ARROGANCIA EN LA ISLAMOFOBIA PRESIDENCIAL

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Lo que desconoce un petulante es que suele ridiculizarse a sí mismo.

Lo que ignora un arrogante es que la soberbia es un caldo en el que generalmente se termina cocinando.

Lo que subestima un criado, es que en cualquier momento el amo deja de proveerle la subsistencia y se muere en la peor de todas las miserias.

Cuando el presidente de la Nación asimiló al terrorismo con el Islam demostró abiertamente todas las “cualidades” con que una parte del electorado argentino lo entronizó.

Y lo hizo frente a sus aplaudidores macabeos, algo así, como una representación calificada del amo que lo patrocina.

Pero sería un error atribuirle a Javier Milei la inauguración de un concepto que en el mundo tiene por lo menos tres décadas de concreta implementación. Como otro error es encorsetar en el ámbito religioso sus canallescas afirmaciones.

La Islamofobia es una expresión del racismo con el que la reorganización capitalista del mundo tiende a consolidar su dominio.

Ha llegado a las máximas instancias institucionales argentinas porque es el nuevo ariete del imperialismo en su afán de establecer una jurisdicción planetaria. El totalitarismo actual “se desarrollaría sobre un fondo de despolitización importante, en un contexto de crisis del sistema político partidario, y en sociedades fragmentadas y masificadas con una fuerte ruptura de los vínculos sociales” (Pilar Calveiro) . Es Milei en la Argentina quien patéticamente lo representa.

El Estado – considerado al modo nazi que exhibió el presidente en su mediocre y ordinaria verba- lejos de ser un enemigo a exterminar como proclamó en campaña, es un instrumento del proyecto racial que caracteriza al desarrollo capitalista en los últimos tiempos. Antidemocrático e inclusive antiliberal (de acuerdo a la esencia de esa corriente) y con otro costado que distingue principalmente al libertario argentino: irracional.

La Islamofobia  no es otra cosa que una construcción discriminatoria y prejuiciosa pero que acarrea gravísimas consecuencias. Presentar al fenómeno de la fe como un bloque fanatizado, primitivo, irracional, violento, hostil y antioccidental, tiene un doble sentido.

Por un lado, instala el terror para disciplinar.  Es una de las armas predilectas del comando universal encargado de ocultar su directa complicidad con la formación y pertrechamiento de grupos  que usurpan la identidad islámica y cometen atrocidades que están en las antípodas del sentir, el pensamiento y la prédica de los auténticos musulmanes.

Por otro, conlleva un riesgo que la humanidad ya ha sufrido en ocasiones que avergüenzan a su condición.

Se empieza con un discurso islamófobo como el que soltó el presidente alimentando el prejuicio (también islamófobo). Pero seríamos poco rigurosos si creyéramos que todo termina allí. El prejuicio puesto en la palabra presidencial, puede derivar en una ley islamófoba,  y de allí a la agresión islamófoba no hay más que un paso. En diversos países se ha naturalizado.

¿Es acaso casual que el Presidente haya vertido el odio racial que lo inspira?

¿O, por el contrario, se inscribe en la genealogía del genocidio que en estos mismos momentos practica el sionismo sobre Palestina?

¿Es el acto propio de un desquiciado vincular a legítimas representaciones populares de Palestina y su concomitante identidad islámica con el terrorismo?

¿O, por el contrario, forma parte de la campaña de demonización que justifica la masacre llevada a cabo por el sionismo? 

La heroica resistencia del Pueblo Palestino, en su gran mayoría musulmán, les complica la táctica. En cualquier caso, el refugio de muchas víctimas ha sido la mezquita bombardeada, implorar con las rodillas en la alfombra y las manos al cielo, y desafiar a la muerte uniformada con el llanto que brota debajo de su digno hijab.

Los sume en el repudio generalizado la solidaridad popular y el humanismo internacionalista. Les dificulta el cumplimiento del objetivo expansionista y colonizador la viralización de cada niño sobreviviente hablando de sus mártires. Esas criaturas crecen en el Islam y no pretenden otra cosa que la Paz. Para ello es la Justicia la que primero debe establecerse. Y como dice Silvio Rodrìguez, “El tiempo está a favor de los pequeños”.

El presidente, como sus amos, le teme al futuro. Por eso el agravio.  

Debería conocer un pasaje clave del propio Corán:  “Cuántos de los que creen que honran su alma están en verdad humillándola?”

Ismael Jalil, Diciembre 2023.

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