Dante Alfaro
Las fuerzas del imperialismo no duermen
La pandemia que azota al mundo abre un escenario que era impensado hace sólo unos meses. Filósofos, politólogos e intelectuales en general, coinciden en que el mundo no será igual después de la irrupción del COVID-19. Si algo está claro más allá de los llamamientos a aunar esfuerzos para conjurar el virus, es que las fuerzas del imperialismo no duermen y no desaprovechan un instante para avanzar en sus planes. Lo demuestra, sin ir más lejos el gigantesco operativo “antidrogas” desplegado por el Comando Sur de las fuerzas armadas norteamericanas con buques de guerra y aviación frente a las costas de la República Bolivariana de Venezuela. También el desembarco de mercenarios en La Guaira con el objeto de iniciar acciones armadas que debían desembocar en la captura y ejecución del presidente Maduro. La primera fase de esa operación ha sido desbaratada con muertos y capturados entre los cuales se hallaban dos “contratistas” americanos de la empresa Silvercorp directamente contratados por el gobierno Trump.
Apenas unos días antes la embajada de Cuba en Wáshington había sufrido un ataque armado que por fortuna no tuvo consecuencias fatales pero que se dio en el marco del endurecimiento del bloqueo contra la isla y de una escalada general de la derecha en la región.
Al cierre de esta edición, buques tanqueros iraníes lograban superar el bloqueo para llevar gasolina a Venezuela ya que la armada norteamericana recibió orden de no provocar un incidente de imprevisibles consecuencias. Fue un triunfo del derecho internacional y de la autodeterminación de los pueblos.
El exitoso golpe de estado fascista y racista que derrocó a Evo Morales en noviembre del año pasado envalentonó a los moradores de la Casa Blanca que desde su relativa retirada de Medio Oriente se dieron a la tarea de poner en orden lo que siempre consideraron su patio trasero. Cuentan para ello con 75 bases militares en toda América latina y el Caribe.
Los pueblos de la región con sus luchas ponen en cuestión el andamiaje del neoliberalismo
Desde México hasta Ushuaia, América Latina es un hervidero de luchas contra el neoliberalismo y el modelo extractivista. Por cierto, estas luchas responden a motivos diversos y tienen diversas formas, como también son diversos y plurales sus actores populares. Luchas contra las reformas educativas de cuño neoliberal, en defensa del medio ambiente y de la tierra protagonizadas por comunidades indígenas y campesinas, por reivindicaciones económicas como ha sucedido con los levantamientos populares en Ecuador y Chile. Y sobre todo la enorme lucha del movimiento de mujeres y de las disidencias sexuales por sus derechos y contra la violencia machista y patriarcal. Siguiendo a Verónica Gago : “Este momento, hay que remarcarlo, tiene una de sus claves en las movilizaciones feministas que han politizado el espacio de la reproducción social como terreno de batalla fundamental y que han señalado cuáles son los cuerpos y territorios que la recolonización del continente tiene como objetivo”. (La nueva contrainsurgencia en A. Latina/ Alice News)
Un verdadero manual de operaciones contrainsurgentes
Por cierto los recursos de la contrainsurgencia que desenvuelve el imperialismo en nuestro continente se han perfeccionado. Sus agencias, la CIA, la DEA, la USAID e incontables ONGs que actúan como pantalla de sus intereses, además de practicar la tortura y el espionaje, de preparar grupos mercenarios paramilitares, promueven también la desinformación, campañas de acción psicológica sobre la población, el desprestigio de sus líderes vía campañas difamatorias en los medios hegemónicos, la cooptación para sus fines de los jueces a fin de llevar a los tribunales a los mandatarios (Casos Dilma Roussef y Lula o Cristina en la Argentina) etc. A ello hay que añadir como un elemento nuevo el creciente protagonismo de grupos evangélicos fundamentalistas financiados también por el imperialismo. En ese sentido el estudio afinado de la escalada golpista que desembocó en el desplazamiento de Evo, constituye el verdadero manual de operaciones contrainsurgentes.
En Ecuador, en Bolivia y en Chile pudimos observar las tácticas contrainsurgentes contra cada pueblo movilizado. Disparando desde helicópteros, arrojando bombas contra barriadas populares, fuerzas de seguridad disparando a los ojos de los manifestantes con balas de goma, los hidrantes lanzando chorros de agua con soda cáustica y la tortura sexual como método. Tampoco el imperio y sus lacayos han renunciado a la desaparición forzada de personas como ha sido la masacre de los normalistas de Ayotzinapa.
Aprendamos de la experiencia
La fuerzas que en el continente luchamos por cambios profundos debemos aprender de la experiencia. Los gobiernos progresistas ignoraron aquella enfática recomendación del Che de que “no se puede confiar en el imperialismo ( y sus sirvientes locales agregamos nosotros) ni un tantico así, ¡Nada!” Las conquistas obtenidas bajo esos gobiernos resultan efímeras si no se organiza al pueblo para defenderlas y encarar de una vez por todas las transformaciones de fondo. El enemigo sólo negocia para ganar tiempo cuando es relativamente débil y firma acuerdos sin otro objeto que quebrarlos en cuanto sienta que puede pasar a la ofensiva. No podemos dejar de lado la dolorosa situación de Colombia donde lejos de cumplir el Acuerdo de Paz con las FARC, el gobierno de Iván Duque sigue amparando a las bandas paramilitares que están ejecutando un genocidio contra las poblaciones campesinas, contra sus líderes y contra los combatientes desmovilizados. Sin embargo estas políticas genocidas son sistemáticamente silenciadas y amparadas por los medios hegemónicos y por ese verdadero ministerio de las colonias que nunca dejó de ser la OEA hoy encabezada por el traidor Luis Almagro.
Una vez más cabe recordar aquellos versos de Goethe: Abre los ojos a tiempo/ la gran rueda de la suerte/ raras veces se detiene;/ o te impones o te arrollan/ hay que vencer y mandar/ o someterse y perder/ o resignarse o triunfar/ o ser yunque o ser martillo. Los pueblos de Nuestra América están aprendiendo con sangre esta dura lección. Seamos martillo y no yunque.
La crisis ofrece una oportunidad única. A diferencia de hace casi dos siglos, cuando se formuló la doctrina Monroe, y el poder del imperialismo yanqui parecía incontestable, hoy ese imperio se encuentra en decadencia económica, política, social, cultural. Ya no se encuentra solo en el continente, le disputan protagonismo grandes potencias como China y Rusia.
La tecnología no es un instrumento que sólo puede utilizar el opresor. Es un instrumento que también podemos utilizar los explotados y oprimidos. En los resquicios de esa disputa geoestratégica, nuestros pueblos deben desenvolver una política independiente, hacia el único objetivo posible: la construcción de una sociedad socialista. En esa perspectiva consideramos fundamental la batalla cultural anticolonial y antimperialista.
Ningún movimiento social, ningún partido, por fuertes que sean, pueden por sí solos impulsar exitosamente las transformaciones sociales que necesitan nuestras dolorosas repúblicas (Martí) . Es hora de la unidad, de la articulación de voluntades, de experiencias, de la cooperación. Unir el territorio con la fábrica, el taller, la escuela, la universidad, las comunidades campesinas e indígenas, el potente movimiento feminista. Dante Alfaro