grito de “viva la libertad carajo” (omitiendo miserablemente las palabras fraternidad, igualdad, justicia, desarrollo) Posibles títulos de la película: “cuesta abajo en la rodada” o “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”.

Frente al atropello, las fuerzas nacionales resisten como pueden.

En este período hemos visto paros y movilizaciones que dan cuenta de la energía que aún habita en nuestro pueblo. Hasta aquí son acciones defensivas. Que estas fuerzas se vayan alineando y organizando es vital. ¿Cuándo podrán pasar a la ofensiva? El problema es que mientras está claro quién es el jefe político de un lado, no lo está del otro. En consecuencia hay un desbalance que les permite avanzar sin tantos obstáculos, a pesar de su raquitismo. Eso lo permiten las debilidades de los componentes de nuestro sistema político. De otra manera no se podría explicar el triunfo del oficialismo en la Cámara de Diputados en torno a la impresentable “ley bases” y el “paquete fiscal”. Parece que por mirar algunos árboles, los diputados se perdieron en el bosque del neocolonialismo.

Propongo marchar por dos caminos.

Lo que finalmente interesa (en esta reflexión) es qué camino debería tomar el movimiento nacional (bloque popular, campo del pueblo, mayorías populares, etc.) En este sentido se abre un debate en el que, en principio, se muestran dos vías posibles: una caracterizada por la “espera” del varón o la mujer que nos saque de esta situación y otra por la “construcción” de una metodología sostenida en un espacio abierto de amplia participación democrática. Una espera el líder, conductor, caudillo, referente…La otra exige un compromiso político de miles de militantes políticos. Ambos caminos pueden conducir a la generación de una opción renovada. No son antagónicos.

Unidad en la diversidad.

Hay tareas importantes que van a demandar el concurso de muchos militantes. Por ejemplo: desvestir las falacias teóricas del neocolonialismo o revertir el sistema de poder antidemocrático que está emergiendo posterior al triunfo de la ultraderecha. Por eso la necesidad de la organización, el debate político y el protagonismo popular.

Pero si la crisis no se lleva puesto al mal gobierno de Milei, llegaremos al 2025 con un desafío institucional claro. La unidad de lo disperso será una necesidad evidente. Aunque no unifique a la totalidad y resulte en uno de los dos caminos de marcha del movimiento nacional. Unir lo diverso y disperso en torno a mínimos comunes denominadores. Diría que, en el marco del respeto a la CN, los tratados y las leyes; alcanzaría con dos puntos: 1.- Una metodología democrática para la resolución de los temas sensibles y 2.- Cambiar el sistema financiero. Desarmar su parasitismo y ponerlo al servicio del trabajo y la producción. Con eso podríamos avanzar.

De esta manera, mientras unos construyen para el movimiento nacional desde arriba para abajo, otros lo pueden hacer desde abajo para arriba. Siempre alentando que los menos (nuestros representantes) no manden mandando, sino que manden obedeciendo la razón y el corazón de los más, para que haya democracia de verdad. En un proceso en el que el exceso de poder de los menos (que resulta de la exuberancia de riqueza en pocas manos) y la pérdida de poder de los más (es por carencia, empobrecimiento, saqueo o desposesión) va dando lugar a una sociedad profundamente injusta. Injusticia que cae sobre la vida de los más (casi siempre frustrada y dolorida).

Los interrogantes frente al desafío.

¿Podemos construir un “espacio abierto de amplia participación democrática”? ¿Podemos fundar un lugar político donde el “monopolio” de las candidaturas no sea de los Partidos Políticos? ¿Podemos constituir un espacio donde movimientos políticos, progresistas, desarrollistas, ambientalistas, indigenistas, de la discapacidad, culturales, gremiales, juveniles, etc. puedan mantener su identidad siendo respetados y facilitando su participación? ¿Podemos lograr que ese sitio resulte competitivo? Entiendo que sí. Si hay fuerzas dispuestas, buena fe y decisión, la respuesta es sí. El asunto es privilegiar una metodología democrática (dado que lo programático inicialmente puede reducirse a un punto)

Hay que evitar el verticalismo, el aparatismo o la exclusión, y dejar que todos/as se expresen y participen con total libertad. Se puede salir de este laberinto por arriba y construyendo por abajo un espacio abierto de amplia participación democrática.

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